Capítulo 7 Vas a venir a casa conmigo

"El cáncer ha empezado a extenderse más allá de su sitio original, y el estrés que ha pasado solo ha empeorado las cosas. La mejor opción ahora es ingresarla de inmediato. Como su amigo, necesitas mantenerte cerca para que se mantenga tranquila, porque cualquier otro estrés emocional podría ponerla realmente en riesgo", dijo el doctor.

El ceño de Alan se frunció mientras la preocupación se asentaba en su rostro. "Lo entiendo, doctor. Haré lo que sea necesario."

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Clara no tenía idea de cuánto tiempo había pasado. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró mirando un techo blanco y austero, con el fuerte olor a desinfectante impregnando el aire.

Al intentar incorporarse, notó que alguien sostenía su mano con fuerza.

"¡Clara, gracias a Dios que despertaste! ¿Te sientes bien? ¿Quieres que llame al doctor?", preguntó Alan, con el rostro marcado por el cansancio y los nervios.

Ella lo miró, desconcertada. "Alan, ¿qué haces aquí?"

Todavía recordaba haber colapsado en la entrada del cementerio. De alguna manera, Alan debió haberla encontrado y llevado al hospital.

"Llegué justo a tiempo. Quién sabe qué habría pasado si no hubiera ido por ti", dijo Alan, tratando de sonar animado, aunque su tono tenía un claro matiz de preocupación.

Clara bajó la mirada, el recuerdo de las duras palabras de Declan y el pastel de cumpleaños arruinado regresando mientras revivía el momento en que se desmayó.

Una triste sonrisa se dibujó en sus labios mientras hablaba en voz baja. "Alguien como yo... si desapareciera, nadie se daría cuenta. No haría ninguna diferencia para nadie..."

"Deja de hablar así", dijo Alan, con la mirada fija en la de ella. "No puedo hablar por los demás, pero yo siempre he estado aquí para ti, Clara. He estado enamorado de ti desde hace más tiempo del que imaginas."

La confesión quedó suspendida entre ellos, y por un momento, Clara solo lo miró, con la boca entreabierta, completamente sorprendida por sus palabras.

"¡Clara!" Alguien llamó su nombre desde la puerta, rompiendo el silencio con un sobresalto.

Clara miró hacia allá, y un destello de dolor cruzó sus ojos enrojecidos.

Lorena entró caminando, sosteniendo la mano de Declan, con una sonrisa brillante y llena de intención. Declan caminaba a su lado, con el rostro frío y distante.

Miró a Clara con esos ojos oscuros e insondables, fríos como una noche de invierno.

Clara no pudo evitar notar cómo la mano de Lorena encajaba fácilmente en la de Declan, un sabor amargo subiendo a su boca mientras se mordía el labio con más fuerza.

"¿Interrumpimos algo?" Preguntó Lorena con una sonrisa astuta, su mirada saltando entre Clara y Alan. "Supongo que eso explica por qué te negabas a ir a citas a ciegas, Clara. Resulta que tu corazón ya pertenece a alguien."

Lorena empujó suavemente a Declan, con un tono juguetón. "Parece que ya puedes dejar de preocuparte por Clara, Declan. Ya encontró a su caballero de brillante armadura. No va a estar tocando tu puerta para pedir ayuda otra vez."

La mandíbula de Declan se tensó, y sus ojos se volvieron helados mientras miraba a Clara y Alan. Sus manos se cerraron a los lados.

"No es..." Clara intentó protestar, pero su voz se apagó, y las palabras se desvanecieron, dejando solo tristeza y dolor.

Explicarse parecía inútil cuando a Declan no le importaba en absoluto.

Su silencio solo pareció irritar más a Declan. Con una voz fría, preguntó: "Entonces, ¿cuándo te conseguiste un novio? ¿Se suponía que debía ser un secreto para mí?"

Todo el cuerpo de Clara tembló mientras apretaba los labios en una línea firme, negándose a hablar.

Al notar la repentina palidez en su rostro, Alan dio un paso adelante, colocándose justo entre ella y Declan. "Acaba de despertar, señor Curtis. Si tiene algo que decir, tendrá que esperar hasta que esté en condiciones de escucharlo", dijo Alan, con la mirada firme, decidido a proteger a Clara.

La mirada de Declan se endureció. Su voz bajó, helada. "No estoy hablando contigo."

La mandíbula de Alan se tensó. Entendía perfectamente que Declan lo veía como un simple intruso, alguien que no pertenecía a ese momento.

"Clara, respóndeme", dijo Declan, negándose a mirar a Alan mientras sus ojos se clavaban en los de Clara.

Por un segundo, Clara se mordió el labio tan fuerte que casi sangra. Levantó la cabeza, sus palabras apenas conteniendo una oleada de emoción. "Soy lo suficientemente adulta para tomar mis propias decisiones. Si quiero tener un novio, es asunto mío. No necesito tu aprobación, ¿verdad?"

La desafiante chispa en sus ojos se mantuvo mientras sostenía su mirada, pero después de un momento, se volvió, tranquila y resuelta.

La irritación se apoderó de Declan, y su enojo tomó el control, ardiendo en sus ojos.

Acortó la distancia entre ellos en un instante, su mano cerrándose alrededor de la muñeca de ella. Cada palabra que salía de sus labios sonaba como una advertencia. "Clara, ¿quién te crees que eres para hablarme así? Te vas a casa conmigo. Ahora."

Un dolor agudo recorrió su brazo mientras intentaba soltarse. "¡No voy a ir a ningún lado contigo! ¡Suéltame!"

Pero Declan se negó a ceder, tirando de ella hacia sí hasta que la mano de Alan se alzó y agarró su brazo, deteniéndolo en seco.

"Señor Curtis, la escuchó. Clara no se va con usted, así que necesita soltarla", dijo Alan, con los ojos firmes, decidido a proteger a Clara.

Declan se quedó inmóvil, su rostro una tormenta de furia, pero no dio un paso más.

Sin esperar un segundo más, Clara se soltó de su agarre, dándole la espalda.

La voz de Declan resonó, profunda e implacable. "¿Estás segura de esto? ¿De verdad no vas a venir a casa conmigo?"