Capítulo 4 Menú de fuego

Lucia no esperaba que el aire oliera tan bien.

Lo primero que sintió al entrar a Dragón Estelar fue una mezcla inesperada de humo suave, limón verde y madera mojada. Un aroma perfectamente equilibrado entre frescura y peligro. Como una tormenta recién contenida.

Lo segundo que notó fue que el lugar estaba... casi vacío.

-Reservaron menos personas de las que creí -susurró Lucia, acomodándose la blusa color marfil mientras pasaban junto a una lámpara colgante hecha de cucharones viejos y tubos de cobre.

-Perfecto -respondió Victoria sin el más mínimo rastro de decepción-. Menos testigos para cuando derritas la dignidad frente al chef.

Lucia le lanzó una mirada fulminante, pero antes de poder replicar, una voz los interceptó desde el centro del salón.

-Ey... la chica de la ventana y su amiga.

Ambas se giraron.

Y ahí estaba.

Naethan Goodfry.

Cabello oscuro, ligeramente azulado, como si la noche le hubiera dejado huellas en la melena. Despeinado, sí, pero no por descuido, sino por rebeldía premeditada.

Ojos verdes esmeralda, de esos que no solo miran: estudian, sostienen, y dejan una incómoda sensación de haber sido leída por completo.

Camisa negra ceñida al cuerpo, revelando sin alarde que debajo de todo ese caos creativo había horas de gimnasio, disciplina y genética bendita.

Pantalón entallado, botas de cuero café, cinturón con hebilla plateada y el detalle final: ese perfume amaderado con notas cítricas que golpeaba primero la nariz y luego el subconsciente.

Lucia se quedó inmóvil un segundo. Fue un parpadeo, apenas un gesto. Pero lo suficiente para que Victoria la codificara por completo.

-Buenas noches -dijo Naethan con una media sonrisa que era todo lo contrario a Charles: genuina, traviesa, con un dejo de "te reconozco, pero no voy a decírtelo todo todavía".

-Hola -respondió Victoria encantada, estirando la mano como si tuviera intención de pedirle matrimonio en cinco minutos.

Lucia, en cambio, se cruzó de brazos.

-Pensé que un chef con tanta energía no tendría tiempo para atender en persona.

Naethan ladeó la cabeza, divertido.

-Solo a los casos especiales. Y ustedes están en mi lista desde que descubrí que alguien me miraba como si fuera una amenaza pública con errores ortográficos.

Lucia alzó una ceja.

-Lo sigo considerando un crimen contra el idioma.

-Y yo sigo creyendo que los mejores platos son los que no siguen la receta -respondió, sin perder esa sonrisa desarmante.

Victoria rió, encantada.

-¿Dónde nos sentamos, chef Goodfry?

-Por acá -dijo, guiándolas hacia una mesa junto al ventanal. El lugar estaba apenas decorado: luz cálida, paredes con pizarras escritas a mano, mesas de madera clara sin mantel y servilletas de lino dobladas con precisión militar. La cocina, visible desde la barra, rugía suavemente con los primeros platos.

Naethan les entregó dos menús cortos, ilustrados a mano.

-Esta noche es algo experimental -explicó- Tres tiempos. No se preocupen por elegir. Solo relájense y déjense llevar.

-¿Y si no nos gusta? -preguntó Lucia, aún con ese filo en la voz.

-Entonces me sentiré personalmente ofendido, pero igual no les cobraré el postre -dijo él con una reverencia irónica.

Lucia sostuvo la mirada.

Él también.

El primer asalto quedó en empate técnico.

Naethan se fue con un guiño y una promesa de volver con vino. Victoria se giró apenas el chef desapareció detrás de la barra.

-Por favor, dime que viste eso.

-¿El mal uso del vocativo en su saludo?

-No, Lu. ¡Su espalda! Y su cara. Y esa voz de anuncio de whisky caro.

Lucia rodó los ojos, pero su mano se fue inconscientemente al cuello. A ese pequeño lugar justo debajo de la mandíbula donde aún quedaba el rastro del perfume.

-Está bien. Admito que... tiene presencia.

-Presencia, mi amor, es lo que tiene una lámpara. Este hombre tiene otra cosa. Magnetismo. Fuego. Espíritu salvaje. Y brazos.

-Me recuerda al tipo de libro que sabes que no deberías leer porque es puro placer culpable, pero igual lo abres y en el capítulo uno ya estás llorando y respirando con dificultad -dijo Lucia casi sin darse cuenta.

Victoria se la quedó viendo con una sonrisa maliciosa.

-Lucia Justin, ¿te estás autoanalizando como personaje literario?

-¡No! Digo... bueno, tal vez. Pero no significa nada.

-Claro. Nada. Igual que el lunar en su clavícula que observaste durante seis segundos exactos.

Lucia abrió la boca para protestar, pero justo en ese momento Naethan regresó con dos copas de vino blanco y una pequeña bandeja de bienvenida: un bocado de salmón curado con crema de eneldo, albahaca fresca y gotas de algo brillante y anaranjado.

-Esto no está en el menú -dijo, sirviendo las copas-. Pero me pareció que una crítica como tú merecía algo especial.

Lucia entrecerró los ojos.

-¿Cómo sabes que soy crítica?

-Deducción -dijo encogiéndose de hombros-. Nadie juzga tan fuerte a un cartel ortográficamente fallido si no ha corregido ensayos académicos a las tres de la mañana.

Victoria tomó su copa con un suspiro dramático.

-¿Te das cuenta que este hombre puede oler tu currículum desde diez metros?

Lucia miró la copa. Luego el bocado. Luego a Naethan.

-Está bien. Me rindo. Haré como tú dijiste: me relajo y me dejo llevar.

-Buena decisión -respondió él, inclinándose apenas-. Y si todo sale bien... puede que esta noche también redima mi "v" con una cena que no vas a olvidar.

Lucia no contestó. Pero sus ojos cafés chispearon con algo que no era solo sarcasmo.

Y ahí estaba. El primer plato no había llegado aún, pero el fuego ya estaba servido.

Victoria cerró los ojos al probar el salmón y soltó un suspiro que rozaba lo indecente.

-¿Esto es legal? Porque si no, que me arresten.

Lucia lo saboreó con cautela, pero no pudo evitar asentir.

-Equilibra perfecto con el vino. Ácido, cremoso, suave...

-Y adictivo -interrumpió Victoria-. Como su sonrisa.

-Concéntrate en el plato.

-Estoy concentradísima... en todo su menú.

Lucia rodó los ojos, pero sonrió.

-Lo odio un poco menos ahora.

-Yo ya lo estoy considerando marido.

-No puedes casarte con un aperitivo.

-Reto aceptado.

Lucia y Victoria se echaron a reír como no hacían hace mucho tiempo, mientras en la cocina Naethan estaba preparando algo especial.

            
            

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