Engaño Mortal: La Venganza de Luna
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Capítulo 1

La gente me miraba con lástima, susurrando a mis espaldas sobre la pobre Luna, la viuda del heredero del cártel, cuyo esposo había muerto en una redada sangrienta.

Pero yo sabía la verdad.

El hombre que regresó, el que ahora todos llamaban por el nombre de mi cuñado, el nuevo líder, no era mi cuñado.

Era mi esposo, Ricardo.

Él y su hermano gemelo, el verdadero líder, eran idénticos. Nadie, ni siquiera sus padres, notó la diferencia.

En mi vida pasada, cuando lo enfrenté en secreto, Ricardo me había abrazado, su voz era una caricia venenosa en mi oído.

"Luna, mi amor, lo hice por un bien mayor. Mi hermano estaba muerto, si la gente se enteraba, el cártel se hundiría en el caos. Tu hermana, Estrella, es tan inocente, tan frágil. No soportaría perderlo. Solo la cuidaré por un tiempo, hasta que todo se calme. Luego volveré a tu lado, te lo juro."

Y yo, tonta de mí, le creí.

Creí en sus promesas vacías, en sus mentiras cuidadosamente construidas. Confié en el amor que pensé que compartíamos.

Mi confianza duró hasta el día en que me incriminó, acusándome de colaborar con un cártel rival. Me entregó a ellos como un trozo de carne, un sacrificio para consolidar su poder.

Mientras sus hombres me arrastraban, vi a Ricardo abrazando a mi hermana Estrella. No era un abrazo de consuelo, era el abrazo de un amante. La forma en que sus dedos se enredaban en el cabello de ella, la sonrisa satisfecha en su rostro mientras ella se acurrucaba en su pecho.

En ese instante, en medio del dolor y la traición, lo entendí todo. Su ambición no tenía límites, y yo solo era un peón que había que sacrificar.

El dolor de la tortura fue insoportable, pero nada se comparó con el veneno de su engaño. Al cerrar los ojos por última vez, recé no por el cielo, sino por una oportunidad de venganza.

Y mis plegarias fueron escuchadas.

Abrí los ojos. El olor a pólvora y sangre todavía flotaba en el aire. La celebración por la victoria contra el cártel rival llenaba la hacienda, pero el ambiente era sombrío.

La noticia acababa de llegar: el líder, el hermano de mi esposo, había muerto en el enfrentamiento.

Vi a Ricardo, con el rostro lleno de una pena perfectamente actuada, abrazar a mi hermana Estrella. Ella lloraba desconsoladamente en sus brazos, una actuación digna de una estrella de cine.

La gente me miraba, sus ojos llenos de esa misma compasión insoportable. Esperaban que yo me derrumbara, que llorara por el hombre que todos creían muerto, el esposo de mi hermana.

Pero esta vez, no había lágrimas en mis ojos. Solo un frío glacial en mi corazón.

En mi vida anterior, me quedé callada, aceptando mi papel de viuda afligida mientras él consolidaba su poder. Acepté ser la otra, la amante secreta, esperando un futuro que nunca llegaría.

Esta vez, sería diferente.

Mientras todos me observaban, esperando mi dolor, levanté la barbilla. Mi voz sonó clara y firme en el silencio tenso.

"Según las tradiciones de la familia, ahora que soy viuda, debo casarme de nuevo para mantener el honor y la línea de sangre."

Un murmullo de sorpresa recorrió la habitación. Mi suegra, La Doña, me miró con furia.

"¡Luna! ¿Has perdido la cabeza? ¡Tu esposo acaba de morir!"

Ignoré su grito. Mis ojos buscaron a Ricardo. Vi un destello de pánico en su mirada antes de que lo ocultara detrás de una máscara de dolor. Él pensaba que tenía todo bajo control, que disfrutaría de la riqueza, el poder y de las dos hermanas.

Pero no sabía una cosa.

No sabía que al abandonarme, al elegir a mi hermana, había perdido su única conexión con el poder verdadero que regía este cártel, un poder que solo yo conocía y que ahora usaría para destruirlo.

Sin dudarlo, continué.

"Elijo casarme de nuevo. Inmediatamente."

La guerra apenas comenzaba, y esta vez, yo iba a ganarla.

            
            

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