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El día transcurre con la misma rutina de siempre: entrenamientos intensos, ejercicios de combate y órdenes que no dejan espacio para cuestionamientos. Pero hoy....todo se siente diferente.
Desde el momento en que Mason me dejó con esas palabras en la armería, no he podido sacarlo de mi cabeza.
Si te odiara, todo sería más fácil.
¿Qué carajo quiso decir con eso?
Intento concentrarme en la misión del día. Nos han asignado una patrulla en las zonas exteriores de la base, un protocolo rutinario para asegurarnos de que todo esté en orden. Pero siento que todas las luces en el camino me absorven, volviéndose una espiral de la cuál no encuentro salida y mi mente no dejaba de divagar.
Las luces del campamento brillaban débilmente en la noche cuando bajé del transporte militar. La Base Alpha 12 era más intimidante de lo que imaginé: ruidos constantes de disparos de entrenamiento, voces gritando órdenes y soldados moviéndose con precisión.
No había vuelta atrás.
-Tú debes ser la nueva. Johnson, ¿cierto? -La voz masculina llegó a mis oídos antes de que pudiera girarme.
Un hombre alto, de cabello castaño oscuro y ojos verdes afilados, me estudiaba con una expresión entre curiosa y divertida. Una cicatriz le cruzaba la ceja derecha, dándole un aire peligroso.
-Sí, señor.
-Teniente Liam Parker -se presentó, sin dejar de mirarme con atención-. Me han dicho que eres buena.
-Lo intento.
Liam sonrió con algo que parecía aprobación.
-Entonces veremos si sobrevives aquí.
Antes de que pudiera responder, otra voz interrumpió.
-Si no lo hace, no la quiero en mi escuadrón.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar el tono frío y autoritario. Me giré y mis ojos se encontraron con los del Capitán Mason Hunter.
Él era todo lo que la gente decía y más: presencia imponente, postura perfecta, mirada de acero. Un hombre diseñado para la guerra.
-¿Algún problema, soldado? -preguntó, cuando notó que lo observaba.
-Ninguno, Capitán
-Bien. Porque aquí no hay espacio para los débiles.
Ese día no supe si quería romperle la cara... o memorizar su voz para siempre.
El golpe seco de Clarisse sobre mi hombro hace que salga de mi estado de ensoñación y mi mente se aclare nuevamente.
-Deja de pensar tanto, Katherine -dice Clarisse, ajustando su chaleco mientras caminamos por la senda polvorienta- Vas a acabar chocando contra un árbol.
Le lanzo una mirada.
-¿De qué hablas?
Ella sonríe con burla.
-Llevas todo el día con cara de estar a kilómetros de aquí. Déjame adivinar... ¿Mason?
Mi ceño se frunce automáticamente.
-Cállate.
Clarisse suelta una carcajada.
-Mierda, lo sabía
-No hay nada que saber.
-Claro. Por eso desde que te tiró al suelo en el entrenamiento andas más perdida que de costumbre.
Me detengo y la miro con seriedad.
-Clarisse, Mason y yo no tenemos nada. Nunca lo tuvimos.
Ella alza las manos en señal de paz.
-Hey, yo no dije nada. Pero si necesitas convencer a alguien, creo que deberías empezar por ti misma.
Antes de que pueda responderle, la radio emite un chasquido.
-Patrulla uno, respondan.
Mason.
Respiro hondo y llevo la mano al comunicador en mi chaleco.
-Aquí Johnson.
-Cambio de ruta, giren al norte y revisen el perímetro del sector 3. Recibimos informes de actividad sospechosa en la zona.
Intercambio una mirada con Clarisse. No es común que nos cambien de ruta en medio de una patrulla.
-Entendido, en camino.
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Caminamos en silencio hasta el sector indicado. El ambiente se siente más denso, como si el aire estuviera cargado con algo que aún no podemos ver.
Entonces lo noto.
Huella de neumáticos recientes.
Hago una señal a Clarisse para que se detenga y me inclino a inspeccionar el suelo.
-No son nuestras -murmuro.
Ella se agacha a mi lado.
-Definitivamente no. ¿Qué hacemos?
Antes de que pueda responder, la radio se activa otra vez.
-Johnson, ¿qué ven?
Dudo un segundo antes de contestar.
-Rastros de neumáticos. No parecen recientes, pero tampoco llevan tanto tiempo.
Mason tarda un momento en responder.
-Manténganse alerta. Si ven algo inusual, reporten de inmediato.
-Recibido.
Nos levantamos y seguimos avanzando con cautela, pero algo en mi pecho me dice que esto no es una simple patrulla. Y que Mason sabe más de lo que está diciendo.
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De vuelta en la base, el ambiente está más tenso de lo normal.
-¿Supiste lo que pasó en el sector 3? -pregunta un soldado en el comedor.
Clarisse y yo intercambiamos una mirada antes de acercarnos a la mesa.
-¿Qué pasó?
El soldado baja la voz.
-Dicen que encontraron restos de una fogata. Y no de cualquier fogata... había rastros de equipo militar. Alguien estuvo ahí hace poco.
Mi mandíbula se tensa.
No fue una simple patrulla.
Sin decir nada, me levanto y me dirijo al despacho de Mason.
Golpeo la puerta dos veces antes de entrar sin esperar respuesta.
Él está detrás de su escritorio, revisando unos informes. Apenas me ve, suspira y deja los papeles a un lado.
-Sabía que vendrías.
Cruzo los brazos.
-Entonces ahorrémonos el rodeo. ¿Qué está pasando?
Mason se reclina en su silla, observándome con esa intensidad que siempre me hace querer gritar o besarlo. O ambas.
-No es asunto tuyo, Johnson.
Mi paciencia se agota.
-Estábamos patrullando ahí. Vimos las huellas. Ahora me entero de que encontraron rastros de equipo militar. ¿Y pretendes decirme que no es asunto mío?
Mason aprieta la mandíbula y se pone de pie.
-Lo que pasa aquí es más grande de lo que imaginas. Hay cosas que no puedes saber.
Doy un paso adelante.
-¿Por qué? ¿Porque soy una simple soldado? ¿Porque crees que no puedo manejar la verdad?
Él me sostiene la mirada, y por un momento, veo algo en sus ojos. Duda.
-No quiero que te metas en esto, Kathe.
El uso de mi nombre me descoloca por un segundo.
-Ya estoy metida.
Mason exhala con frustración y se pasa una mano por el cabello. Es la primera vez que lo veo realmente conflictuado.
-Solo mantente alerta. Y si ves algo... dime a mí primero.
Mi estómago se aprieta.
-¿A qué le tengo que temer?
Él se acerca. Demasiado.
-A lo que viene.
Mi respiración se acelera.
-¿Y qué es lo que viene?
Mason no responde. Solo me observa, como si estuviera debatiendo algo en su cabeza.
Y entonces, sin previo aviso, cierra los ojos y suelta un suspiro.
-Ni siquiera yo lo sé. Vete, Johnson.
La tensión es insoportable. Pero sé que no voy a sacar más información de él.
Así que me doy media vuelta y salgo del despacho.
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Me voy del lugar con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. La sensación de que algo grande está por suceder se aferra a mi piel como una sombra, y lo peor es que él lo sabe. Pero, como siempre, el muy cabrón prefiere mantenerme en la oscuridad.
Clarisse me está esperando en el pasillo, apoyada contra la pared con los brazos cruzados.
-Déjame adivinar -dice antes de que yo pueda hablar-, te dijo que no es asunto tuyo.
Exhalo con frustración.
-Bingo.
-¿Y eso te detendrá?
Le sostengo la mirada.
-¿Tú qué crees?
Ella sonríe con complicidad.
-Sabía que dirías eso. ¿Por dónde empezamos?
Nos dirigimos al comedor, donde algunos soldados aún están murmurando sobre lo que pasó en la patrulla. Me siento en una de las mesas mientras Clarisse se encarga de sacar información. No tarda mucho antes de volver con un par de datos nuevos.
-Dicen que hay marcas de botas que no son de nuestro equipo -susurra, inclinándose hacia mí-. Y Mason ordenó que nadie más patrullara esa zona hasta nuevo aviso.
Eso me hace tensar la mandíbula.
-Está escondiendo algo.
-Siempre esconde algo.
La diferencia es que esta vez lo siento personal. Como si la razón por la que no quiere que me involucre fuera más que una simple orden de seguridad.
-Si hay alguien husmeando en nuestro territorio, lo vamos a descubrir -digo en voz baja.
Clarisse sonríe.
-Sabía que dirías eso.
Al girarnos para continuar con nuestros planes en el camino, Mason vuelve a salir del despacho con su uniforme, pero no hablo del uniforme táctico negro, sino de su hermoso uniforme azul marino lleno de insignias que solamente utiliza en reuniones importantes junto a altos mandatarios. Mi vista está fija en el y al pasar por mi lado el roce de nuestros hombros y el olor de su perfume me hizo dar vueltas la cabeza.
La primera vez que lo vi en uniforme, juré que no iba a mirarlo más de la cuenta. Fracaso número uno. La primera vez que me habló, prometí no temblar. Fracaso número dos.
-Mierda, Johnson... -su voz sonaba más baja que de costumbre-. Siempre tan jodidamente irresistible.
-No te me acerques así, Mason.
-¿Por qué? ¿Porque te acuerdo cómo gemías mi nombre o porque te mueres por hacerlo otra vez?
Maldito. Bastardo. Capitán. Tentación.
Decir que lo había superado era fácil cuando no estaba frente a mí. El problema era que su nombre seguía retumbando en mi cabeza como una orden. Y su recuerdo... su recuerdo seguía vivo entre mis piernas.
No hay entrenamiento que me prepare para él.
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Esa noche no pude dormir.
Doy vueltas en la cama, con la sensación de que hay algo que me falta entender. Algo que se escurre entre mis pensamientos como arena entre los dedos.
Y entonces lo recuerdo.
Los rastros de neumáticos.
Me levanto de un salto y me visto en la oscuridad. Clarisse ya está dormida, así que no la despierto. Esto tengo que hacerlo sola.
Me muevo por la base con pasos silenciosos. A esta hora, solo hay unos pocos guardias haciendo rondas, pero conozco cada rincón de este lugar. Sé por dónde moverme sin ser vista.
Llego hasta el garaje de vehículos militares y me acerco a los informes de patrullaje. Busco los registros de los últimos días y reviso cada entrada hasta que encuentro lo que estaba buscando.
Un convoy salió sin autorización oficial la noche anterior al hallazgo de los rastros en el sector 3.
Frunzo el ceño.
¿Quién carajo ordenó ese movimiento?
-¿Buscando algo, Johnson?
Cierro los ojos por un segundo antes de girarme.
Mason está apoyado contra la pared con los brazos cruzados y una expresión que mezcla cansancio con fastidio.
-¿Siempre andas siguiéndome? -le espeto.
-Solo cuando sé que vas a hacer una estupidez.
Cruzo los brazos.
-Encontré algo. Un convoy salió sin autorización.
Él me observa en silencio.
-Y apuesto a que tú ya lo sabías.
-Sí.
-¿Vas a decirme de qué se trata?
-No.
Aprieto los dientes.
-Mason...
Él se aparta de la pared y se acerca. Demasiado.
-Escúchame bien, Kathe -su voz es baja, pero cada palabra tiene un peso que me obliga a quedarme quieta-. Hay cosas que no puedes controlar. Y hay secretos que es mejor no descubrir.
-Déjame decidir eso por mí misma.
-No esta vez.
Su mirada es intensa, casi desesperada.
-Esto es más grande de lo que crees. Y si te metes en esto, no habrá vuelta atrás.
Mi corazón late con fuerza.
-Nunca ha habido vuelta atrás para nosotros, Mason.
Por un segundo, creo que va a decir algo más, pero en lugar de eso, suspira y da un paso atrás.
-Vuelve a tu habitación, Johnson.
Y como siempre, me deja con más preguntas que respuestas.