De matrimonio a Venganza
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Capítulo 2

Diez meses después de la boda, Javier llegó a casa con una expresión de falsa solemnidad.

No venía solo. En sus brazos, y en los de Sofía Reyes, su "amiga de la infancia", traían dos pequeños bultos.

"Isabella, mi amor," dijo con la voz quebrada. "No vas a creer lo que pasó."

Yo ya sabía lo que venía. Había estado esperando este día.

Sofía, a quien yo misma le había dado un puesto de confianza en la empresa familiar por petición de Javier, me miró con unos ojos llenos de una lástima fingida.

"Estaba visitando el orfanato que apoyo," continuó Javier, "y encontré a estos dos angelitos. Gemelos. Sus padres murieron en un accidente. Mi corazón no me permitió dejarlos allí desamparados."

Puso a uno de los bebés en mis brazos. Un niño.

"Isabella, sé que acordamos no tener hijos, pero míralos. Son huérfanos. Necesitan un hogar. Necesitan a una madre."

Miré al bebé. Luego miré a Javier y a Sofía. Vi la misma mirada de complicidad entre ellos que había visto tantas veces en mi vida pasada. Eran sus hijos. Sus hijos biológicos.

En mi vida anterior, me derrumbé. Grité. Me sentí traicionada por el acuerdo que habíamos hecho. Pero él me convenció. Me dijo que era el destino, que éramos su única esperanza.

Esta vez, sonreí con la más dulce de las sonrisas.

"Oh, Javier. Son preciosos."

Acaricié la mejilla del bebé.

"Claro que los criaremos. Serán nuestros hijos."

La sorpresa en los rostros de Javier y Sofía fue casi cómica. Esperaban resistencia, una pelea. No una aceptación tan rápida y amorosa.

"Les llamaremos Leo y Luna," dije, usando los mismos nombres que ellos habían elegido en mi otra vida.

Mis padres llegaron poco después, alertados por el personal. Mi madre me miró, horrorizada.

"Isabella, ¿qué significa esto? ¿Has perdido la cabeza?"

Mi padre miró a Javier con puro desprecio.

"Siempre supe que no eras de fiar."

Tomé la mano de mi madre y la apreté suavemente.

"Mamá, papá, por favor. Mírenlos. Son solo bebés inocentes. Javier tiene un gran corazón. Y yo seré la mejor madre para ellos. Lo prometo."

Mi actuación fue impecable. Los calmé. Los convencí.

Javier me abrazó, susurrando en mi oído lo maravillosa que era. Sofía sonreía, aliviada.

El segundo paso de su plan estaba completo. Habían introducido a sus herederos en el corazón del imperio Vargas.

Pero mientras yo acunaba a su hijo, mi mente estaba en otro lugar. Pensaba en mis verdaderos hijos. Mateo y Valentina.

Hijos que nacerían en secreto, fruto de mi amor con Alejandro. Hijos que serían criados lejos de esta farsa, educados para ser los verdaderos herederos.

La crianza de Leo y Luna acababa de comenzar. Iba a darles todo. Todo, excepto lo único que importaba: valores, educación y amor verdadero.

Iba a convertirlos en monstruos. Sus propios monstruos.

            
            

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