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El aire nocturno es denso, cargado de humedad y peligro. El operativo empieza en menos de una hora y la adrenalina ya recorre mi cuerpo. Me ajusto el chaleco táctico mientras Clarisse revisa su arma.
-Tienes cara de estar pensando demasiadas cosas -comenta sin mirarme.
-No pienso, actúo -respondo con sequedad.
Ella suelta una risa baja.
-¿Eso te repites cada vez que Mason se te acerca?
Le lanzo una mirada de advertencia, pero ella solo sonríe con malicia.
-No es momento para hablar de eso -gruño, revisando mi rifle.
-Nunca es momento y, sin embargo, ahí sigues, metida en su órbita.
No respondo. No quiero responder. Porque, en el fondo, sé que tiene razón.
Minutos después, estamos en los vehículos, listos para desplegarnos. El grupo armado sigue moviéndose cerca de nuestro perímetro, pero no han cruzado la línea. Aún.
Mason camina entre los soldados, asegurándose de que todo esté en orden. Cuando pasa a mi lado, su mirada se encuentra con la mía por un segundo demasiado largo
-Johnson -dice con voz firme- tú y Evans toman la posición al este. Si se acercan demasiado, quiero un informe inmediato.
Asiento sin discutir. Sé que no es una petición. Es una orden.
Nos desplegamos en la oscuridad, moviéndonos en silencio entre la maleza. Me coloco en posición con Clarisse, observando a través de la mira. La espera es tensa, interminable.
Hasta que los vemos.
Sombras moviéndose entre los árboles. Ocho hombres. Tal vez más. Demasiado cerca.
Activo el radio y susurro.
-Aquí Johnson. Tenemos contacto visual. Se están acercando.
La respuesta de Mason llega rápido.
-Mantengan la posición. No disparen hasta mi orden.
Mi dedo se tensa sobre el gatillo. Nunca me ha gustado esperar.
Uno de los hombres da un paso más cerca. Solo un paso más y...
Un disparo rompe el silencio.
Todo el infierno se desata
El primer disparo corta el aire como un relámpago. No fue nuestro.
-¡Mierda! -gruñe Clarisse, agazapándose detrás de una roca mientras la ráfaga de balas nos obliga a buscar cobertura.
-¡Nos descubrieron! -grito por la radio, mientras respondo el fuego con disparos precisos.
-¡Mantengan la posición! ¡Refuerzos en camino! -la voz de Mason es pura autoridad, pero no puedo esperar.
Un hombre se acerca demasiado a nuestra posición. Disparo sin dudar, el retroceso del rifle sacudiéndome el brazo. Uno menos.
El caos se extiende. Voces en un idioma que no reconozco, el crepitar de las balas chocando contra la tierra y las piedras. Clarisse maldice al vaciar su cargador y se agazapa para recargar.
-¡¿Dónde carajo están los refuerzos?!
Mis músculos están tensos, mi respiración entrecortada. No podemos aguantar mucho más.
Y entonces, los veo.
Sombras moviéndose entre la maleza, tácticos, armados hasta los dientes. Los nuestros.
Los refuerzos llegan como una tormenta. Mason va al frente, moviéndose con la precisión de un depredador. Lo he visto pelear antes, pero cada vez es un maldito espectáculo.
Mi cuerpo debería estar enfocado en sobrevivir, en disparar, en cubrir a mi equipo. Pero verlo así, liderando la ofensiva con esa fuerza brutal, me hizo recordar por qué una vez me perdí entre sus brazos. Porque peleaba como besaba. Salvaje. Preciso. Implacable.
Aprovechamos la distracción para reposicionarnos. Clarisse y yo nos movemos en sincronía, disparando y cubriéndonos las espaldas.
Esto es lo que sabemos hacer. Esto es lo que somos.
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Minutos después, el fuego cesa.
El silencio es ensordecedor.
Nos ponemos en pie, respirando agitadas, rodeadas de cuerpos en el suelo. Mason se acerca, su mirada gris como una tormenta contenida.
-¿Están bien?
Clarisse asiente, todavía con la respiración acelerada. Yo suelto el seguro de mi rifle y lo miro.
-Sigo de pie, ¿no?
Él no responde de inmediato. Su mirada baja a un corte en mi brazo, apenas un rasguño, pero su ceño se frunce.
-Estás herida.
Ruedo los ojos.
-No es nada.
-Johnson...
Su voz cambió. Ya no era la del Capitán. Era la del hombre que una vez me susurró que no soportaría perderme. Y en sus ojos... vi ese miedo otra vez. Solo por un segundo. Pero fue suficiente para que mi corazón olvidara cómo latir con normalidad.
-Dije que no es nada. -Mi voz sale más cortante de lo que esperaba, pero no me retracto. Estoy demasiado cargada de adrenalina, demasiado consciente de la intensidad en su mirada.
Mason da un paso hacia mí. Demasiado cerca.
-Podría haber sido peor -murmura.
Mi corazón martillea con fuerza. No necesito que me recuerde lo cerca que estuvimos del desastre.
-Pero no lo fue -respondo con frialdad.
Él aprieta la mandíbula, pero asiente.
-Hablaremos de esto después.
Eso suena más a una amenaza que a una advertencia.
Mierda.
Nos retiramos de la zona con el equipo. Los cuerpos enemigos quedan atrás, una marca silenciosa de lo que pasó. Pero lo que realmente se quedó conmigo no fueron las balas.
Fue la forma en que Mason me miró cuando pensó que podía perderme.
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De vuelta en la base, el ambiente es pesado. A pesar de que el operativo fue un éxito, la sensación de haber estado al borde del desastre sigue vibrando en mis huesos.
Me siento en el borde de mi litera, quitándome las botas con movimientos bruscos. Mis músculos duelen, pero lo que más me jode es la forma en que Mason me miró al final. Como si... le importara.
No. No voy a caer en ese juego otra vez.
Un golpe seco en la puerta me saca de mis pensamientos.
-Abre, Johnson.
Reconozco la voz de inmediato.
Exhalo con frustración y me pongo de pie. Cuando abro la puerta, Mason está ahí, con los brazos cruzados y la mandíbula tensa.
-¿Qué quiere, Capitán?
-Hablar.
Lo dejo entrar, aunque en el fondo sé que esto es una mala idea. Estar a solas con él nunca es seguro.
Mason cierra la puerta detrás de él y me clava la mirada.
-No me gustó cómo manejaste la situación.
Suelto una risa irónica.
-¿Perdón?
-Te arriesgaste demasiado.
-Eso se llama hacer mi trabajo.
Su expresión se endurece. Sé que está conteniendo su temperamento, pero yo también estoy al límite.
-No necesito que juegues a ser la heroína, Johnson.
Doy un paso hacia él, sintiendo cómo la rabia hierve bajo mi piel.
-¿Sabes qué es lo que realmente te molesta? Que no puedes controlarme como al resto.
Su mirada se oscurece.
-No quiero controlarte.
-¿Ah, no? Porque eso es lo que parece cada vez que me das una orden como si esperaras que obedeciera sin cuestionar.
Su pecho subía y bajaba con fuerza. Estábamos demasiado cerca. El tipo de cerca donde cualquier roce es intencional. Y yo ya estaba rozando el infierno.
Mason se queda en silencio por un segundo. Luego, avanza.
Y no retrocedo.
Mi corazón late con fuerza cuando su voz baja a un murmullo.
-No me desafíes así, Johnson.
-O qué, ¿me castigará?
Su mirada cae a mi boca por un segundo. Mierda.
Siento su respiración en mi rostro y mi cuerpo traidoramente reacciona. Sé que esto está mal, sé que Mason solo trae problemas.
Pero justo cuando pienso que va a ceder, él da un paso atrás.
-Descansa, soldado. Mañana entrenamos temprano.
Y sin más, se va.
Me quedo ahí, con el pulso acelerado, odiando lo mucho que aún lo quiero. Odiando que él lo sepa.