Varias horas después, ambos llegan donde su avión estaba, Julia se tumba al lado de una palmera mostrándose agotada.
-Para el próximo recorrido lo haré yo solo, no puedo estar perdiendo el tiempo.
-Al menos se un poco más cortes conmigo.
-Lo siento mucho, señorita -le dice con sarcasmo mientras que camina hacia la playa.
Julia ve como él se quita la camina quedando en pantalones cortos, frunce el ceño al ver que Bruno ingresa en el agua y se zambulle.
-Claro, como si no tuviéramos muchos problemas él va y se da un baño en la playa -se cruza de brazos mientras que lo ve nadar en las blanquecinas aguas.
Ella muerde sus labios ya que el agua se veía tan provocativa, pero la verdad es que no estaba tan de ánimos como para meterse en el agua. Lo único que deseaba era salir de aquella isla y no regresar jamás.
De pronto recuerda su móvil.
-Por dios, ¡mi teléfono! -se pone en pie y corre hacia el interior del avión para ir a buscar su mochila.
La revisa desesperadamente hasta que encuentra su móvil aun con batería, sonríe y empieza a teclear el mismo, pero al mismo tiempo frunce el ceño al notar que la señal era nula en el mismo.
-¿Qué? -musita mirando el aparato.
-¿Pensaste que funcionaria aquí? -ella levanta la mirada cuando escucha la voz de bruno, y al verlo el móvil se le resbala de las manos.
Ahora que lo veía de cerca podía notar aquellos prominentes músculos en su torso, brazos y abdomen, ¿eso era posible? Ni su novio poseía tantos cuadros en su estómago, de hecho, Hernán no tenía ninguno.
Ve su piel toda mojada y bronceada que la obliga a parpadear varias veces, de la nada su garganta se reseca y no entiende por qué. Levanta la mirada y observa la profundidad de la mirada de aquellos ojos café que le hicieron estremecer el cuerpo.
Pero ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué reaccionaba de esa manera si ella tenía novio?
Inmediatamente baja la mirada y reacciona ante su comportamiento, en eso observa el teléfono hundido en la arena.
-¡Oh, dios! -lo toma y sacude.
-Un móvil no te servirá en esta isla, yo que tú lo guardaría -la joven siente como Bruno pasa a un lado de él y en ese instante siente su masculinidad.
-Al menos yo si intento de que nos rescaten.
-Con un móvil no conseguirás nada, Julia.
Ella lo mira por encima de su hombro y observa cómo se sube al avión, Julia aprieta sus labios al mismo tiempo que siente un escalofrió recorrer todo su cuerpo, su corazón estaba muy acelerado y su garganta seca.
-Tengo que dejar de sentirme de esta manera.
Al caer la noche, Julia y Bruno se encontraban frente a una fogata que el pelinegro había encendido, el calor era reconfortante para ese momento que comenzaba a hacer frio.
-Mañana saldré a recorrer la isla, te quedaras aquí.
-¿Me dejaras sola? -ella lo mira con los ojos muy abiertos.
-No puedo llevarte, lo siento mucho. Siempre estas quejándote de todo, además, voy a ir más rápido si no estoy pendiente de que no te caigas por un acantilado.
Julia frunce el ceño mientras que lo observa, él solo miraba el fuego de la fogata y avivaba las llamas.
-¿Crees que nos rescaten? -Bruno alza la mirada y luego gira el rostro para verla.
-Espero que sí. Será mejor que descansemos, se hace muy tarde.
La rubia asiente y se pone en pie primero, pero debido a la herida que tiene flaquea y cae, para impedir que cayera sobre el fuego los reflejos de Bruni actuaron de inmediato y termino por sujetarla.
Julia cae sobre el regazo del piloto al mismo tiempo que sus brazos envolvió su cuello, ella lo mira a los ojos y él hace lo propio con ella. El corazón de Julia estaba por salir de su cuerpo al sentir las poderosas manos de ese hombre alrededor de su cuerpo.
-Eres muy torpe -musita seriamente mientras que la mira a la cara.
El cuerpo de Julia se tensa y rápidamente reacciona para incorporarse, sacude la arena de su cuerpo y camina hasta el avión, siente que Bruno la sigue y eso la pone un más nerviosa. Al intentar subir, falla debido al nerviosismo que tenía.
Bruno coloca sus manos sobre su cintura y la ayuda a subir, ella se dirige hacia un sillón y toma asiento para luego acobijarse mientras que ve como él trata de cerrar aquella puerta metálica.
-Duerme.
[...]
Al día siguiente, Bruno ve a la citadina dormida en una posición verdaderamente incomoda. Sin embargo, no pensó en despertarla. Ya estaba grandecita como para que supiera que comer. Recoge algunas cosas para su caminata y baja del avión.
Esperaba tener suerte esa vez que iba solo.
Unos minutos después, Julia comienza a despertar ya que empieza a sentir más frio de lo normal. La joven abre sus ojos y observa la puerta del avión abierta, frunce el ceño y se incorpora.
-¿Bruno? -lo llama, pero no obtiene respuesta.
Baja del avión y lo busca con la mirada, pero no lo consigue por ninguna parte. Se siente muy sola en ese lugar lo que la lleva a mirar hacia todos lados y regresar al avión.
Al ingresar al mismo observa todo aquel desorden, se cruza de brazos mientras que mira el lugar donde ella y Bruno estaban durmiendo. Si iban a estar allí por algunos días, al menos dormirían un poco más cómodos.
-Soy una diseñadora de interiores, si puedo diseñar el hotel del CEO más importante de la ciudad, creo que puedo con esto.
[...]
Bruno camino mucho más que antes, sin embargo, seguía sin reconocer aquella isla. Aunque era enorme no podía saber cuál era lo que le indicaba que, era una de esas islas que no eran frecuentadas.
-¡Maldición! -musita al detenerse y mirar el basto mar -. Esta isla no tiene fin.
Como le iba a explicar eso a esa rubia quejona, lo único que sabía era quejarse de la situación. Frota su rostro con impaciencia. Pero justo en ese momento se queda muy quieto al escuchar algo curioso que lo lleva a fruncir el ceño.
-¿Qué? -gira el rostro hacia atrás.
Seguido de eso se pone en pie y camina en la dirección del sonido que llamo su atención, pasa una cantidad de ramas y arboles de playa, camina en línea recta hasta que llega a una pequeña muralla de piedra.
Escala la misma con algo de dificultad hasta que al asomarse sus ojos se ensanchan, ¡era una cascada! justo lo que había oído.
-Esto sí que es una sorpresa -Aquella cosa era enorme. Termina por subir la roca y camina hacia el agua la lluvia de agua, la prueba y sonríe -. Es dulce, al menos no vamos a morir de sed.
Toma asiento y contempla a aquel lugar, se pregunta qué clase de isla era esa que tenía un paraíso escondido y nadie sabía de ella.
[...]
Habían transcurrido muchas horas y comenzaba a anochecer, Bruno seguía sin aparecer y Julia ya se estaba volviendo completamente loca. Pensó miles de escenas que pudieron pasarle a ese hombre, no se imaginaba que estuviera por allí lastimado o muriéndose.
-Dios mío, ¿Dónde está? -se abraza a sí misma mientras que observa el camino que ella tomo con él el otro día, pero no lo veía venir.
Mira hacia el mar y observa como el sol se ocultaba rápidamente, ella no sabía cómo encender una fogata y el frio empezaba a ponerse intenso. Sus piernas comenzaron a temblar por el miedo y la angustia.
-¿Dónde estás?
No iba a sobrevivir ella sola en ese lugar si a Bruno le sucedía algo malo.
Decide que lo mejor era regresar al interior del avión, al menos era un poco más cálido dentro y ahora que ella lo había mejorado, era un poco más cómodo.
Al caminar de regreso unas gotas de agua comenzaron a caer sobre ella, mira al cielo y de la nada una ráfaga de agua empieza a empapar su cuerpo. Julia corre al avión y cierra la puerta, escucha como el agua cae sobre el metal de la avioneta y se acomoda en una esquina sintiendo mucho miedo.
Bruno estaba afuera, quien sabe en qué condiciones con esa tormenta que comenzaba a caer. Se abraza a sí misma pensando que si él no regresaba significaba que estaba...
De pronto un relámpago la asusta y ella hunde la cabeza entre sus piernas y su cuerpo tiembla al saber que estaba sola en ese lugar.
-Bruno-musita su nombre mientras que lo piensa, era su único compañero en esa isla.
Los relámpagos cada vez eran más fuertes y la lluvia se rehusaba a disminuir. Ella se asustaba cada vez más hasta que escucha un sonido que la hace levantar su mirada llorosa.
¡Era él!
Había abierto la puerta del avión y se encontraba allí parado mirándola en un rincón del avión, ella al verlo su alma dio un suspiro de alivio.
-Brunoooo-se arrastra hacia él para abrazarlo con fuerza sin importar que se estuviera mojando.
El pelinegro al recibir el abrazo de Julia se sorprende, pero luego termina por envolver el pequeño cuerpo de esa chica asustadiza. Suaviza un poco la mirada, al sentir el cálido cuerpo de ella.
-¿Dónde estabas? Estaba tan preocupada, me dejaste sola tanto tiempo. Es de noche, llueve, estoy sola aquí -Dice entre lágrimas y lamentos.
-Lo siento tanto, yo... es que tome un camino muy largo para regresar.
-No me dejes sola de nuevo, por favor.
-Entremos, ya estás toda mojada.
En cuanto ambos entran, el pelinegro cierra la puerta y observa el interior de su avión, todo estaba organizado y hasta había un par de camas improvisadas bastante cómodas en un rincón de la avioneta.
-¿Qué ha pasado aquí?
-Yo... bueno, he diseñado un poco en interior del avión. Estábamos durmiendo muy incomodos.
-Creo que se ve mejor.
Ella mira a Bruno, estaba todo mojado y cansado. Muerde levemente sus labios cuando observa que se quita la camisa.
-He encontrado algo interesante en la isla -musita mientras seca su cuerpo.
-¿Qué cosa? -Julia deja de mirarlo puesto que se pone muy incómoda.
-Una cascada, es agua dulce -la rubia voltea a verlo con los ojos bien abiertos -. Al menos de sed no vamos a morir.
Bruno se coloca una camisa seca, y en seguida empieza a bajar su pantalón para cambiárselo también.
-¡OYE! ¡¿Qué es lo pretendes hacer?!
El pelinegro gira el rostro para ver únicamente las mejillas sonrojadas de Julia y su rostro avergonzado.
-¿Qué?
-Piensas desvestirte delante de mí, ¿en qué estás pensando?
-¿Quieres que me salga afuera? ¿con la lluvia? De que me sirve que me cambie si me envías afuera para cambiarme.
Ella frunce los labios ante su comentario.
-Date la vuelta, ¿no lo crees?
-Que idiota...-gira el cuerpo mientras que escucha a Bruno cambiarse de ropa, se estaba desnudando a sus espaldas, aquello era demasiado íntimo para un par de desconocidos.
-La cascada es muy grande, pero está muy lejos, aunque con el atajo que tome se hizo más rápido para regresar. No creo que tengas problemas en acompañarme.
-Bien, pero al menos ya sabes en que isla estamos. Creo que eso es lo más importante, ¿no piensas igual?
-Si, pero no reconozco esta isla. Por lo que veo no es frecuentada por nadie.
Ella se voltea abruptamente cuando lo oye y en ese instante Bruno estaba subiéndose un pantalón de tela suave, pero con todo y eso ella logro mirar gran parte de su trasero lo que la llevo a girar de nuevo el rostro hacia un lugar seguro.
-Por el amor de dios.
-¿Qué pasa?