Una noche con mi jefe
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Capítulo 4 4

DAYANA

Esa noche dormí muy cómoda, el gruñón de mi jefe había cumplido con su palabra de respetar mi espacio. Ah, no, creo que solo ha sido porque no soy de su tipo, total, no me importa.

Estaba colocando mis zapatos de aguja, el jefe ya se había vestido y solo estaba arreglando algún detalle en el documento. Cuando levanté la mirada para preguntar algo, me percato de que él está ido observando mis pechos, bajo la mirada y me doy cuenta de que se me ha soltado un botón de mi blusa y se ve gran parte de uno de mis pechos.

Me pongo la mano apenada, mientras me abotono. ¡Cómo es posible que poco a poco le esté mostrando cada parte de mi cuerpo a este idiota! Me regañé en mi mente.

-Lo siento-. Alcancé a decir. Aunque tuvo que haber sido él quien se disculpara por metido, pero no, el muy mandón no dice nada, solo se limita a escribir algo en su computadora.

Yo siento la cara caliente y me imagino que estoy roja por la vergüenza, va a pensar el jefe que yo lo hice a propósito, pero en realidad, no me había dado cuenta del bendito botón y él, al parecer disfrutando la vista, pues no es por alagarme, pero Dios me bendijo con unos pechos grandes y rellenitos.

Este día habrá una reunión con el señor Bacaro. Según entendí, busca divorciarse de su esposa y quiere que este despacho lo represente. Sé que si se gana este caso, es una buena suma de dinero la que está en juego y la reputación de mi jefe estará por las nubes.

Salimos juntos del hotel y nos fuimos en un auto de alquiler, uno muy bonito. Yo como nunca he tenido un auto no conozco los modelos y tampoco es que me interese. Yo iba de copiloto, me quería subir a la parte trasera pero él me dijo que aquí era mejor, que no me iba a morder porque estuviera cerca de él.

Todo el camino fue silencioso, el único comentario que el hizo fue que odiaba manejar, pero que hoy le había dado el día libre a su chofer por lo tanto no tenía otra alternativa.

Llegamos al restaurante del hotel donde se hospedaba el señor Bacaro, ya su asistente nos estaba esperando. Luego llamó al señor y a los pocos minutos bajó este. Era un señor de baja estatura, fornido y un poco con barriga de embarazada, ja, ja, ja, lo sé, soy mala... pero la verdad así se veía.

Se acercó y saludó a mi jefe, luego preguntó que quien era la chica que lo acompañaba, a lo que mi jefe respondió que soy su asistente.

El señor me tomó una mano a modo de saludo, la levantó y puso un beso sobre ella diciendo que estaba encantado de conocerme, me trato de bella dama. También dijo que le gustaría que tuviéramos una cita después de la reunión, para acabar de ajustar la estupidez, me guiñó un ojo.

Yo me le quedé viendo seria, volteé a ver a mi jefe y él estaba serio también viendo al señor Bacaro, luego escuché que le dijo muy cerquita, casi solo para que el señor Bacaro escuchara:

-Más respeto, señor, esa bella dama como usted le llama, es mi novia.

Colocó su mano en mi cintura, me acercó a él y me dio un beso en la mejilla, muy, pero muy cerca de mi boca y me dedicó una sonrisa de esas que hacen que uno se ponga roja y caliente. Yo me quedé helada cuando escuché lo que él dijo y lo primero que pensé, ¿Está celoso mi jefe? De lo contrario, ¿por qué actuó así?

Yo estaba muy nerviosa, no sabía por qué se comportaba de esa manera si él me odia. No soy de su agrado y aun así me quiere joder la vida. Pero me quedé callada, en su momento me explicará, pensé.

Nuestro cliente se veía muy apenado, le pidió disculpas a mi jefe por tal comentario y ahí murió el asunto.

Giré mi vista hacia la asistente del señor Bacaro, que en todo ese momento se había mantenido en silencio, esta me dio una mirada que si los ojos dispararan balas, creo que ya me hubiese disparado a matar, me imagino que no le gustó para nada que el señor Alemán dijera que yo era su novia.

Porque estaba claro que desde que llegamos, ella le puso el ojo a mi bello jefe y supongo que no se esperaba tremenda confesión por parte de él. Sonreí y me porté lo más normal que pude durante la reunión y prestaba mucha atención a lo que pedían que hiciéramos como bufete de abogados para solucionar el problema.

Al cabo de dos horas ya se había llegado a un acuerdo y firmado todo, posteriormente a ello nos despedimos.

-Cuida a tu novia, abogado, porque bellezas como la de ella no se encuentran con facilidad.

Fueron las palabras de despedida que el señor Bacaro le dijo a mi jefe.

El señor Alemán me tomó de la mano y salimos del local como una pareja normal y enamorada. Pero cuando ya estábamos a una distancia en la cual el cliente no nos miraba, él me soltó bruscamente de la mano y como que sintió repulsión de tocarme porque de inmediato se alejó y no me dijo nada.

No sé por qué razón, pero sentí una punzada en el corazón y mi pecho dolió cuando él se alejó en su auto y yo me quedé como estúpida, de pie en la calle esperando nada.

            
            

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