Esta es una de las noches en las que puedo ser un poco yo misma, o eso es lo que me digo a mi misma una y otra vez para que está faceta de mí que nadie conoce, no me de tanto asco cuando me mire al espejo. He venido aquí hace una semana solo por un objetivo y me he sentido asqueada de todo mi alrededor. Hoy, no soy Emma Dalton, la jovencita con aspecto desordenado, ropa ancha, cabello desaliñado y lentes de pasta gruesa.
La que está aquí ahora, es otra mujer, una que se ve como una vulgar bailarina exótica, llevando ropa super ajustada, dejando todo a la imaginación con el látex que cubre mis partes. Con tan solo veintiún años, he logrado infiltrarme, en los lugares más peligrosos y de los que menos me gustan, para poder conseguir y alcanzar mis objetivos.
Me miro al espejo y llevo un montón de maquillaje del que normalmente usaría, lentes de contacto para tapar el gris de mis ojos y antes de salir afuera, tomo varias respiraciones profundas para no terminar desplomada en pleno escenario. Me parece un chiste que la nerd como muchos me dicen. Lleve una vida de infierno desde que vio a su padre acabar con la vida de un ser humano como si nada frente a ella, sin ningún tipo de escrúpulos.
Desde entonces, tomé la decisión de seguir actuando en el mejor papel que conozco, aquel donde mis padres se desligaron totalmente de mí y no me dieron la atención adecuada, una hija abandonada por un padre criminal y una madre alcahueta. Ahora vivo completamente sola en Italia, de vez en cuando mi madre viene a visitarme, no entiendo para que, si viene, me mira de arriba abajo y se va como si fuera una especie de humo que el viento borra. Su insistencia en cerciorarse si quiero o no ayudarla económicamente y que ahora ya tienen tiempo para ver de mi. Lo que es una total mentira, mi madre no necesita dinero, solo quiere que esté de su lado y nada más.
- ¡Julissa, te quiero aquí ahora mismo! - gritan al otro lado de la puerta y quiero que todo se acabe está misma noche - ¡Deja de perder el puto tiempo y sal de allí! - siento que se me revuelve el estómago con tan solo imaginar lo que me espera, y todo lo que debo hacer si quiero conseguir lo que tanto quiero.
Sin embargo, ahora mismo eso no es importante, debo echar mis pensamientos atrás sobre si está bien o está mal. Escuché que está noche vendría uno de los hijos de perra que me ha estado arruinando la vida todos estos años, y le tengo una sorpresita, pero debo cuidarme las espaldas. Salgo de la habitación encontrándome a mi jefe está noche.
Afortunadamente no tuve que hacer un casting para entrar en este club, apenas me vio dijo que era perfecta para trabajar, lo que no sabe es que después de esta noche no volverá a verme nuevamente en esta pocilga. Tengo una identificación falsa y con mi cambio de imagen, dudo mucho que alguien pueda reconocerme.
- ¿Qué mi3rda estabas haciendo? - reprocha con un tono de voz repulsivo y oliendo a alcohol - Tengo clientes muy importantes esta noche, así que no te comportes como una perra.
- ¿Clientes importantes? - averiguo, ignorando que me acaba de insultar.
- Si, importantes así que mueve ese culo - aprieto las manos en puño ya que no soporto la manera en la que me habla, como una cualquiera.
- No tienes porqué gritarme - endurezco la mandíbula y al pasar a su lado siento una nalgada que me paraliza.
Me giro hacia él tan rápido que no se lo esperaba. Siempre llevo una pequeña navaja conmigo, pero lo suficiente filosa para arrancarle la cabeza.
- ¿Q-qué estás haciendo, Julissa?
- Me vuelves a tocar el cul0 y te juro que haré que los imbéciles que te protegen, te levanten con una manguera a presión - afinco el filo de mi navaja en su piel - Ya que no dejaré lugar donde tu asquerosa sangre pueda manchar.
Traga grueso y la mirada completamente cargada de rabia.
- Sal y haz tu trabajo - gruñe, pero no vuelve a ponerme una mano encima.
- Por supuesto, es lo que haré antes de cometer una estupidez - lentamente mira como voy metiendo la navaja en mi ropa interior y me voy para hacer mi trabajo.
Camino hasta la pequeña pista de baile improvisada mirando al cerdo abusador por encima de mi hombro. No soy ninguna inutil, practicar boxeo y defensa personal me ha ayudado mucho a no dejarme de ninguno de estos imbéciles. Moverse en el mundo criminal me ayuda a no dejarme intimidar por nadie y mucho menos de un cerdo asqueroso que suele manosearle el trasero a cualquiera aquí. Subo al reservado, donde se encuentran los hombres bien trajeados y reconozco.
Mis ojos no hacen contacto con ninguno de ellos, ya que no voy a correr el riesgo de que alguno pueda darse cuenta y me pillen fisgoneando. Solo necesito que suelten información y largarme de aquí.
- Miren lo que tenemos aquí - balbucea uno de ellos - Ha llegado nuestro aperitivo, así que a divertirse - entre bebidas y camareras con diminuta ropa, se sirven los tragos.
Paseo la vista por todo el lugar, la luz baja un poco su intensidad y dibujo una sonrisa triunfante en mi rostro cuando uno de ellos me mira recorriéndome entera. Se acerca a mí y me siento tranquila ya que tiene la clara orden de no poder tocarme, aún así no puedo fiarme de ninguno de ellos. No hace falta que coloque sus manos sobre mí, ya que su mirada me grita perfectamente lo que quiere hacer. Ese sutil coqueteo malvado que utiliza con todas las mujeres del lugar.
- Hola gatita, ¿cómo te llamas? - ronronea muy cerca de mí.
- ¡No pueden tocar a las chicas! - interrumpe mi supuesto jefe y no debería ser tan confiado, con estos sujetos no se juega.
Si hago algún movimiento estupido, como sacar mi navaja y atacar estaré en problemas. No son cualquiera, ellos pueden torcerle el cuello a cualquiera y obviamente no le gusta la manera en que el asqueroso le habla a uno de ellos, pero otro de ellos le hace una señal para que lo deje así.
- Este no es el lugar - lo reprende - Deja que la hermosa chica haga su trabajo - me mira con lujuria.
- Solo para aclararte algo - se dirige al asqueroso que me palmeo el trasero - La próxima vez que vuelvas a decirme lo que tengo que hacer, no viviras para contarlo - es una clara amenaza - Si me da la gana la tomaré de las caderas y la sentaré sobre mi regaño - me dirige una mirada mientras se agarra el bulto entre sus pantalones.
La música suena y el fondo musical es I seed Reed, haciendo parte del trabajo tranquilizando a los hombres Miro al fondo y reconozco al jefe de todos estos imbéciles. Nada más y nada menos que River Vasíliev, líder y cabecilla del narcotráfico en todo Moscú, no solamente eso. Es un mujeriego, peleador profesional, arrogante, peligroso y además es el Boss de la mafia rusa.
Para ser bastante honesta, el tipo da mucho miedo de una forma en la que su mirada es letal a la hora en la que me mira con esa intensidad silenciosa. Sin embargo, no es mi problema ya que he venido a este lugar para encontrar información acerca de Dylan Cromwell, un enemigo de toda la vida. Idiota obsecionado conmigo y con obtener información de mi padre, que obviamente no le entregaré.
- ¡Cariño, queremos verte mover ese trasero! - muevo mis caderas al ritmo de la música sensual dándoles la espalda a todos allí. Siento la mirada de quién se me acercó mientras baja las manos a su entrepierna, como si eso me provocara algún deseo o quizás una amenaza.
Hago de cuenta que no he escuchado nada y sigo bailando esperando que la música sensual cambie y así poder salir del foco de cada uno de ellos. Es un palco reservado donde solo los más importantes suelen entrar aquí, la mayoría se aburre de las mujeres y las envían lejos porqué hablan de sus negocios ilícitos. Pero, quiero quedarme un rato más ya que necesito quedarme alrededor de ellos escuchando todo.
- ¡Muévete cariño! - siguen gritando y la música me da la ventaja de poder pasarme las manos por todo mi cuerpo ocultando mi rostro con la peluca.
Absurdas políticas de confidencialidad le dicen a no acercarse demasiado a los "clientes" para evitar algún pase de información o infiltrado. Es por eso que utilizo mi arma de seducción para quitar las tiras de mi vestido mostrando un poco de piel en mis hombros. Siguen platicando y finjo no escuchar, pero me miran como perros hambrientos y eso me da una ventaja de que me permitan estar un poco más cerca.
- ¡Hey tú, quiero que me dejes a esta nena un par de horas más! - grita al asqueroso que organiza esto y lo fulmino con la mirada.
- ¡Baila para los señores y hazlo bien! - me provoca lanzarle una granada, pero simplemente actuo como una mujerzuela más que simplemente continúa su trabajo.
Poco a poco y lentamente, me acerco a los hombres, quienes beben, hablan y siguen distraídos con las mujeres al fondo. Tal cómo lo imaginaba, comienza a hablar mucho más alto y agudizo mi oído para poder escuchar.
- No debes confiarte, muchas veces comete errores - dice uno de ellos y sigo bailando de la forma más sensual para distraerlos lo más que pueda.
- De ser así, tendremos que dejarle muy claro a ese gran imbécil quién es el que manda aquí - la arrogancia de aquel sujeto me hace blanquear los ojos y su tono de voz gruesa y demandante, sé que viene de una sola persona.
Discretamente observo al hombre sentado allí en el medio, tomándose un vaso de lo que parece ser whisky, con la mirada puesta sobre mí todo el tiempo. River Vasíliev, es un hombre bastante intimidante y me aprovecho de su fijación hacía mí, para comenzar a bailarle con mucha más sensualidad, esperando que me suelte más información de la que necesito.
- No se atrevera a desafiarme - asegura.
¡Bingo! Seguro que están hablando de Cromwell, y sinceramente no creo que sea tan estupido para venir aquí a enfrentarse a alguien tan poderoso como lo es él. Parece que ha venido aquí solo por reuniones y a distraerse viendo espectáculos de mujeres hermosas, exóticas, nudistas y a la que probablemente convenza para llevarla a su cama.
- Esta noche llegarán los hombres - suelta de pronto el ruso con ese acento tan marcado y rápidamente me pongo alerta sin dejar de mover las caderas fastidiando de está situación. Sujeto mi cabello y levanto los brazos dejando que me miren los muslos desnudos, aparte de todo lo que he aprendido en está vida. También he tomado clases de danza arabe así que soy una experta en esto.
- No sé como, pero tenemos que llegar allí a como dé lugar - agrega alguien a quién no he escuchado en todo el tiempo que llevo aquí y si no me equivoco, debe ser Salvatore Russo, uno de los mafiosos más intimidantes de Italia.
No me extraña que ambos estén aquí, Vasíliev debe tener infiltrados en cualquier lugar y que Russo, esté aquí es una clara respuesta a su arrogancia y poder le permiten reunirse con ellos aquí.
- Cromwell, no hará nada mientras yo esté aquí - suelta y elevo la mirada un poco más, comienza a darme información que me gusta y mi atrevimiento da para ponerme a los pies de quién se me acercó antes y empezar a seducirlo con mis movimientos.
Los nervios comienzan a dominarme, pero debo tener mucho cuidado. Si alguno de ellos se da cuenta que no soy una bailarina, si no una espía que está aquí infiltrada solo para conseguir información. Lo más probable es que termine mu3rta.
- Yo que tú, no confiaría en ese hijo de perra - esboza una sonrisa sin apartar la mirada de mí. Me alejo un poco, sigo bailando como si la conversación no me importara, me pone nerviosa que no me quite la mirada, no es un hombre estupido.
- Sabemos que Torricelli, le está pisando los talones desde hace tiempo - mi ceño se arruga y de pronto mis movimientos se detienen una fracción de segundos confundida.
Nunca había escuchado sobre algún Torricelli, no sé de quién me hablan y necesito saber porqué busca tan desesperadamente al infame de Dylan.
- Ese demonio no tiene absolutamente nada que hacer aquí - murmura el ruso - Aunque debo admitir que es un obstinado muy leal.
- ¿Eso quiere decir que confías en él? - analiza Salvatore - Siendo tú, no me confiaría tanto en ese tipo - se le dibuja una sonrisa en el rostro dejandome completamente paralizada por la expresión malvada que se le forma en el rostro.
- Lo mejor es que no te metas con el Diavolo de Torricelli - trago grueso con la información que suelta. Ya que desconocer algo que no tengo en mi cabeza me pone alerta a que me estoy enfrentando.
¿Será otro italiano? Sus ojos se fijan en los míos y un escalofrío recorre toda mi columna cuando se da cuenta que me he quedado allí más tiempo del necesario. Escuchando lo que no debería y se levanta furioso tomandome del cabello con tanta fuerza en su puño lastimandome y no puedo evitar chillar por el dolor.
- ¡Cómo te atreves a escuchar una conversación ajena, perra infeliz! - sacude mi cabeza arrastrandome por el suelo y el supuesto jefe viene reclamando que me suelte, pero no lo escuchan.
- Señor lo siento, n-no ha sido mi intención - finjo temblar y me gustaría reirme de mí misma, después de amenazar al idiota de mi "jefé" con una navaja, ahora estoy aquí, pidiendo clemencia para que un hombre cómo el no me haga daño.
Lo que no sabe es que Julissa Stanford, no se puede dar el lujo de revelarse ante un líder como Vasíliev, eso destruiría por completo mi plan y para ellos, tengo que ser, la bailarina exótica y dama de compañia, asustada, nerviosa, y que niega frenéticamente con la cabeza.
- ¡Oiga, ya le dije que no pueden tocar a las....! - su voz se corta abruptamente cuando es lanzado al suelo a causa de una bala que colocan en su cuello.
- Es por este motivo que no me gusta tener mujerzuelas a mi alrededor cuando se habla de negocios - dice el Italiano - No sé sabe si estás perr4s son infiltradas de la mafia - siento la garganta seca con lo que dice y la manera en la que me escanea como si estuviera revelando alguna verdad en mí.
Vasíliev, es un hombre realmente pervertido y sin escrúpulos como todos los rusos. Tengo que salir de aquí, o terminaré colgada en el techo guindada en un gancho, como un animal.
- Ahora mismo estoy imaginando la forma en cómo te verías sin uno de esos bonitos ojos azules - amenaza con su acento tan marcado, aquel que me eriza la piel - ¿Cómo te gustaría que lo hiciera? - inquiere con perversión - Me gustaría ponerlo en tu linda boca o quizás, introducirlo por alguno de tus otros orificios.
Aprieta mucho más el agarre en mi cabello. La tentación de sacar la navaja y rebanar su cuello, cruza por mi cabeza, pero eso sería exponerme y además joderlo todo. No puedo hablar cuando su mano rodea mi cuello y la respiración se me atasca en la garganta cuando es él quién saca algo filoso de su pantorrilla que asumo es una navaja que va directo a mi iris.
- L-lo siento... - no puedo explicar la forma en que mi garganta arde y la ira me quema por dentro al no poder llevar a cabo lo que pienso hacerle. Lentamente bajo la mano para buscar algo con que defenderme, pero en ese momento siento que una sombra se posiciona a mis espaldas y puedo ver como la mandíbula de Vasíliev se tensa.
- ¿Jugando con la comida, ruso hijo de puta? - suena una voz extremadamente ronca, como si tuviera mucho tiempo sin hablar y me pone verdaderamente nerviosa de una manera diferente.
- Miren a quién tenemos aquí - murmura sin soltarme - Il Diavolo - agrando los ojos con el sobrenombre que pronuncia Vasíliev - Estaba por disfrutar de una deliciosa comida - se saborea.
- Sueltala, tenemos que hablar - ordena y el ruso no parece gustarle que otro le dé órdenes, pero debe confiar mucho en el hombre, para hacer lo que le pide y más sabiendo la forma en que le habla al Boss de la mafia rusa.
Un rato después y de mala gana, el ruso me suelta y hace que me tambalee. Caigo de cul0 al suelo, y la sombra que anteriormente estaba detrás de mí, se mueve quedando de frente, donde solo puedo ver sus botas negras. Instintivamente elevo la mirada y en cuanto mis ojos lo ven, todo dentro de mí comienza a temblar verdaderamente.
Lleva puesta una camiseta negra, pantalones ajustados y mirada intensa, es demasiado alto, y calculo que es un metro noventa o un poco más. Es muy imponente, co el cabello negro alborotado y humedo como si acabara de tomar una ducha. Su mirada es desafiante y la tinta en su cuerpo le suma un aire bastante.... ¿demoníaco?
- Lárgate de aquí si no quieres que yo mismo te mate - no aparta la mirada de mí y me encojo en mi sitio.
Es la primera vez que siento miedo, un verdadero terror. ¿Qué me sucede? No puedo dejar que ningún hombre me ponga de está forma, así de nerviosa y descuidada.
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