Sangre y Mentiras: El Doctor Traicionado
img img Sangre y Mentiras: El Doctor Traicionado img Capítulo 3
4
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

Debido a su trabajo en la Guardia Civil, Luciana a menudo no dormía en casa. El piso, habitado solo por Máximo, era un remanso de paz.

Pero ese día, al llegar a la puerta, escuchó risas en el interior.

Abrió la puerta y las dos personas que estaban dentro se giraron para mirarlo.

La mirada de Máximo se ensombreció. No se había equivocado. Luciana había traído a Kieran a su casa.

Al verlo, Luciana se levantó de un salto.

"Máximo, no te molestes. Vi que Kieran no podía apañárselas solo y lo traje para que se quedara aquí".

Máximo no respondió de inmediato. Miró a su alrededor.

Por todas partes había cosas de Kieran. Su propio equipaje, el de Máximo, estaba metido en una bolsa de viaje y tirado en un rincón.

Al ver que no apartaba la vista de la bolsa, Luciana tosió incómoda.

"Como ahora estamos divorciados, no quiero que la gente piense que tenemos una relación inapropiada. Así que tendrás que irte a vivir a otro sitio por un tiempo, para no levantar sospechas".

"Ya te he buscado un apartamento. Es temporal. En cuanto el hijo de Kieran esté registrado, volverás inmediatamente".

Máximo bajó la mirada y asintió con una cortesía distante, como si fuera un invitado en su propia casa.

"No te molestes. Puedo quedarme en la residencia del hospital".

El rostro de Luciana se ensombreció. "Máximo, no tienes por qué ser así. Esto es solo un divorcio falso. En mi corazón, siempre serás mi marido".

Kieran se acercó, con una expresión de culpa.

"Luciana, al final soy yo el que os está causando problemas a ti y al doctor Castillo".

"Pensé que viniendo podría ayudaros, pero solo he conseguido molestarlo. Ha sido un error por mi parte. Será mejor que me vaya".

Se dirigió hacia la puerta.

Pero al pasar junto a Máximo, resbaló y cayó hacia adelante.

Por suerte, Máximo fue rápido y lo sujetó.

Le sonrió a Kieran, pero su sonrisa era fría.

"Ten más cuidado la próxima vez. No vaya a ser que alguien piense que te he empujado".

Máximo cogió sus cosas y se dirigió a la puerta. Luciana corrió tras él para detenerlo.

"Es muy tarde. Múdate mañana".

Máximo miró por la ventana. El cielo ya estaba oscuro. Suspiró y aceptó.

Se dirigió a la habitación de invitados, pero de repente, algo cayó de su bolsa.

Era un pequeño azulejo de Triana, pintado a mano, ahora hecho añicos.

Al verlo, la sangre de Máximo se heló.

Era un recuerdo de su abuela. Siempre lo había guardado con sumo cuidado en una caja. ¿Cómo podía haberse roto?

A menos que alguien lo hubiera hecho a propósito.

Máximo recogió los trozos, con los ojos encendidos de ira.

"¿Quién ha hecho mi equipaje?"

Kieran se adelantó.

"He sido yo, doctor Castillo. ¿Cómo ha podido pasar? Cuando lo guardé estaba entero".

Su tono era de pena y disculpa, pero en sus ojos había una clara provocación.

Máximo apretó los dientes, sus nudillos se pusieron blancos.

Kieran pareció asustarse por su mirada y retrocedió unos pasos.

Luciana se interpuso entre ellos, frunciendo el ceño.

"Máximo, cálmate. Es solo un objeto. ¿Por qué te pones así?"

El cuerpo de Máximo temblaba ligeramente.

"¿Cómo quieres que me calme? Sabes perfectamente que es el único recuerdo que me queda de mi abuela..."

Levantó la vista y se encontró con la mirada de Luciana. Vio un destello de fastidio en sus ojos y, de repente, se calmó.

Era cierto. Luciana ya no lo amaba. ¿Cómo iba a defenderlo?

Luciana suspiró con resignación.

"Máximo, a lo mejor se te ha caído a ti sin querer. No le eches siempre la culpa de todo a Kieran".

            
            

COPYRIGHT(©) 2022