Perseguida por el mejor amigo multimillonario de mi ex
img img Perseguida por el mejor amigo multimillonario de mi ex img Capítulo 3 La princesa de Juliano
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Capítulo 7 Llevando a la chica a casa img
Capítulo 8 El cariño de Debby hacia Betania img
Capítulo 9 Rehacer img
Capítulo 10 Betania es humillada img
Capítulo 11 Fiesta en el yate img
Capítulo 12 La llegada de Julian img
Capítulo 13 ¿Acaso te gusto img
Capítulo 14 ¿Retirarás la denuncia img
Capítulo 15 No comparto img
Capítulo 16 Furia y desenfreno img
Capítulo 17 Todo un amante img
Capítulo 18 Él es perfecto para ti img
Capítulo 19 Una Betania borracha img
Capítulo 20 Llorando en brazos de Leland img
Capítulo 21 Mira quién soy img
Capítulo 22 ¿Todavía no puedes olvidarlo img
Capítulo 23 Su primera mujer img
Capítulo 24 ¿Acaso estás celoso img
Capítulo 25 El precio que pagó por su dinero img
Capítulo 26 No está tan desesperado img
Capítulo 27 Una pelea img
Capítulo 28 Decidida a alejarse de Leland img
Capítulo 29 Sinpiedad img
Capítulo 30 Un acosador img
Capítulo 31 Entrada forzada img
Capítulo 32 Cómo se juega el juego img
Capítulo 33 No estaba listo para tirar la toalla img
Capítulo 34 La determinación de Juliano de ver a Betania img
Capítulo 35 La prometida de Juliano img
Capítulo 36 Dos horas de lucha img
Capítulo 37 Vámonos de esta ciudad img
Capítulo 38 Shawn vuelve a encontrarse con Leland img
Capítulo 39 ¿Tu amante estuvo por aquí img
Capítulo 40 Leland tramaba algo malo img
Capítulo 41 Yo beberé por ella img
Capítulo 42 Betania fue drogada img
Capítulo 43 Ruptura img
Capítulo 44 Preparando el escenario para otra confrontación img
Capítulo 45 ¡Quita tus manos de mi hermana! img
Capítulo 46 Una revisión ginecológica img
Capítulo 47 Llevándolos a conocer a su prometida img
Capítulo 48 Engañando a Debby sobre su relación img
Capítulo 49 No tienes nada que perder img
Capítulo 50 Provocando a Betania img
Capítulo 51 Una charla img
Capítulo 52 Hay que endurecerse img
Capítulo 53 Accidente automovilístico img
Capítulo 54 ¿Carácter Cuestionable img
Capítulo 55 La ex del año img
Capítulo 56 Ella no va a terminar contigo img
Capítulo 57 Joey respetaba su integridad img
Capítulo 58 Carrera callejera img
Capítulo 59 El novato ganó img
Capítulo 60 La propuesta de Juliano img
Capítulo 61 Si te hubiera importado, sabías lo que yo realmente quería img
Capítulo 62 ¿No estás emocionada ! img
Capítulo 63 ¿Planeas reconciliarte con tu ex img
Capítulo 64 Querer acercarse a él img
Capítulo 65 Para inspeccionar su herida img
Capítulo 66 Moderado está enfermo img
Capítulo 67 Cobarde img
Capítulo 68 La confrontación con Ester img
Capítulo 69 Permitiéndose un capricho img
Capítulo 70 La máscara de la seducción img
Capítulo 71 ¿Quién es la presa img
Capítulo 72 Atrapada por Leland img
Capítulo 73 ¿Por qué te molesta tanto img
Capítulo 74 Mudanza img
Capítulo 75 Viviendo en el departamento de Leland img
Capítulo 76 Pulseras a juego img
Capítulo 77 Reunión con Joey img
Capítulo 78 Cubriendo sus pérdidas en el juego img
Capítulo 79 Una advertencia para Sara img
Capítulo 80 Qué hipócrita img
Capítulo 81 La visita de Judy img
Capítulo 82 Recuerdo de infancia img
Capítulo 83 Un collar img
Capítulo 84 Un amigo de Isaac img
Capítulo 85 Un momento incómodo juntos img
Capítulo 86 El olor de un hombre img
Capítulo 87 Recuerdos del pasado img
Capítulo 88 El inusual fervor de Betania img
Capítulo 89 Un exnovio pegajoso img
Capítulo 90 ¿Por qué Leland img
Capítulo 91 Me voy, Moderado img
Capítulo 92 ¡Cuida tu boca! img
Capítulo 93 ¿Quién te gusta más img
Capítulo 94 La tensión se respiraba en el aire img
Capítulo 95 Llamando a Leland forastero img
Capítulo 96 Vaya qué coincidencia img
Capítulo 97 La rebeldía de Betania img
Capítulo 98 Habitaciones contiguas img
Capítulo 99 El cuidado abrumador de Isaac img
Capítulo 100 Ropa a juego img
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Capítulo 3 La princesa de Juliano

Betania cerró los ojos y respiró hondo varias veces. El agotamiento se le metía en cada músculo, dejándola exhausta tanto mental como físicamente.

Dejó a un lado el cansancio, se duchó a toda prisa y, sin molestarse en secarse el pelo, se desplomó sobre la cama. El sueño la venció casi al instante.

Pero su descanso no fue nada tranquilo. Las pesadillas la atormentaron, haciéndola dar vueltas en la cama.

Cuando sonó el teléfono, se despertó sobresaltada y desorientada.

Ya era de noche y la habitación estaba envuelta en una luz tenue y mortecina. Una brisa fría se colaba por la ventana entreabierta, haciendo crujir las cortinas.

Le dolía la cabeza. Se tocó la frente y sintió el alarmante calor que irradiaba su piel.

"Vaya suerte la mía", pensó con amargura, suspirando mientras intentaba despabilarse.

El celular seguía sonando, insistente y estridente. Lo buscó a tientas y contestó con voz ronca y áspera. "¿Hola?".

"¡Betania! ¿Quieres este trabajo o no?". La voz furiosa del dueño de la tienda de conveniencia le retumbó en el oído. "¡Si no, renuncia de una vez!".

Los ojos de Betania se clavaron en el reloj de la pared. Ya pasaban las seis. El corazón se le encogió. Apenas llevaba un par de días en ese empleo de medio tiempo, en el turno de noche de una pequeña tienda de conveniencia.

"¡Ya voy en camino!".

No podía permitirse el lujo de perder ese trabajo, no con la constante intromisión y las amenazas de Juliano. Sin él, no tendría ningún ingreso.

Rebuscó en un cajón, se tomó dos pastillas para el resfriado y se preparó a toda prisa. Su cuerpo protestaba con cada movimiento, pero ella apretó los dientes y siguió adelante.

Por muy caótica que fuera su vida, tenía que seguir adelante.

Aún tenía que pensar en su hermano y su abuela. No dejaría que Juliano le aplastara el espíritu.

Cuando llegó a la tienda, la calle estaba abarrotada de gente. Era tarde y la tienda de conveniencia, ubicada frente al popular bar Ballenas, estaba más concurrida de lo habitual.

Se rumoreaba que un cantante semifamoso actuaría en el bar esa noche, lo que explicaba la afluencia de clientes.

Después de atender a una oleada de clientes, Betania se apoyó en el mostrador, con los párpados pesados. Sacó el celular y le envió un mensaje rápido a Shawn. "No te preocupes por el dinero. Yo me encargaré. Tú solo concéntrate en tus estudios".

El mensaje no recibió respuesta. Supuso que probablemente seguía molesto.

Suspiró y apoyó la cabeza sobre sus brazos cruzados, con la intención de cerrar los ojos solo un minuto. Pero el agotamiento la sumió en un sueño más profundo.

El estridente timbre de la entrada la despertó de golpe.

Sin siquiera abrir los ojos del todo, se enderezó por reflejo. "Bienveni...".

"Hola, preciosa. Dame una cajetilla de cigarros". La voz de un joven sonó desenfadada y demasiado familiar.

Betania parpadeó y levantó la vista. El chico del pelo azul decolorado levantó la cabeza de su teléfono, y sus ojos se abrieron de par en par. "¡Vaya! ¿Betania?".

Betania se tensó. Alec Simpson. La sombra de Leland, su leal lacayo. Dondequiera que iba Leland, Alec lo seguía sin rechistar.

Instintivamente, Betania miró por la ventana de la tienda. Y allí estaba él.

Leland estaba de pie al otro lado de la calle, rodeado de su séquito habitual. Una mujer voluptuosa se aferraba a su brazo.

Pero incluso con toda la atención centrada en él, su expresión permanecía indiferente. Tenía las manos hundidas en los bolsillos y la mirada distante, ausente.

Alec nunca se había llevado bien con Juliano y, por consiguiente, también despreciaba a Betania. La boca de Alec se torció en una sonrisa burlona mientras volvía a mirar a Betania.

"Vaya, vaya... ¡Leland! ¡No vas a creer a quién me acabo de encontrar!", gritó con sorna hacia el grupo que estaba afuera. "¡Es la princesa de Juliano!".

El término no era un cumplido, sino una pulla, una indirecta sobre lo fuera de lugar que siempre había parecido en el círculo de Juliano, quienes se burlaban de ella por ser demasiado "correcta" para ellos.

Los ojos de Leland, sombreados por sus oscuras pestañas, se dirigieron perezosamente hacia Betania. En cuanto sus miradas se cruzaron, un escalofrío le recorrió la espalda.

Su expresión no cambió. Se limitó a mirarla, sin emoción, como si fuera una completa desconocida. Luego, con un leve arqueo de ceja, se volvió y miró a Alec. "Compra los cigarros".

La sonrisa burlona de Alec desapareció. Rápidamente agarró una cajetilla y pagó y, como el leal perrito faldero que era, corrió de vuelta al otro lado de la calle, ofreciéndole el paquete a Leland. Incluso llegó a encenderle uno.

Leland no se movió para tomarlo, sus manos seguían firmemente en los bolsillos.

Entonces se movió. Un pequeño séquito lo siguió mientras cruzaba la calle.

            
            

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