Diecisiete años. Han pasado diecisiete años desde que mi esposo, un teniente de la Infantería de Marina, murió en acción.
Murió luchando contra los cárteles, dejándome sola con nuestra hija Luciana, que aún no había nacido, y una medalla, la Condecoración al Mérito Naval.
Esa medalla y Luciana eran todo lo que me quedaba de él.
Durante diecisiete años, he vendido frutas y verduras en un pequeño puesto en el mercado de Oaxaca. El dinero era escaso, pero crié a Luciana con dignidad. Ella era mi orgullo, una chica inteligente y sensible con un talento increíble para el arte.
Soñaba con ir a la Ciudad de México, con pintar murales como los grandes maestros. Ese era su único deseo.
Pero ese sueño se convirtió en una pesadilla.
Hoy, la escuela me llamó. No para felicitarme por el premio de arte que Luciana acababa de ganar, sino para decirme que estaba en el hospital.
"Señora Castillo, su hija Luciana... tuvo un accidente. Una pelea entre adolescentes."
La voz del director sonaba vacía, distante.
Corrí al hospital, con el corazón martillándome en el pecho.
Encontré a Luciana en una cama de la sala de emergencias. Su rostro, normalmente tan lleno de vida, estaba pálido y cubierto de moretones. Tenía el labio partido y un corte profundo en la frente.
"Mamá..." susurró, su voz apenas audible. "Me duele, mamá. Me duele mucho."
Trató de sonreír, pero solo logró una mueca de dolor.
"¿Qué pasó, mi amor? ¿Quién te hizo esto?" le pregunté, mi voz temblando.
"Fue Sasha... Sasha Salazar," dijo con dificultad, cada palabra un esfuerzo. "Ella y sus amigos. Estaban enojados por el concurso de arte. Me llamaron... me llamaron 'la pobretona sin padre'."
Las lágrimas brotaron de sus ojos y se mezclaron con la sangre seca en su mejilla.
"Me obligaron a beber, mamá. Era mezcal... sabía a tierra, a suciedad. Me golpearon... y luego todo se volvió oscuro."
Acaricié su cabello, mi corazón rompiéndose en mil pedazos. El olor a alcohol barato y a vómito impregnaba el aire a su alrededor.
La hija de Máximo Salazar. El hombre más rico y poderoso de Oaxaca.
Sabía que esto no era una simple pelea de adolescentes. Esto era algo mucho más oscuro.