Capítulo 3 Cap. 3

Capítulo 3

Max recuperó la compostura con cierta dificultad, enderezando la postura y ajustándose la corbata. El coordinador del estudio, que hasta entonces lo había observado todo en silencio, miró al director ejecutivo con extrañeza. Nunca había visto a Max tan interesado en ninguna de las modelos de la compañía, y mucho menos en medio de un estudio de ensayo. Estaba acostumbrado a verlo caminar por los pasillos de la compañía o en las reuniones, siempre concentrado en el trabajo, con la expresión de un hombre inquebrantable. Max solo aparecía en el estudio cuando lo acompañaban clientes interesados, e incluso entonces, siempre mantenía una distancia profesional con las modelos.

"¿Necesita algo, señor?", preguntó el coordinador con voz insegura.

Max respiró hondo, intentando controlar sus emociones, pero la imagen de Natasha seguía danzando en su mente, provocando sensaciones a las que no estaba acostumbrado. Sabía que necesitaba tomar una decisión rápida, antes de que su razón se viera completamente dominada por el deseo.

"¿Ya contrató a la modelo o está haciendo una audición?" -preguntó Max con voz grave e imponente.

El coordinador se sorprendió por la pregunta, pero respondió con prontitud, sin apartar la vista del poderoso director ejecutivo.

-Le estamos haciendo una prueba, señor. Acaba de llegar, pero...

-Dígame que la aprobó -interrumpió Max, y la decisión salió de su boca sin poder contenerse.

El coordinador abrió mucho los ojos, tensándose ante el tono imperioso de Max. Nunca había visto a su jefe hablar tan directamente, casi como una orden que no admitía preguntas. Aun así, sabía que no era el momento de cuestionar al director ejecutivo. Enderezándose, asintió rápidamente, sabiendo que si Max estaba interesado en algo, no le correspondía objetar.

-Por supuesto, señor Colt. Me encargaré de ello enseguida -respondió el coordinador, intentando mantener la calma ante la situación.

Max volvió a mirar hacia la puerta por donde había salido Natasha, aún sintiendo el impacto que esa mujer había tenido en su vida. No sabía qué les deparaba el destino, pero algo le decía que Natasha sería más que una simple modelo en FashionTech Colt. Era diferente, había algo que lo atraía de forma irracional, algo que no podía explicar. Antes de salir del estudio, Max le dio una última instrucción al coordinador: «Y quiero un contrato exclusivo para ella. Algo que la mantenga aquí, en la empresa, durante mucho tiempo». El coordinador asintió de nuevo, sin comprender del todo lo que sucedía, pero obedeciendo la orden. Max no era de los que toman decisiones impulsivas, pero en ese momento supo que no podía dejarla escapar. Natasha Miller había despertado algo en su interior, algo que le impedía razonar, y no estaba dispuesto a soltarlo. Dicho esto, Max salió del estudio, con la sangre aún hirviendo en las venas. Sabía que esta decisión cambiaría las cosas, que abriría las puertas a un camino desconocido. Pero, por primera vez en años, estaba dispuesto a seguir ese camino, por muy peligroso que fuera. Y mientras caminaba por los pasillos de FashionTech Colt, Max supo que esta mujer ya se había ganado un lugar en sus pensamientos, y quizás incluso en su vida.

***

Natasha estaba sola en el probador, cambiándose de ropa después del ensayo. Se sentó frente al espejo, tomó un trozo de algodón y se aplicó desmaquillante para retirar el maquillaje pesado que había tenido que usar para la prueba. Se pasó los dedos, con uñas largas y bien pintadas, suavemente por su piel, que estaba tan suave como un melocotón maduro.

Reflexionó sobre su trayectoria. Dos años atrás, cuando aún vivía en la zona rural de Texas, nunca se habría imaginado que su primera audición de modelo la llevaría a donde estaba hoy. De asistente de costurera hasta los 21 años, se convirtió en una mujer de 23 años que desfilaba por las pasarelas con confianza, a pesar de que el camino no había sido fácil. Aprender portugués fue un desafío, pero incluso en eso encontró una ventaja. Su acento tejano aún era fuerte, y disfrutaba observando cómo los hombres se excitaban al oírla decir algo con su acento estadounidense.

Pero por mucho que intentara mantener la cabeza fría, no podía apartar la vista del hombre que vio en el vestíbulo de la empresa y más tarde en el estudio. Un "viejo guapísimo", como lo describió mentalmente. No sabía quién era, pero algo en él la intrigaba. Parecía alguien importante, quizá incluso el dueño de la empresa, considerando que había conseguido entrar al ensayo sin problemas. Natasha sabía que era arriesgado, pero no pudo evitar el impulso de seducirlo con la mirada y el contoneo de sus caderas. Quizás era porque había estado sola tanto tiempo que su cuerpo reaccionó así al verlo.

"Debe ser uno de esos hombres que tiene a varias mujeres en la cama", pensó, intentando convencerse de que era inalcanzable. Aun así, no podía quitarse de la cabeza la idea de querer ser una de esas mujeres, aunque fuera solo por una noche. La idea de estar en los brazos de...El rostro de ese hombre la despertó con un deseo que no podía ignorar.

Suspirando, Natasha dejó lo que estaba haciendo, bajó la mano y se miró al espejo, como si ya no se reconociera. Terminó de desmaquillarse y se aplicó crema hidratante antes de tomar su celular y llamar a su amiga.

"Hola, Lu, ¿estás ocupada esta noche?", preguntó Natasha, intentando sonar despreocupada.

"No, estaré libre después de las 5 p. m. ¿Qué tienes en mente?"

"Necesito salir un rato. ¿Qué tal si vamos a la discoteca hoy?"

"¿Estás loca? Hoy es miércoles. Si voy a la discoteca, no podré levantarme para ir a trabajar mañana."

Natasha rió levemente, dándose cuenta de que su impulsividad la había hecho olvidar el día de la semana.

"No pensé en eso, lo olvidé por completo."

"Se nota en tu voz que estás triste, pensativa. ¿Qué tal si salimos a comer sushi?"

"Mmm, me has tocado el punto débil." Estoy a dieta estricta, pero creo que hoy puedo comer todo lo que quiera.

- ¡Genial, yo pago! Vamos al mejor restaurante de sushi de la ciudad. Quizás encontremos alguna chica guapa.

- ¡Trato hecho! Iré al hotel donde me hospedo, me arreglaré y te recogeré a las 7:00 p. m. ¿Te parece bien?

- Perfecto. Nos vemos luego.

- Nos vemos luego.

- Natasha colgó el móvil con una expresión más feliz. El sushi siempre había sido una de sus comidas favoritas, y la idea de salir a despejarse la animaba.

Por mucho que intentara olvidar el inesperado encuentro con el "viejo guapísimo", algo en su interior le decía que esa noche podría ser el comienzo de algo que aún no comprendía del todo. Sonriendo, Natasha se levantó y empezó a empacar sus cosas. Al salir de la habitación, la sorprendió Arthur, el coordinador, quien le ofreció un papel con una sonrisa enigmática en los labios.

-¡Felicidades! -dijo con admiración.

Natasha miró el papel y, con dedos temblorosos, lo recogió, leyendo el encabezado que la dejó sin palabras.

-Bienvenida a FashionTech Colt. Por favor, léalo atentamente y fírmelo. Los términos y condiciones son los mismos que en cualquier otra empresa. Sin embargo, tenemos algunas reglas específicas que no se pueden romper.

Natasha levantó la vista, notando un ligero temblor en la voz de Arthur al mencionar las reglas. Algo en ella sospechó, pero decidió no interrumpir.

-Está prohibido mantener cualquier relación con compañeros de trabajo -continuó, titubeando ligeramente-. Sé que a veces es casi imposible, pero fuera de la empresa, eres libre de hacer lo que quieras, querida.

El tartamudeo de Arthur no pasó desapercibido para Natasha. Sabía que algunas reglas estaban hechas para romperse, y por el tono del coordinador, parecía que él mismo dudaba que esta en particular se cumpliera. Quizás había percibido la chispa entre ella y el hombre que se había cruzado en su camino antes, o quizás simplemente estaba siendo cauteloso.

Arthur, por otro lado, presentía que esta regla podría no durar mucho en el caso de Natasha. No solo para ella, sino para el propio director ejecutivo. Vio algo en los ojos de Max, algo que indicaba que la joven modelo le había causado una profunda impresión. Si Natasha era lo suficientemente inteligente como para atraer la atención del hombre más poderoso de la empresa y del país, estaría en una posición afortunada. Natasha firmó el contrato con una discreta sonrisa, sintiendo que la emoción crecía en su interior. "De acuerdo", dijo, entregándole el contrato firmado a Arthur. "Bienvenida, Natasha", respondió Arthur, intentando ocultar su nerviosismo. Natasha simplemente sonrió, agradeciéndole, y salió de la habitación con el contrato en la mano, sintiéndose poderosa. Mientras caminaba, sus pensamientos volvieron a aquel hombre misterioso que había captado su atención.

            
            

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