Luna Roja: El instinto de la carne
img img Luna Roja: El instinto de la carne img Capítulo 5 Una Invitación Intrigante
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Capítulo 6 La Luna Llena se Aproxima img
Capítulo 7 El Miedo a lo Desconocido img
Capítulo 8 La Primera Luna Llena img
Capítulo 9 Confusión y Deseo Reprimido img
Capítulo 10 El Pacto de los Hombres Lobo img
Capítulo 11 El Deseo Crece img
Capítulo 12 Una Conversación Privada img
Capítulo 13 La Luna Llena Próxima img
Capítulo 14 Tentación img
Capítulo 15 El Toque Prohibido img
Capítulo 16 La Llamada de la Luna img
Capítulo 17 La Amenaza Desconocida img
Capítulo 18 El Regreso de la Luna Llena img
Capítulo 19 La Atracción Irresistible img
Capítulo 20 Despedida Dolorosa img
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Capítulo 5 Una Invitación Intrigante

El sol había comenzado a ponerse sobre San Lupo, tiñendo el cielo de tonos naranjas y lilas, mientras Aurelia caminaba de vuelta a la casa. Aunque la ciudad parecía tranquilizarse al caer la tarde, la inquietud que sentía no disminuía. La noche anterior, sus pasos la habían llevado por las oscuras calles del pueblo, y el encuentro con Dante, aunque fugaz, había dejado una marca profunda en ella. Esa presencia suya, tan poderosa, tan indescifrable, seguía rondando sus pensamientos.

Había algo en él que despertaba una mezcla de curiosidad y temor en su interior, como si hubiera algo que aún no comprendía, pero que lo hacía peligrosamente cautivador.

El día había transcurrido lentamente, con la constante sensación de ser observada por los habitantes del pueblo, como si, por alguna razón, ella fuera una pieza en un tablero del que no conocía las reglas. La tensión crecía con cada momento, como si la atmósfera misma estuviera cargada de algo invisible, algo inminente. Durante el desayuno, Nora había sido más reservada de lo habitual, evitando hacer preguntas sobre sus paseos por el pueblo. Aurelia había decidido no mencionar nada sobre sus inquietudes. No quería alarmarla sin razón.

Pero mientras se encontraba en la sala, intentando distraerse con un libro viejo que había encontrado en una estantería de la casa, alguien tocó la puerta.

Aurelia se levantó y abrió con un leve suspiro, sorprendida al ver a Dante de pie en el umbral. Su presencia, tan imponente como siempre, parecía llenar el espacio, y aunque su rostro estaba sereno, había algo en su mirada que le transmitía un mensaje implícito.

-Hola, Aurelia -dijo, su voz grave y tranquila, como si hablar con ella fuera lo más natural del mundo. A pesar de que lo conocía poco, su tono de voz tenía una calma que la hizo sentirse más segura de lo que esperaba-. ¿Tienes un momento?

Aurelia sintió una oleada de curiosidad, pero también algo más: una pequeña chispa de temor que no lograba extinguir. A pesar de todo, la atracción que sentía hacia él era más fuerte que su cautela.

-Claro, pasa -respondió, apartándose un poco para dejarlo entrar. Cuando Dante cruzó el umbral, un leve escalofrío recorrió su columna. Era imposible ignorar la tensión que se formaba en el aire cada vez que él estaba cerca.

Dante cerró la puerta detrás de él y se acercó al pequeño sofá junto a la chimenea. Aurelia, aunque algo nerviosa, se sentó en una silla frente a él. No sabía qué esperar, pero algo en la forma en que él se comportaba la hacía sentir que quería saber más. Algo le decía que Dante no estaba aquí por casualidad.

-Me disculpo por aparecer sin avisar -dijo Dante, mirando con intensidad la chimenea apagada-. He venido para hablar contigo. Hay algo que creo que necesitas saber. Sobre el pueblo. Sobre nosotros.

Aurelia lo miró en silencio, la curiosidad ganando terreno. Había algo en esas palabras que le sonaba a advertencia, algo que la hacía sentirse aún más cautivada por él. La necesidad de entender lo que estaba sucediendo en San Lupo se volvía más urgente con cada día que pasaba.

-¿Sobre el pueblo? -preguntó, frunciendo ligeramente el ceño-. ¿Qué necesitas decirme?

Dante la miró fijamente, como si estuviera midiendo sus palabras, sopesando lo que debía revelar. El silencio entre ellos se volvió pesado, casi palpable, antes de que él finalmente hablara.

-No es fácil para alguien de fuera entender todo lo que ocurre aquí. San Lupo no es un pueblo común. Sus tradiciones no se explican con palabras sencillas. Las viejas costumbres, las leyendas, el miedo que todos aquí sienten hacia la luna roja... todo tiene un propósito. Un propósito que pocos entienden realmente, y menos aún los que han llegado solo a visitarnos.

Aurelia tragó saliva, las palabras de Dante resonando en su mente. ¿Qué quería decir con "el miedo hacia la luna roja"? ¿Por qué todos parecían vivir con esa constante tensión en el aire?

-¿Por qué me dices esto? -preguntó ella, su voz temblando un poco a pesar de su intento por mantener la calma.

Dante la observó un momento más, como si estuviera evaluando su respuesta. Finalmente, hizo un gesto hacia la puerta, como si quisiera invitarla a seguirlo.

-El pueblo celebra algo muy importante cada vez que la luna llena se acerca -dijo, su tono más grave-. Algo que afecta a todos. No solo a los que viven aquí, sino a aquellos que alguna vez han tenido algo que ver con nosotros, aunque no lo sepan. Es... complicado. Pero hoy hay una reunión. Y me gustaría que vinieras conmigo. Hay cosas que te conviene saber, cosas que te ayudarán a entender lo que está pasando.

Aurelia se quedó callada durante unos largos segundos. La idea de asistir a una reunión en la que probablemente se hablaría de lo que ella sentía que era un mundo oculto y peligroso le aterraba. Sin embargo, algo en su interior la empujaba a aceptar. Quería saber la verdad, quería entender por qué San Lupo estaba envuelto en un aura de misterio. Y Dante, de alguna manera, había logrado que su curiosidad fuera aún más grande que su miedo.

Finalmente, decidió que debía ir. No podía quedarse con más preguntas, no sin tener las respuestas que ansiaba. Miró a Dante, que la observaba fijamente, sin presionarla, pero también con una urgencia sutil que parecía decirle que no podía rechazar esta oportunidad.

-Está bien, iré. Pero... ¿qué es lo que se celebra exactamente? ¿Por qué no puedo simplemente quedarme aquí y escuchar más tarde? -preguntó, con una leve fracción de desconfianza aún presente en su voz.

Dante la miró con una leve sonrisa, casi imperceptible. Parecía que la respuesta no le sorprendía, como si hubiera esperado que ella aceptara, pero no sin mostrar algo de duda.

-La reunión no es algo que puedas escuchar después -respondió él, su mirada volviendo a ser seria, casi sombría-. Es algo que se vive en el momento. Es necesario estar allí, ser parte de lo que ocurre. Solo así podrás comprender. Y más importante aún, podrás protegerte.

Aurelia sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. "Protégerte". ¿Qué significaba eso? ¿Qué tipo de peligro había en San Lupo? ¿Qué clase de rituales y tradiciones estaban involucrados en todo esto?

Aunque la incertidumbre la asaltaba, Aurelia sintió que ya era demasiado tarde para retroceder. Se había adentrado demasiado en la oscuridad del pueblo, y ahora debía seguir adelante. No podía volver atrás.

-¿A qué hora comienza la reunión? -preguntó, su voz más firme esta vez, aunque aún podía sentir cómo su pulso aumentaba.

Dante se levantó lentamente, caminando hacia la puerta.

-Dentro de una hora. Estaré esperando afuera -respondió él, antes de girarse hacia ella una vez más, sus ojos reflejando una mezcla de seriedad y algo más que Aurelia no pudo identificar-. Te aconsejo que te prepares. Lo que verás allí cambiará la forma en que ves a todos en este pueblo.

Con esas palabras, Dante salió de la casa, dejándola sola con sus pensamientos. Aurelia se quedó allí, mirando la puerta cerrada detrás de él, preguntándose si estaba tomando la decisión correcta. Algo en su interior la decía que no todo lo que ocurriría esa noche sería lo que esperaba, y aún no sabía si debía estar aterrada o intrigada.

Mientras se preparaba para salir, los ecos de las palabras de Dante seguían resonando en su mente. "Te protegerás." ¿De qué? ¿Qué era lo que debía temer en este pueblo aparentemente tan aislado?

La respuesta, Aurelia lo sabía, la encontraría esa noche. Aunque no podía imaginar en qué clase de ritual estaba a punto de entrar, ya sentía que su vida nunca volvería a ser la misma después de esa reunión.

                         

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