Capítulo 4 LA MUJER DE LA NOCHE

⚠️ ADVERTENCIA⚠️

La historia a continuación tiene lenguaje obsceno explícito, escenas de violencia y contenido sexual para mayores de 18 años. Por favor, leer bajo su propia responsabilidad.

Sin más que decir. CONTINUEMOS.

EMMA DALTON

VENECIA, ITALIA

EN ALGÚN CLUB NOCTURNO

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Hoy es una de esas noches en las que puedo ser yo misma, o eso es lo que me repito una y otra vez para que esta faceta que nadie conoce, no me repugne cuando me miro al espejo. Ahora mismo no soy Emma Dalton, soy aquella mujer que se ve como una vulgar bailarina exótica y lleva ropa demasiado ajustada.

A pesar de que tengo veintiún años, la imagen de chica tímida, con gafas, la cabeza gacha y la ropa ancha, es la que ahora mismo lleva un montón de maquillaje, lentes de contacto y toma varias respiraciones para que no termine desplomada en pleno escenario. Parece un chiste que la nerd como mucho me dicen, viva un infierno de vida, desde aquella vez que vi como mi padre acababa con la vida de un ser humano como si nada. Y desde entonces tomé la decisión de seguir actuando en el mejor papel que conozco, aquel donde mis padres no me prestaban nada de atención.

Ahora que vivo completamente sola en Italia, de vez en cuando ellos o mejor dicho, mi madre, viene a visitarme, pero lo hace solo para cerciorarse de que pueda ayudarla económicamente y que ahora si tienen tiempo de verme. Lo que me parece una total mentira.

- ¡Julissa! - gritan al otro lado de la puerta - ¡Deja de hacerme perder el puto tiempo y sal de allí! - siento el estomago revuelto con tan solo imaginar lo que me espera, todo lo que tengo que hacer.

Sin embargo, nada de eso me importa si obtendré lo que necesito. Está noche viene el hijo de perra que me ha estado arruinando la vida todos estos años, a quien le tengo un regalo, pero del que debo cuidarme.

Salgo de la habitación encontrándome a mi jefe está noche. No tuve que hacer casting, apenas me vio dijo que era perfecta para trabajar, lo que no sabe es que mañana no volverá a verme por aquí, le di identificación falsa y con mi cambio de imagen, dudo mucho que pueda reconocerme en la calle.

- ¿Qué mierda estabas haciendo? - reprocha - Tengo clientes muy importantes afuera.

- Ya estaba saliendo - sigo adelante - No tienes porqué gritarme - ruedo los ojos y me lanza una nalgada cuando le pasó por un lado.

Aprieto las manos en puños y me le voy encima sacando la pequeña navaja que tengo metida en mi diminuto bikini y se la coloco en el cuello.

- Me vuelves a tocar el culo -susurro - Y te juro que los imbéciles que te cuidan el culo, tendrán que levantarte con una manguera porqué no dejaré lugar que tu asquerosa sangre no manche.

Lo miro tragar grueso y con la mirada llena de rabia. Puede que tenga que trabajar está noche, pero ningun idiota va a tocarme ni ahora ni nunca si no quiere terminar en una caja de madera.

- Ve a la pista - gruñe, pero no vuelve a tocarme.

- Lo haré - meto la navaja en mi ropa interior y me voy para hacer mi trabajo.

Camino hasta la pista de baile mirandolo por encima de mi hombro. Desde hace un tiempo que tomó clases de boxeo y defensa personal, además he sabido meterme en el mundo ilegal, sin dejarme intimidar por absolutamente nadie, menos in asqueroso que suele manosearle el trasero a cualquiera.

Subo al reservado, donde se encuentran algunos hombres trajeados y que creo conocer. No los miro a los ojos, ya que no quiero correr el riesgo de que alguno se de cuenta y me pillen mirándolos. Lo único que necesito es que suelten información.

- Ha llegado nuestra chica - grita uno de ellos - Es hora de la diversión - se escuchan las bebidas y las camareras con diminuta ropa sirviendoles tragos.

Paseo la vista por el lugar cuando bajan un poco más la intensidad de la luz y dibujó una sonrisa cuando uno de ellos me mira recorriéndome entera. Al igual que los demás estan trajeados y se acerca a mí, tiene la clara orden de no poder tocarme, pero no hace falta que lo haga, sus ojos lo están haciendo perfectamente. Con ese aspecto coqueto y malvado que debe utilizar con todas sus mujeres.

- ¿Cómo te llamas? - pregunta muy cerca de mi.

- Señor, no puede tocar a la chica - lo interrumpe mi supuesto jefe y debe tener miedo que le haga lo mismo a este que le hice a él hace un momento.

No soy tan estúpida, para sacar mi navaja y atacarlos. No son cualquiera, ellos si pueden torcerse el cuello. No le gusta el comentario y aprieta la mandíbula, pero el sujeto de atrás le llama la atención para que se detenga.

- Aquí no - reprende - Deja a la chica hacer su trabajo - se aleja no sin antes mirarme de nuevo.

- La próxima vez que me digas lo que tengo que hacer - le dice a mi supuesto jefe - No vas a contarlo, pero si me da la gana puedo tomarla de las caderas y sentarla aquí - esto último lo dice fuerte y mirandome mientras se agarra el miembro.

Enciendo el estereo y dejo que I seed Reed, haga parte del trabajo y tranquilice a los hombres.

Miro al fondo y reconozco al jefe de todos estos idiotas, River Vasílien, líder y cabecilla del narcotráfico en todo Moscú, un mujeriego, peleador, arrogante, peligroso y además es el Boss de la mafia rusa. Si soy sincera, da más miedo cuando está en silencio que cuando ataca a sus víctimas. Sin embargo, el no es mi problema está noche, ya que vine aquí para encontrar información sobre Dylan Cromwell, un enemigo de la vida, idiota obsecionado conmigo y con sierta información de mi padre que quiere que le entregue.

- ¡Quiero ver como mueves ese trasero! - comienzo a mover mis caderas con más ganas dándoles la espalda a todos allí. Siento los ojos de quien se me acercó mientras baja las manos a su entrepierna, como si eso me provocara o amenazara.

Continuo y estoy esperanzada que la música no termine, ya que luego de esta solo tengo otra ronda para irme de aquí. Es un palco reservado, pero no todas llegan a permanecer más de dos canciones. Políticas de confidencialidad le dicen. Así que los provocó rodando las tiras del vestido por mis hombros y mostrando algo de piel. Siguen hablando de negocios, pero me miran con ojos lujuriosos y eso me da ventaja de que me dejen un poco más, así que uno de ellos exige otra hora de mi show así que aprovecho para acercarme mucho más a ellos y poder escuchar.

- No te confíes, a veces le gusta cometer errores - comenta uno.

- Entonces tendremos que dejarle en claro a ese imbécil quien manda por aquí - la arrogancia de aquel sujeto, la voz gruesa y el tono demandante solo tiene que venir de una sola persona.

Miro de reojo y lo veo allí, sentado en el medio tomándose un vaso de lo que parece ser whisky, con la mirada puesta en mí en todo momento. River Vasiliev, a quien comienzo a bailar con sensualidad, esperando que me de mucha más información de la que necesito.

- No se atrevera a desafiarme - asegura.

Tienen que estar hablando de Dylan Cromwell, pues no creo que sea tan estupido como para venir aquí y enfrentarse a alguien tan poderoso como el, que viene a este lugar para distraerse con espectáculos de mujeres hermosas, exóticas, elegantes y a quien probablemente se lleve a la cama.

- Los hombres llegarán está noche - suelta el ruso y me pongo alerta mientras sigo moviendo mis caderas, tomándome del cabello y levantando los brazos dejando que miren mis muslos desnudos.

No solamente boxeo, también tomé clases de danza arabe para este tipo de situaciones.

- No sé como, pero tenemos que llegar allí a como dé lugar - agrega alguien a quien no he escuchado en todo este rato y si no me equivoco, es Salvatore Russo, un mafioso bastante intimidante en Italia.

No me extraña que ambos se encuentren aquí, Vasiliev tiene infiltrados en donde quiera y que Russo, venga aquí es una clara respuesta a que su arrogancia y poder le permitan reunirse con ellos aquí, sabiendo dónde está.

- Cromwell, no hará nada mientras yo esté aquí - tiene razón, elevo la mirada un poco, comienza a darme información que necesito y mi atrevimiento da para ponerme a los pies de quien se me acercó y empezar a seducirlo con mis toques.

Debo tener mucho cuidado, si alguno de ellos se da cuenta que no soy una bailarina, si no que me acerque para escucharlos, probablemente termine muerta o a manos de alguno de ellos, para ser su marioneta.

- Yo que tú, no confiaría en ese hijo de perra - esboza una sonrisa sin apartar la vista de mi. Me está poniendo nerviosa, así que continuó como si lo que dicen no me importara.

-Sabemos que Torricelli, le pisa los talones desde hace tiempo - arrugó el entrecejo y detengo mis movimientos en una fracción de segundo confundida.

¿Qué demonios? Nunca había escuchado ese nombre, no sé de quién hablan y necesito saber porqué busca tan desesperadamente a Dylan.

- Ese demonio no tiene nada que hacer aquí - murmura el ruso - Sin embargo, admito que es obstinado y leal.

- ¿Confías en él? - analiza Salvatore - Yo que tú no me fiaría tanto - una sonrisa se le dibuja en el rostro dejandome paralizada por la expresión que se le forma. Una muy malvada.

- No te metas con el Diablo Torricelli - trago grueso con la información, desconocer sobre algo me pone nerviosa, ya que no sé a quién me estoy enfrentando. ¿Otro Italiano?

Sus ojos se fijan en los míos y un escalofrío me recorre la espalda cuando se da cuenta que me he quedado allí, escuchando lo que no me importa. Así que se levanta furioso y atrapa mi cabello con tanta fuerza en su puño, que no puedo evitar chillar del dolor.

- ¿Te atreves a escuchar mi conversación, perra infeliz? - forcejea con mi cabello arrastrandome y mi supuesto jefe viene reclamando que me suelte.

- Señor, nunca fue mi intención - sigo temblando.

Me gustaría reírme de mí misma, Emma Dalton hace un par de horas amenazó a su jefe, pero Julissa, no se puede dar el lujo de revelarse ante un líder como Vasiliev, ya que destruiría mi plan. Para ellos tengo que ser la bailarina exótica y dama de compañía, asustada, nerviosa y que niega frenéticamente con la cabeza.

- ¡Oiga! recuerde que no puede tocar a la... - su voz se corta y termina tirado en el suelo.

Lo que más me aterra de todo este alboroto que he causado, es que me descubran, que se den cuenta que no soy una bailarina, si no una infiltrada que los estaba espiando.

- Por este motivo es que no me gusta tener mujerzuelas a mi alrededor cuando se habla de negocios - espeta el italiano - Uno nunca sabe si son infiltradas de la mafia - siento la garganta seca con lo que dice y la manera que me escanea como si quisiera descubrir la verdad.

Lágrimas brotan de mis ojos y corren por mis mejillas. Vasiliev es un hombre pervertido y sin escrúpulos como todos los rusos.

- Ahora mismo estoy imaginando como te verías sin uno de esos bonitos ojos azules - amenaza con su acento tan marcado, aquel que me eriza la piel - ¿Cómo te gustaría recibirlo? - inquiere - ¿Te lo doy en la boca o prefieres que lo meta en otro lado?

Joder, este hombre es perversión pura. No puedo hablar, la respiración se me atasca en la garganta verdaderamente cuando saca algo filoso de su pantorrilla que asumo es un cuchillo o una navaja que va directamente a mi ojo.

- Señor, yo... - no puedo explicar lo que me arde la garganta y la ira de no poder llevar a cabo lo que pienso hacerle. Sin embargo, cuando estoy apunto de responder otra de mis súplicas, una sombra se posiciona a mis espaldas y puedo ver como la mandíbula de Vasiliev se tensa.

- ¿Jugando con la comida, ruso hijo de puta? - una voz extremadamente gruesa y ronca, se escucha detrás de mí poniéndome verdaderamente nerviosa de una manera diferente.

- Diablo - agrandó los ojos con el sobrenombre que pronuncia Vasiliev - Me parece que es una comida deliciosa - se saborea sin soltarme.

- Suéltala - ordena - Y tú, lárgate de aquí - al ruso no parece gustarle que otro le dé órdenes, pero debe confiar mucho en él como dijo su amigo o lo respeta, porqué nadie le habla de esa forma al Boss de la mafia.

De mala gana Vasíliev me suelta y me tambaleo cayendo de culo al suelo, la sombra se mueve quedando frente a mi y a pesar de las amenazas anteriores mis ojos se alzan buscándolo y de pronto todo comienza a dar vueltas. Me quedo sin aliento y creo que definitivamente he dejado de respirar.

El hombre delante de mí, con una camiseta negra, pantalones ajustados y mirada intensa. Es demasiado alto, como un metro noventa o un poco más, imponente, con el cabello alborotado y algo húmedo como si hubiera tomado una ducha hace poco. Tiene una mirada desafiante y la tinta en su cuerpo le suma un aire bastante... diabólico.

- Lárgate de aquí si no quieres que te maten - no aparta la mirada de mí y me encojo en mi sitio.

Me doy cuenta que sigo en el suelo, mirandolo desde abajo sintiendome como un pequeño insecto que puede ser aplastado en cualquier momento por él, ya que por primera vez siento miedo, verdadero terror. ¿Qué me sucede? Ningún hombre me ha puesto de está forma, así de nerviosa e insegura, nadie me ha dejado sin voz como él y menos arrodillada en el suelo como si fuera una sumisa.

¿Quién es este hombre?

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