Luego la llevó a su lecho, en donde la depositó con cuidado; la miró unos segundos con su media sonrisa pícara y tomando sus manos las ató en la cabecera de la cama. Comenzó a besarla de nuevo con fiereza hasta que necesitó respirar, entonces se posicionó a un lado de la cama y comenzó a desvestirse; primero se libró de su camisa dejando al descubierto su torso musculoso y su marcado abdomen, luego fue el turno de sus pantalones, que con suma lentitud fue desabrochando los botones, estaba bajándoselos...
Ring... Ring... Ring...
Sofi es despertada por su enemigo más íntimo: el despertador. Su despertador es la figura de Jack, vale destacar que es una fanática de este muerto, pero eso no quita que todas las mañanas lo insulte por interrumpir sus sueños, más por el sueño maravilloso que acababa de tener.
-Maldito seas, Jack, era la mejor parte -habla con voz ronca y somnolienta. De un manotazo apaga el chillido del aparato y se levanta de la cama yendo directo al baño-. Una ducha fría me vendría muy bien -suelta al ver que tenía su tanga húmeda por el sueño caliente que había tenido con Ian; era la primera vez que soñaba con él y estaba segura que era producto del beso que le había robado el día anterior.
Sale de la ducha y se envuelve en una toalla, luego se dirige a su habitación en donde comienza a cambiarse; unos vaqueros ajustados y desgastados, una camiseta verde esmeralda con el estampado de un beso y una chaqueta de jeans oscura era su atuendo del día. Una vez lista se direcciona hacia su trabajo.
Al llegar se encuentra con Tony, que recién estaba abriendo el negocio.
-Hola, muñequita -saluda él en cuanto la ve llegar.
-Hola, bombón.
-Vaya, y esa sonrisa -suelta el boricua.
-Dormí toda la noche como un angelito.
-Jum... Seguro -articula con desconfianza.
En cuanto estuvieron todo listo, Tony le pide que ponga música antes que llegue Lina y los atormente con algún rock psicótico; Sofi, después de prender la cafetera, acata el pedido y empieza a entonar R. Kelly con "Cookie" por los parlantes del lugar.
-Hoy estas diferente -habla Tony, entrecerrando los ojos para ver si descubre de qué viene tanta jarana.
-No es verdad; solo me levante de buen humor.
-Como digas. Voy a la cocina a preparar todo -le avisa y enfila hacia su puesto de trabajo.
Ella se queda sola preparándose un café, mientras limpia y acomoda las cosas del mostrador «sacando las tartas y dulces que van sobre este» conforme canta la canción que suena.
-Si te gusta que te abra como el Oreo, con gusto lo haré -se deja escuchar una voz masculina a su espalda, provocando que ella se sobresalte y tire una bandeja de brownies al suelo. El chico corre detrás del mostrador para ayudarla-. Lo siento, no quería asustarte -se disculpa Ian.
-No importa -Lo mira curiosa-. ¿Qué quisiste decir sobre el oreo? – pregunta, recordando lo que le había dicho.
-Era broma, por el tema -dice señalando hacia arriba donde se encuentran los parlantes.
-¿Qué haces tan temprano? Lina todavía no llegó.
-De hecho, vine a verte a ti -Con esa confesión, Sofi se pone blanca como el papel y deja de respirar; lo primero que le vino a la cabeza fue el sueño que tuvo con él y rogaba que se hiciera realidad-. ¿Estás bien?
-Sí... ¿Para qué quieres verme? -habla en voz baja, casi en un susurro.
-Quería invitarte a cenar -responde mostrando una sonrisa.
-Sushi -suelta, y luego se patea el culo mentalmente por haber dicho eso. Ian sonríe más aún por la contestación de ella.
-Si eso quieres, que sea sushi -Lo que él no sabe, es sobre ese sueño que la hizo levantarse húmeda-. ¿En tu casa o la mía? -Sofi seguía perdida en el sueño, cada vez se hacía más real aquella ficción por lo que comienza a sonrojarse-. Sofi.
-Ehh... Sí, da igual -murmura.
-¿Te parece a las ocho en tu casa? -Era lo que ella quería, comer sushi con él y sin ropa. Asiente en silencio e Ian sonríe, sabe bien lo que está causando en ella y le parece entre divertido y excitante la situación-. Bien, nos vemos a la noche entonces, yo llevo todo -Le da un beso en la mejilla, le guiña un ojo y sale de ahí dejándola sonrojada, caliente y sin poder respirar bien.
-¿El que se acaba de ir era Poseidón? -Tony aparece por detrás, sacándola de su ensimismamiento y trayéndola a la realidad-. ¿Y?
-Sí, era él.
-¿Y qué quería?
-Eh... a Lina -miente.
-Sabe que Lina no llega hasta después de las 08:30hs. -habla, mirándola de soslayo.
-Eso le dije -vuelve a mentir.
Era más que obvio que le iba a contar lo que pasaba con Ian, pero no tenía pensado todavía, ya que no era el momento ni el lugar.
Poco después, las puertas del restó se abren dejando paso a una Lina sonriente.
-Buen día -canturrea.
-Vaya, hoy están todas muy jocosas -suelta el boricua.
-Buen día, Lina -saluda Sofi devolviéndole la sonrisa.
-Tony, Tony, relax que el día recién empieza -habla Lina, guiñándole un ojo.
-¿Se puede saber por qué tanta sonrisa y tanto brillo en esos ojos grises? -cuestiona Tony.
-Verás... -empieza-. Ayer hice un body-painting --Ellos siempre hablan de las cosas que hacen, así que no tenía nada de vergüenza en contarle al boricua su travesura-. Me pintaron un ave fénix en todo mi cuerpo y me aparecí en la oficina de Alex vestida solo con un abrigo -cuenta sonriendo cada vez más conforme toma el café que Sofi le alcanza.
-Lina, ¿cómo se te ocurren todas esas ideas locas? -quiere saber el boricua con diversión.
-Tengo una mente maquiavélica -responde, dándole una mirada significativa y le da un sorbo a su café.
-Vas a tener que darme ideas a ver si consigo una noche donde termine adolorido.
-Me gusta esa música, hoy está para esa clase de canciones y para tener a un stripper, por ahí -Señala una esquina curva del mostrador-, vestido solo con unos jeans bajos desgastados -concluye haciendo gesto de excitada.
-¿Con el marido que tienes, quieres a un stripper? -pregunta Sofi incrédula.
-Bueno, que me haga de stripper él, entonces -se detiene unos segundos-. Los jeans bajos les quedan muy sexy, recuerdo que la primera vez que lo vi, no podía quitar los ojos del primer botón del pantalón -dice riendo al recordarlo.
-Ay, Dios; prende el bloutuoh que te paso un poco de vergüenza -bufonea Tony arrancando carcajadas de las chicas.
Las puertas del restó se vuelven a abrir para que un hombre y una mujer «que jamás habían visto antes», puedan hacer su entrada. Al prestarles más atención reparan en sus uniformes de policía y Lina se pone en alerta.
-Buen día -saludan al entrar.
-Señorita Lina Rinaldi -manifiesta la mujer observando a la aludida.
-¿Quién la busca? -es la respuesta de Lina.
-Soy la agente Rojas y él es el agente Marín -contesta, mostrando su placa.
-¿En qué puedo ayudarlos? ¿Café, quizás? -ironiza, provocando que el policía frunza la boca para no reír.
-¿Podemos hablar con usted unos minutos? -indaga la policía, obviando el sarcasmo de Lina.
-Hable.
-¿Podríamos ir a un lugar más privado?
-Este es el lugar más privado del restó, agente Rojas.
-¿Está segura que quiere que sus empleados estén presentes? -cuestiona mirando a Tony y a Sofi con desagrado.
-Ellos son amigos, no empleados -Lina observa su reloj antes de volver a hablar-: Hable rápido que tengo cosas más importantes que hacer -No le había gustado nada que se metiera con sus amigos.
-No hay problema -interviene el oficial Marín, ya que ellas iban a seguir con su inútil guerra.
-Bien, entonces, ¿a qué debo su visita? -inquiere observando al hombre e ignorando a la mujer.
-Señorita Rinaldi, estamos aquí para hacerle algunas preguntas con respecto al Señor Ortega.
-¿Quién?
-Sobre Rafael Ortega; entendemos que eran amigos, al igual...-habla la mujer.
-Espere, espere. ¿Dijo era? -interrumpe Lina.
-Señorita, Rafael Ortega fue encontrado muerto ayer por la mañana en su casa -responde el hombre con amabilidad y tacto, como si a Lina le pudiese llegar a importar la muerte de unas de las personas que le jodieron la vida.
-¿Qué tiene que ver su muerte conmigo? -cuestiona con frialdad.
-Todavía no lo sabemos -suelta a mujer.
-¿Se cree que por portar una placa puede venir aquí a insultar e insinuar a su gusto? -habla Tony, mostrando su molestia respecto a esa mujer-. Encima tratar a Lina como si fuese la asesina -bufa-. Es muy poco policía y muy poca mujer como para lanzar injurias hacia las demás personas.
-Yo nunca dije que ella fuera la asesina -se defiende la mujer con suficiencia.
-¿Cuál es el propósito para que estén en mi restó?
-Queremos saber cuál era la relación que tenía usted con Rafael Ortega -habla la policía, obviando que anteriormente los trató de amigos.
-No había relación.
-Por lo que tenemos entendido eran muy buenos amigos, al igual que con Daniel Rossini -La mujer habla con mala intención y a Lina se le figura una media sonrisa en el rostro, mientras Tony y Sofi se tapan la boca por el comentario desagradable.
-¿Cómo dijo que era su nombre? -provoca Lina.
-Rojas.
-Rojas -repite-. Bien, agente Rojas, si usted fuera un buen policía, habría hecho como debe sus deberes y sabría la situación entre Rafael, Dany y yo; como no lo hizo, no voy a responder ninguna pregunta más, al menos hasta que vaya e investigue como es debido -Sonríe elevando una ceja-. Y estoy segura que cuando investigue, no volverá y si lo hace no va hacer para insinuar nada que ensucie mi nombre -concluye con arrogancia.
-Soy una muy buena policía, Rinaldi, y si estoy aquí es porque dudo que esa relación haya terminado; los mafiosos siempre están en contacto.
-Es verdad, siempre están en contacto, por eso debería empezar por ellos a preguntar, ¿o yo le quedaba más cerca? -Ladea la cabeza y la mira directos a sus ojos detectando la rabia en ellos-. Antes de hablar conmigo, debería hablar con los agentes Medina y Russel, ellos se encargaron de Rossini y de mí -Se toma un segundo-. Ah, y también debería hablar con Esposito, él fue quien dio órdenes -Lo nombra al recordar que era el jefe de los chicos y que Gaby le había contado que su jefe había estado ahí para ayudar en el rescate y que puso hasta un helicóptero a su disposición cuando salió desmayada por culpa de Ian.
-Eso... eso no lo sabíamos -titubea la mujer.
-Como dije, debería haber investigado -Sonríe por su victoria-. Ahora si me disculpan tengo trabajo que hacer -dicho eso, se da la vuelta y entra en la cocina.
Ya dentro del lugar, baja el escudo y deja caer sus hombros.
«¿Que habrá pasado con Rafa que está muerto? Tengo que hablar con los chicos y que me digan que está pasando» Se pregunta.
Tiene miedo que todo vuelva a empezar, no quiere sentirse otra vez vigilada, no quiere sentir que de nuevo pierde el control. Sabe que Dany no está, que él no podría ser, pero qué había pasado en realidad. Ruega que fuera un ajuste de cuentas y que no tenga nada que ver con ella. No sabría qué podría ser para que tenga que ver con ella, pero era mejor ser cautelosa y estar preparada; tenía que llamar a Gaby e Ian y que ellos averigüen qué carajo pasa y por qué fueron a ella.
-Ya se me fue el ánimo a la mierda -escupe en cuanto ve entrar a Tony-. Voy a mi oficina; cualquier cosa -Lo piensa unos segundos-... no estoy para nadie.
Sale con rumbo a la oficina sin darle lugar a que dijera nada estúpido como «todo va a estar bien», no necesita escuchar nada de eso, solo necesita pensar y rogar que haya sido solo una intromisión de una poli narcisista novata que necesita unos puntos extra para que la respeten.
Llega a la puerta de su oficina, la abre y al tener una visión panorámica del lugar y ver que su silla estaba ocupada, se queda paralizada en su sitio. Solo le toma unos segundos recomponerse, ella sabía cómo actuar impasible y no demostrar alguna reacción que pueda llegar a delatarla, en eso había sido bueno Dany entrenándola.
-Estás en mi silla -acusa al intruso, entrando y cerrando la puerta tras ella, mostrando con eso que no le tenía miedo, aunque llegara a cavarse su propia tumba.
-Me di cuenta -contesta el entrometido con una sonrisa que demostraba despreocupación.
-Quítate -ordena, acercándose por un costado del escritorio. El intruso amplía su sonrisa y con elegancia se levanta dándole el lugar a ella para que ocupase su silla, ella lo hace dejando su taza de café sobe el escritorio-. ¿Cómo entraste? -indaga, viéndolo sentarse frente a ella. A sabiendas que quizás era una estúpida pregunta, pero también es consciente que el restó tiene alarma y que hay custodios con ella, aunque no en el establecimiento, eso le hace pensar que seguramente ha estado en su oficina un par de horas antes de que abrieran, entonces sonríe antes de hablar-: No pensé que serías un simple ladrón, digo, estás aquí desde hace unas cuantas horas -Con claridad no era una pregunta, le estaba haciendo saber que sabía que se encontraba aquí desde hace mucho, aunque fuera una vil mentira -. ¿Quedaste atrapado en mi oficina?
-No soy una rata -espeta el aludido, con una pequeña mota de irritación.
-¿Qué quieres, Christopher? -pregunta, yendo directamente al grano, lo que menos quiere es tenerlo mucho tiempo merodeando en su espacio.
-¿Te enteraste de lo que le pasó a Rafael? -En ese momento Lina cae en la cuenta que hacía pocos minutos unos policías prácticamente la habían acusado de asesinarlo y ahora estaba Christopher en su oficina; no era casualidad su visita y la muerte de Rafa.
-De hecho, sí, acabo de tener una agradable visita de unos detectives que tuvieron la condolencia de darme la noticia y la sutilidad de culparme -Acopla sus ojos a los de él, que estaba prestándole mucha atención. No se había dado cuenta que la policía estaba en el mismo lugar que él-. Pero ambos sabemos que no fui yo la causante de su muerte, ¿verdad? -Detecta su arrogancia y le da la certeza de no estar errada en su pensamiento. Christopher era el responsable... Pero, ¿por qué?
-Estas en lo correcto.
-¿Por qué estás aquí? Al grano, Christopher, tengo cosas que hacer.
-¿No te conmueve la muerte de Rafa? -pregunta fingiendo pena.
-No -Eleva sus hombros con despreocupación para darle más énfasis a su respuesta.
-¿No eran amigos? -curiosea fingiendo también sorpresa.
-No.
-Vaya, pensé que si lo eran -dice, suspirando. Ella le echa una mirada para que hable de una vez-. Ah sí, a que he venido -Rueda sus ojos alrededor de la oficina, observando cada detalle hasta llegar de nuevo a los ojos de ella-. Estoy buscando al que mató a Dany -suelta sin más.
Los cabellos de la nuca de Lina se erizan, pero no deja que lo note, menos su helamiento corporal.
-Vuelvo a preguntar, ¿qué haces aquí, en mi oficina más específicamente?
-Pienso que tú lo mataste -acusa Christopher y Lina por un segundo deja de respirar, su corazón empezó a latir más fuerte y sabía que tenía que hablar antes que él escuchara los latidos que golpeaban su caja toráxica.
-¿Por qué piensas que yo lo maté? -pregunta sin quitarle los ojos de encima; tenía que ser fuerte y no bajar la vista para que él no piense que la había atrapado, aunque ella no lo hubiese matado, sabe que fue Alex quien lo hizo y no podía dejar que su hombre estuviera en peligro por salvarle la vida.
-Porque él estuvo aquí cuando murió y sé que te tenía cautiva, sé también que te rescataron y como te conozco, sé que te habrás vengado -especula.
-Estaba cautiva, tienes razón, pero yo no lo maté, no llegué a encontrarme con él -Suspira-, ni siquiera llegué a ver su cuerpo -Todo era verdad porque ella estaba inconsciente por culpa de Ian, pero le dijeron como habían sido los hechos y no iba a revelar más.
-No te creo -escupe.
-Me tiene sin cuidado... ¿Cómo se supone que iba a matarlo si yacía en un camastro atada y cortada? -En un movimiento de furia, se levanta la blusa para dejar al descubierto sus cicatrices-. ¿Ves? -Señala su propio abdomen-. Cortesía de Dany -Su rostro se estaba poniendo rojo de furia por recordar lo que el idiota le había hecho y ella dejaba mostrar su rabia ante Christopher porque eso le daba más credibilidad.
Aunque estuviera aliviada que él no estuviese más en su vida, quería vengarse y hacerle pagar lo que le hizo, era algo que tenía en el fondo de su ser, sin embargo, no iba a revelarlo delante de Alex, pero sí podía hacerlo delante de Christopher para que se alejara de su vida y no vaya detrás de su hombre.
-Estás poniéndote roja, Lina -le anuncia con un tono divertido.
-No me jodas, Christopher, ya te dije que yo no lo maté, estaba inconsciente, de hecho, estuve inconsciente más de dos días, por lo que me dijeron, la policía lo mató en mi rescate, así como mataron a muchos de sus hombres, si no es que mataron a todos -Lo mira con furia directo a los ojos inyectándole odio-. Si lo hubiera hecho yo, encontrarían pedacitos de él esparcidos por varios rincones de Argentina y, créeme, lo hubiera cortado estando vivo -La reacción de Christopher fue sonreír dejándole entender que le creía-. Y no digas que me conoces, porque no es así.
Toma su taza de café y sorbe sin quitarle los ojos de encima; él tampoco deja de mirarla; era una mirada de cautela, la estaba estudiando, ella lo sabía y no iba a dejar que la leyera.
-¿Sabes? Sí te conozco, eres igual a Dany, toda tu -dice, señalándola con su dedo índice de arriba abajo-. Eres un puro reflejo de él, a leguas se ve que Dany fue tu mentor, toda tu, te mueves como él, esa mirada arrogante y desafiante cuando algo no le gusta, lo impasible que siempre te muestras, al igual que él lo hacía y esa carencia de sensibilidad; no le importaba ensuciarse las manos, pero tienen una diferencia -Espera a que ella interrumpa, pero no lo hace-: Ese carácter tuyo de enfrentamiento; yo a él podía leerlo, podía saber si mentía o no, o lo que podía llegar a hacer, era bastante predecible -Se levanta de la silla y se acomoda el saco-, a ti no puedo leerte y eres impredecible -Camina hacia la salida con pasos lentos y avasallante como dueño del lugar. Se detiene en la puerta, la abre con lentitud y gira la cabeza sobre su hombro-. Por eso eres un problema -entona dejando un halo de amenaza en sus palabras y sale del lugar cerrando la puerta tras él sin voltear a mirarla.
Ella deja caer sus hombros y vuelve a respirar, ya que mantenía el aire sin darse cuenta mientras Christopher hablaba, tira su peso hacia el respaldo de la silla y su cabeza hacia atrás.
La puerta se abre de golpe haciéndola saltar en el lugar, frunciendo el ceño mira a Tony entrando con cara de susto.
-¿Quién era ese hombre con cara de mafioso?
«Exactamente eso» pensó ella.
-Nadie importante -Vuelve a tirar su cabeza hacia atrás esperando que el recién llegado la deje sola.
-¿Cómo entró? No lo vimos.
-Tony, no hagas preguntas, por favor; me duele la cabeza.
-Parecía un asesino de elite -suelta el boricua.
Lina lo mira con fijeza y señala hacia la puerta.
-Fuera.
-Vas a tener que hacer otro body-painting hoy, nena. Que mal genio, por Dios -farfulla, mientras sale de la oficina.
Lina toma el mando del reproductor de música, pone a Nirvana invadiendo toda la oficina y apagando los sonidos de afuera y los de su cabeza; se levanta de la silla y se desploma; sin nada de elegancia, sobre el sofá, tapándose los ojos, dejando que corra canción tras canción de una de sus bandas favoritas; tratando de no pensar, queriendo no pensar y el mejor escape es la música.