Capítulo 5 Cap. 5

Capítulo 5

Max Colt, conocido por su inquebrantable concentración y férrea disciplina, estaba teniendo una mañana inusual. La voz de Alice, su secretaria, resonó en la habitación, pero no pudo concentrarse en sus palabras. La imagen de la joven pelirroja que había visto antes dominaba sus pensamientos.

"¿Señor Colt?", repitió Alice, al notar el inusual silencio.

Max parpadeó, volviendo a la realidad por un breve instante.

"Ah, sí, Alice...", respondió con voz algo distante. "Llama a Arthur. Dile que quiero ver a esa modelo... Ahora mismo".

Alice lo miró fijamente, sorprendida. El director ejecutivo no solía llamar a modelos a su oficina, y eso lo hacía parecer más distante que nunca.

"Por supuesto, señor Colt", respondió Alice, aunque todavía un poco confundida.

Mientras ella hacía la llamada, Max se levantó y se acercó a la ventana, intentando calmar el torrente de pensamientos que lo invadía. Sabía que involucrarse con una empleada iba contra las normas de la empresa, pero algo en esa mujer despertó en él una locura que nunca antes había experimentado. Necesitaba conocer mejor a la pelirroja, oír su voz, volver a oler su aroma, que ya estaba grabado en su mente. Era como si cada detalle de ella estuviera grabado en su cerebro, imposible de olvidar. Cuando Alice regresó, le informó que Arthur había dicho que la modelo ya había sido contratada y liberada de la prueba. Max sintió una opresión en el pecho, frustrado por tener que esperar. "De acuerdo, Alice. Puedes irte", dijo, disimulando su impaciencia. En cuanto se cerró la puerta, Max se pasó los dedos por el pelo, intentando recomponerse. Ahora, no tenía más remedio que esperar. Las horas que lo separaban de volver a verla parecían interminables, pero sabía que la espera valdría la pena. El deseo de volver a verla solo crecía con cada minuto que pasaba, volviéndose casi insoportable. Mientras se sostenía la cabeza con una mano, con la otra tamborileaba con los dedos sobre la mesa; el sonido de los golpeteos resonaba en la silenciosa habitación. Max estaba perdido, sus pensamientos completamente dominados por la imagen de esa mujer, hasta que la puerta se abrió de repente, interrumpiendo su angustia.

"Hola, papá."

Max levantó la vista y, al ver a Daniel, su hijo de 25 años, sonrió aliviado. Se levantó y lo abrazó con cariño.

"Hola, hijo. ¿Viniste a visitarme?"

"Estaba cerca y pensé en invitarte a comer."

"Entonces, vámonos", respondió Max, agarrando su traje y preparándose para irse.

En el restaurante, mientras almorzaban, Daniel mencionó casualmente que estaba pensando en pasar unos días en Las Vegas. Le preguntó si su padre lo ayudaría económicamente, ya que no trabajaba, solo iba a la universidad.

"Claro, hijo. Puedes ir, pero esta vez regresa con una amiga", bromeó Max, intentando introducir un tema más serio. Daniel puso los ojos en blanco y respondió con disgusto.

-Ay, papá, vamos. No quiero que me aten. Ya tengo muchas mujeres con las que acostarme.

Max suspiró, preocupado por la perspectiva de la vida de su hijo.

-La vida no es solo eso, Daniel. Fui muy feliz con tu madre.

El recuerdo de su madre deslumbró a Daniel con un destello de tristeza. Lo ocultó rápidamente, pero el recuerdo de la familia unida y feliz antes de su muerte lo golpeó con fuerza. Parpadeó para contener una lágrima tenaz, ocultando su verdadero sufrimiento, como siempre hacía.

***

Natasha regresó al hotel. Decidió que un baño era lo que necesitaba para relajarse y prepararse para cenar con su amiga Lu. Entró en el lujoso baño del hotel y comenzó a llenar la bañera con agua caliente y fragancias relajantes. En cuanto la bañera estuvo llena, Natasha se deslizó dentro, sintiendo el agua tibia envolver su cuerpo y disipar la tensión acumulada.

Mientras el agua tibia le acariciaba la piel, comenzó a masajearse suavemente los brazos y las piernas, aplicando el jabón perfumado que la dejaba suave y perfumada. Cada movimiento era lento y cuidadoso, como si se preparara para un ritual.

Cerró los ojos y dejó vagar su mente. A pesar de toda la emoción del día, sabía que debía mantener la concentración. Necesitaba demostrarse a sí misma que podía seguir adelante sin dejarse llevar por fantasías. Era una mujer fuerte que había trabajado duro para llegar hasta donde estaba. Pero al pensar en el misterioso hombre que había conocido en la empresa, sus pensamientos se volvieron incontrolables. La imagen de esa mirada penetrante y su discreta sonrisa le aceleró el corazón.Traición, pero también una prueba para ver si podía dejar de lado los sentimientos confusos que la dominaban.

Sintió una brisa fresca en el rostro al salir del hotel en coche. Se saludaron con un cálido abrazo y se dirigieron al restaurante.

"Parece que tuviste un día ajetreado, ¿eh?", dijo Lu con una sonrisa al entrar al restaurante.

"No te lo imaginas", respondió Natasha con una leve risa, intentando apartar sus pensamientos sobre el "guapo anciano". "A ver si esta cena nos ayuda a relajarnos un poco".

Las dos amigas fueron conducidas a una mesa cerca de un gran ventanal con vistas a la ciudad iluminada. Mientras charlaban de trivialidades, eligieron sus platos.

Pero de repente, su corazón se aceleró. Por la puerta principal, vio entrar al "guapo anciano", acompañado de una elegante mujer. Iba impecable con su traje oscuro, y su mirada segura dominaba la sala. Natasha sintió un escalofrío al verlo, aún más impresionante que antes.

"¿Qué pasa?", preguntó Lu, notando el cambio en la expresión de Natasha.

"Está... está aquí", susurró Natasha, intentando no parecer demasiado afectada.

Lu siguió la mirada de su amiga y vio a un hombre alto e imponente, acompañado de una mujer despampanante, que caminaba a su lado con la misma seguridad. Parecían estar enfrascados en una conversación íntima, y de vez en cuando sonreía de una forma que a Natasha le pareció inquietantemente encantadora.

"¿Es este el chico guapo que mencionaste?", preguntó Lu, sin poder ocultar su sorpresa. "Es todo eso y más".

"Sí, es él", respondió Natasha, sintiendo que el calor subía a sus mejillas. "Y la mujer que lo acompaña... no sé quién es, pero no puedo apartar la vista de ellos".

Max y su acompañante fueron conducidos a una mesa no muy lejos de la suya, pero Natasha hizo un esfuerzo por no mirarlos demasiado. El destino parecía jugar con sus emociones, poniendo a prueba su determinación de todas las maneras posibles.

Mientras intentaba concentrarse en su conversación con Lu, Natasha no pudo evitar mirar a Max. Estaba absorto en su conversación con la mujer, pero en un momento dado, sus miradas se cruzaron. Fue solo un segundo, pero fue suficiente para que Natasha sintiera una oleada de electricidad recorrer su cuerpo. Max, a su vez, le sostuvo la mirada un instante antes de apartar la mirada, como intentando mantener la compostura, pero su expresión se volvió más seria después de eso.

Lu notó que Natasha estaba distraída e intentó aliviar la tensión con un comentario ligero:

"Quizás sea hora de tomar algo, ¿eh?", dijo Lu, levantando la mano para llamar al camarero.

Natasha rió nerviosamente y asintió, intentando volver al presente y no pensar en el hombre que estaba a solo unos metros de ella.

Después de un rato, Natasha salió de la bañera y comenzó a prepararse. Se aplicó loción hidratante, sintiendo su piel aún más suave al tacto. Eligió un vestido que realzaba sus curvas sin ser excesivo, algo que la hacía lucir elegante y segura. También optó por un maquillaje ligero, pero que resaltaba sus ojos verdes.

Lista, agarró su bolso, miró su reloj y vio que era hora de ir a buscar a Lu. Sabía que esta cena era más que una simple cita con su amiga. Era una oportunidad para intentar desahogarse.

            
            

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