Capítulo 2 Nunca seré lo que esperas de mí

-Bruno Cicarelli-

Suena mi despertador como cada mañana, me intenté levantar, pero los dolores a causa de la paliza que me dio mi padre no me deja mover mi cuerpo.

La noche anterior fue la peor noche de toda mi vida, ser el hermano mayor de los Cicarelli conllevaba un gran esfuerzo y sacrificio. Mi pappa es dueño de una textilera y mi mamma una cantante de ópera retirada, ellos se casaron después que mi pappa la cortejara por un tiempo y bueno, nací yo, el primogénito.

Después de mí, vienen Lorenzo, Ítalo y Giovanni, los cuatro hermosos príncipes de mamma.

¿Por qué me acordaba de ellos en este momento? no lo sé... De nuevo cerré los ojos y me deje llevar por el sueño y el dolor...

Nuevamente sonó el despertador e intento moverme, debo hacerlo, necesito saber ¿Qué pasó con mi mamma? Espero que ella no hubiese recibido ningún golpe, pues aguanté estoicamente cada uno de los latigazos que me dio por negarme a casar con la estúpida hija de su socio, pero yo no claudicaría, mi sueño era ser médico. Jamás he estado interesado en ser de la alta alcurnia de Roma, menos trabajar tras un escritorio y tampoco me regiría por las ambiciones de mi padre.

Escuché la puerta que se abrio y era mi hermano Giovanni quien entró sigiloso...

-¿Estás despierto?

-Mejor pregunta si estoy vivo.

-Hermano, lo siento tanto por no saber qué hacer. -estaba llorando al ver mi estado, mi pequeño Gio era muy sensible y todo esto debe abrumarle, debia calmarlo, no merecia una culpa que no era de él.

-Aún eres un niño, tranquilo mi bello bebé, tu no tienes por qué intervenir en nada, esto es un problema entre pappa y yo.

-Pero pappa está furioso, encerró a mamma en su habitación y no permite que nadie se acerque a ella, dice que es la culpable de tu terquedad.

-Merda, tendré que hablar con él, no puede hacerle eso a mamma, es injusto. Que me castigue a mí no me importa, pero que deje a nuestra madre en paz.

Con la ayuda de mi hermano me levanté y fui al baño, Giovanni llevaba la pomada que usaba mi madre cada vez que mi padre nos daba una paliza y la aplicó con el cuidado de un niño de su edad puede hacer, pero creo que entre el dolor de mi carne abierta y los toques nada sutiles de mi hermano, vi hasta unicornios de colores. Aunque me aguanté, era necesario no demostrar flaqueza ante mi padre y eso era lo que haría.

Después de vendarme, coloqué sobre mi cuerpo una camisa negra y unos pantalones de pana de color gris, calcé mis zapatos y me dispuse a hablar con mi padre, debía entender que no podía casarme con Nicoletta, era imposible pues yo, yo tampoco estaba hecho para el matrimonio.

Con el dolor a cuestas y el ánimo por los suelos bajé las escaleras de la casa y llegué frente a la puerta de su despacho. Di tres golpecitos y escuche el adelante en su voz fuerte. Abrí la puerta y me encontré frente a él, sentado en su viejo sillón de cuero negro fumando un puro.

-Veo que resististe. -dice como mofa en mi cara.

-Pappa...

-Ya sabes la respuesta que quiero, Bruno. Aceptas o necesitas otra tunda para que te lo explique.

-Pappa, por favor, seamos razonables. O estamos en el medioevo.

-La razón en esta familia la tengo yo y nadie más que yo, tú debes casarte con Nicoletta y darme muchos nietos, asumir el puesto que te toca en la empresa y hacerme feliz.

-Pero eso no es lo que yo quiero, pappa. -Solté en tono bajo y esperé la reprimenda-. Tú sabes que quiero hacer otras cosas, la textilera jamás me ha interesado.

-Eres mi hijo mayor, asume tu realidad.

-Nunca seré lo que esperas de mí, pappa... -Siento su palma golpear mi mejilla y trato de no moverme, necesito ser fuerte.

-Esposo... -La voz casi audible de mi madre, nos sacó de la discusión, tenía un moretón en el ojo derecho y se movía con dificultad.

-Sal de aquí maldita mujer, ya mucho he aguantado que malcriaras a esos cuatro hijos tuyos.

-¡No! -Por primera vez, en todos estos años escuché que su voz interior habló y no sentí miedo, ella quería defenderme y yo haría todo por ella-. Me cansé de tus amenazas, de tu maltrato encarnizado contra Bruno y a mí. No voy a ceder, ¡Nunca más!

-¿Y qué vas a hacer mujer?

-Largarme con mis hijos de aquí -mi madre miró a mi padre con odio y luego de eso se dirigió a mí-. Bruno. Ve por Gio y tomen sus cosas, nos vamos ahora mismo de esta casa.

-Si se van los dejaré sin nada, desde ahora no serán mis hijos y esos dos que están en la escuela les haré que paguen por tu falta de respeto. -En ese momento la ira me sobrepasó y solo vi todo rojo, escuché los gritos de mi madre y que mi hermano pequeño me sostenía, pero yo solo actuaba...

Estuve detenido una semana en la peor celda que me podían dejar, pues las lesiones que le provoqué a mi padre fueron de cuidado. No sé que habrá hecho mi madre para que levantara los cargos en mi contra, pero hoy me esperaba junto a Gio, con dos maletas.

-¡Oh, mi Bambino! ¡Cómo estás de delgado! ¿Qué te hicieron ahí dentro?

-Tranquila, mamma. Todo se va a solucionar con una de tus ricas sopas, pero ¿Qué es esto? -pregunté indicando las maletas.

-Nos vamos para Estados Unidos...

            
            

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