Su Juego Cruel, Su Corazón Roto
img img Su Juego Cruel, Su Corazón Roto img Capítulo 5
5
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
img
  /  1
img

Capítulo 5

El funeral fue un evento pequeño y sombrío. Kenia se quedó atrás, oculta por un velo negro.

Una de las maestras del centro de artes, una mujer amable llamada Sra. Gámez, la reconoció. La apartó, su rostro marcado por el dolor y la ira.

-Hablaba de ti todo el tiempo -dijo la Sra. Gámez, su voz ahogada por las lágrimas-. Dijo que eras la persona más talentosa y dedicada que había conocido. Te defendió ante todos, incluso cuando las noticias se pusieron feas.

Explicó cómo el escándalo había devastado al profesor Morales. La financiación del centro se congeló. Los padres estaban sacando a sus hijos. El sueño que habían construido juntos se estaba convirtiendo en una pesadilla.

-El golpe final -dijo la Sra. Gámez, su voz bajando a un susurro-, fue el anuncio.

-¿Qué anuncio? -preguntó Kenia.

-Estela Garza. Publicó un comunicado de prensa. Dijo que su boda con Héctor era real, y que tu acta de matrimonio... era falsa. Solo otro accesorio para su juego enfermo.

El mundo se inclinó. Kenia sintió que el suelo cedía bajo sus pies.

-No -susurró-. Eso no puede ser verdad.

Recordó el día que se la dio. La había llevado a una pequeña oficina de aspecto oficial. Un hombre había sellado el papel. Héctor la había besado, diciéndole que ahora era su esposa, para siempre.

Todo era una mentira. La promesa más sagrada que le había hecho era solo otra línea en su retorcido guion.

Le palpitaba la cabeza. El dolor era tan intenso que pensó que su cráneo se abriría.

El rostro de la Sra. Gámez, antes lleno de simpatía, ahora estaba endurecido por el resentimiento.

-Lo sabías, ¿verdad? -siseó-. Estabas jugando, usándolo a él, usándonos a nosotros, para vengarte de ella. Y dejaste que un buen hombre muriera por tus jueguitos mezquinos.

Arrastró a Kenia a la entrada de la capilla. -Mira lo que has hecho. Eres una egoísta. Has destruido todo.

-Lo siento -lloró Kenia, las palabras arrancadas de su garganta-. Lo siento mucho. No lo sabía.

Pero sus disculpas no tenían sentido. Si nunca hubiera conocido a Héctor, si nunca hubiera ofendido a Estela ese día en la cafetería, si simplemente se hubiera quedado en su propio mundo, el profesor Morales seguiría vivo.

La culpa era un peso físico, aplastándola.

Justo en ese momento, un repartidor en una motoneta se detuvo. -¿Es usted Kenia Reyes?

Le entregó una caja de pastel grande y de aspecto alegre.

-Esto es de una señorita Garza -dijo-. Dijo que le dijera: '¡Feliz funeral! ¡Espero que estés disfrutando la broma final!'.

Los ojos de Kenia se posaron en la etiqueta de regalo de la caja. Era una tarjeta preimpresa de una pastelería elegante. Pero en la parte inferior, con la caligrafía familiar y elegante de Héctor, había una firma. "H".

Él lo sabía. Había aprobado esto. Este último y macabro acto de crueldad.

El último trozo de su corazón se convirtió en piedra.

Se quedó hasta que todos los demás se fueron del cementerio. Colocó un único lirio blanco en la tumba del profesor Morales.

-Te prometo -susurró a la fría piedra-, que nunca volveré a ser esa chica débil y tonta. Viviré. Y haré que paguen.

Regresó al penthouse. Esta vez no entró a escondidas. Entró directamente por la puerta principal.

Héctor, Estela y su abuela, Anabella, estaban en el comedor, disfrutando de una comida suntuosa. La escena era cálida, doméstica. Una familia perfecta.

En el momento en que entró, las risas cesaron. El aire se volvió denso por la tensión.

Anabella Blake la miró con puro desdén. -Miren lo que trajo el viento. ¿No conoces tu lugar, muchacha?

Kenia la ignoró. Había soportado los insultos clasistas de Anabella durante tres años. Ya no tenían poder sobre ella. Empezó a caminar junto a ellos, subiendo las escaleras.

-No te atrevas a darme la espalda cuando te estoy hablando -espetó Anabella-. Necesitas aprender que algunas cosas, y algunas personas, nunca te pertenecerán.

Señaló a Estela. -Héctor se va a casar con Estela. La boda es la próxima semana. Ella usará las joyas de la familia Blake. Ella será la próxima señora De la Torre.

Kenia se congeló en las escaleras. La próxima semana. La boda que había pasado tres años planeando todavía iba a suceder. Solo que la novia había cambiado.

-Es solo para complacer a mi abuela -dijo Héctor rápidamente, mirando a Kenia con ojos suplicantes-. No significa nada.

Estela se rio. -Claro que significa algo, cariño. Significa que finalmente te estás deshaciendo de la basura. -Miró a Kenia, sus ojos brillando con malicia-. Sabes, todavía necesitamos una dama de honor. Me encantaría tenerte. Es lo menos que puedes hacer, después de todos los problemas que has causado.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022