La Chica Invisible y el Millonario
img img La Chica Invisible y el Millonario img Capítulo 2 La oferta peligrosa
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Capítulo 6 Ojos en la oscuridad img
Capítulo 7 Susurros Peligrosos img
Capítulo 8 Lágrimas en la oscuridad img
Capítulo 9 Castigo Injusto img
Capítulo 10 La salvación pública img
Capítulo 11 La madre de Beatriz advierte a su hija: no confíes en los Moura img
Capítulo 12 Eduardo invita a Beatriz a una fiesta en secreto img
Capítulo 13 Beatriz, disfrazada, se siente fuera de lugar img
Capítulo 14 Eduardo la defiende de un noble que intenta humillarla img
Capítulo 15 Primer roce romántico: un baile robado bajo las estrellas img
Capítulo 16 Beatriz regresa al pueblo, donde todos sospechan de su nuevo trabajo img
Capítulo 17 Rumores dañan la reputación de su familia img
Capítulo 18 Eduardo empieza a verla de forma diferente img
Capítulo 19 Beatriz descubre que Eduardo está comprometido con otra aristócrata img
Capítulo 20 Beatriz decide alejarse... pero una tragedia la obliga a quedarse img
Capítulo 21 Tomás empeora img
Capítulo 22 Eduardo ayuda a su familia en secreto img
Capítulo 23 Orgullo y Gratitud img
Capítulo 24 El Primer Beso img
Capítulo 25 Sospechas en la penumbra img
Capítulo 26 Sombras en el sendero img
Capítulo 27 La trampa de la deshonra img
Capítulo 28 Eduardo interviene para salvarla, pero se expone ante su padre img
Capítulo 29 El padre de Eduardo jura separar a la plebeya de su hijo img
Capítulo 30 Beatriz es expulsada de la mansión img
Capítulo 31 Eduardo va al pueblo a buscarla y declara su amor img
Capítulo 32 Beatriz lucha entre sus sentimientos y su miedo img
Capítulo 33 Comienzan un romance clandestino img
Capítulo 34 Encuentros secretos entre ruinas y ferias img
Capítulo 35 La advertencia de la Anciana img
Capítulo 36 La conspiración de Valentina img
Capítulo 37 El peso de la humillación img
Capítulo 38 Bajo Juramento img
Capítulo 39 Corazones Heridos img
Capítulo 40 La Renuncia Más Dolorosa img
Capítulo 41 La Amenaza del Patriarca img
Capítulo 42 La Última Oportunidad img
Capítulo 43 La Farsa de Valentina img
Capítulo 44 Eduardo, presionado, anuncia su compromiso oficial con Valentina img
Capítulo 45 Beatriz se marcha del pueblo sin su familia img
Capítulo 46 Eduardo cae en una profunda desesperación img
Capítulo 47 Se descubre un oscuro secreto de los Sarmiento que podría destruirlos img
Capítulo 48 Beatriz, en la ciudad, comienza a trabajar en una casa de modas img
Capítulo 49 Tomás enferma gravemente; Beatriz se ve obligada a pedir ayuda. img
Capítulo 50 Eduardo viaja a la ciudad con Beatriz img
Capítulo 51 Encuentro tenso entre Beatriz y Eduardo; reproches y viejas heridas img
Capítulo 52 Valentina es expuesta públicamente durante una gala img
Capítulo 53 El fin de una farsa img
Capítulo 54 Beatriz regresa al pueblo para salvar a Tomás img
Capítulo 55 El padre de Eduardo sufre un accidente img
Capítulo 56 Eduardo reconstruye su vida lejos de la influencia de su familia img
Capítulo 57 Beatriz abre un pequeño taller de bordados y encajes en el pueblo img
Capítulo 58 Reencuentro final entre Beatriz y Eduardo: confesiones y perdón img
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Capítulo 2 La oferta peligrosa

El silencio en la pequeña habitación era absoluto.

Beatriz apenas se atrevía a respirar. La oscuridad la envolvía, junto con el olor a madera vieja y cera de velas. Afuera, los pasos de la señora Moura se desvanecieron lentamente en el pasillo, seguidos por una tensa calma.

El corazón de Beatriz martillaba en su pecho.

Se preguntó qué hacer. ¿Esperar? ¿Salir corriendo? ¿Buscar a su madre sin que la atraparan de nuevo?

Antes de decidir, la puerta se abrió con un chirrido. La débil luz del pasillo dibujó la silueta de Eduardo Moura, recortada como un espectro contra la noche.

-Sal -ordenó en voz baja.

Beatriz dio un paso atrás, desconfiada.

-No voy a entregarte -añadió él, como leyendo sus pensamientos-. Todavía.

La forma en que alargó esa última palabra hizo que a Beatriz se le erizara la piel.

Salió con cautela. Estaba a solo unos centímetros de él. Eduardo era más alto, su ropa impecable contrastando brutalmente con sus harapos. Tenía un aura peligrosa, casi insolente, como alguien que siempre había obtenido todo lo que quería... y que estaba decidiendo si ella sería su próxima diversión.

-¿Cómo te llamas? -preguntó.

Ella dudó.

-Beatriz -susurró.

Una media sonrisa curvó los labios de Eduardo.

-Beatriz -repitió, como probando el sonido en su boca-. ¿La hija de la costurera?

Ella asintió en silencio. Sabía que su madre, aunque invisible para los amos, era conocida. Su madre remendaba los vestidos de las damas de la casa, cosiendo secretos y humillaciones entre cada puntada.

Eduardo la miró de arriba abajo, como evaluando un objeto de curiosidad.

-¿Por qué arriesgar tanto por venir aquí? -preguntó, ladeando la cabeza.

Beatriz tragó saliva.

No quería contarle sobre Tomás. No quería que ese joven arrogante supiera cuán desesperada estaba.

-Necesito a mi madre. Mi hermano... está enfermo -murmuró al fin, bajando la mirada.

Por primera vez, un atisbo de seriedad cruzó el rostro de Eduardo. Sus labios se fruncieron, como si aquella palabra -enfermedad- fuera una grieta inesperada en su noche de juegos.

-Podría llamar a los guardias -dijo, cruzando los brazos-. Podría acusarte de intento de robo.

Beatriz sintió las piernas temblarle. Dio un paso atrás, dispuesta a correr.

Pero Eduardo alzó una mano, deteniéndola.

-No lo haré -añadió, su tono suavizándose apenas-. Con una condición.

Ella alzó la cabeza, desconfiada.

-¿Qué condición? -preguntó.

Eduardo sonrió, esa sonrisa lenta y peligrosa que debía haber roto más de un corazón.

-Trabaja para mí.

-¿Qué...? -parpadeó, confundida.

-Necesito a alguien que no pertenezca oficialmente a la servidumbre. Alguien discreto. -Sus ojos brillaron-. Te pagaré. Mejor que lo que ganas remendando harapos. Mejor que cualquier miseria que hayas conocido.

Beatriz abrió la boca, pero no encontró palabras.

Sabía que aquello no era una oferta cualquiera. Era una trampa disfrazada de oportunidad. Y, sin embargo, el rostro febril de Tomás surgió ante sus ojos. El dinero. La medicina. La posibilidad de sacarlo de ese infierno.

Eduardo dio un paso más cerca.

-Piensa rápido, Beatriz. Las oportunidades no duran mucho aquí.

Y en ese instante, Beatriz entendió dos cosas:

Primero, que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Y segundo, que Eduardo Moura era peligroso de una manera que ella todavía no podía comprender... pero que ya empezaba a sentir ardiendo bajo su piel.

            
            

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