POV de Isabela Garza:
El rostro de Ricardo se puso pálido, el color se le fue de las mejillas como si hubiera visto un fantasma. El pánico parpadeó en sus ojos. Rápidamente desenredó su brazo del agarre posesivo de Eva.
"¡Isabela! ¿Qué... qué haces aquí?", tartamudeó, perdiendo la compostura.
"Podría preguntarte lo mismo", respondí, mi sonrisa nunca vaciló, aunque mis ojos eran como esquirlas de hielo. "Y más importante, ¿desde cuándo Eva es la jefa del proyecto O-3?".
Miró nerviosamente al otro Alfa, que observaba nuestro intercambio con gran interés. "Bela, ¿podemos hablar de esto más tarde? ¿En privado?", suplicó a través de nuestro Vínculo Mental.
"No", dije en voz alta, mi voz peligrosamente suave. "Hablemos de ello ahora".
Ricardo tragó saliva. "Mis padres... el Alfa Daniel y la Luna Sofía... sintieron que era lo mejor", explicó, su voz bajando a un susurro conspirador. "Creen que, para que nuestra unión sea fuerte, deberías centrarte en tus deberes como Luna. No en los negocios".
Recordé las innumerables veces que sus padres me habían mirado con desdén, sus palabras goteando condescendencia sobre mi "bajo" estatus de Omega. Creían que mancharía su precioso linaje Alfa. Lo había soportado todo, por él. Por esto.
Fingí una mirada de comprensión dolida. "Oh. Ya veo. Por supuesto. Por nuestra unión".
Eva eligió ese momento para dar un paso adelante, volviendo a enlazar su brazo con el de Ricardo. Apoyó la cabeza en su hombro, con una sonrisa triunfante en los labios. "Ricardo, cariño, el Alfa Roca nos estaba contando sobre su nueva ruta comercial. Deberíamos escuchar".
Me lanzó una mirada que gritaba: "Es mío. Ya perdiste".
Ricardo, débil y fácil de manipular, se dejó llevar. "Hablamos luego, Bela", me lanzó por encima del hombro, dejándome sola en medio del abarrotado salón de baile.
Era una escena familiar. ¿Cuántas citas se habían interrumpido? ¿Cuántas noches había pasado sola porque Eva enviaba un solo mensaje de Vínculo Mental y él corría a su lado como un perro leal? El recuerdo de mi propia estupidez era un sabor amargo en mi boca.
Sacudiendo la ira, volví mi atención a la sala. Pasé la siguiente hora haciendo contactos, cerrando un lucrativo acuerdo con otro poderoso Alfa que quedó más que impresionado por el nombre del Pantano Sombrío. Yo no era una Omega débil para ser desechada. Era una futura Alfa, una reina en espera.
Cuando finalmente salí del baile, con mis tacones resonando en el frío concreto del estacionamiento subterráneo, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Eva. No un Vínculo Mental, sino un simple texto.
"Ven al Nivel S3. Quiero mostrarte lo 'entusiasta' que puede ser Ricardo con los asuntos de la manada".