Capítulo 4 Una fiesta

El tono de Sara fue una total sorpresa para Jacob porque no esperaba que ella le hablara con tanta frialdad. De repente, se sintió extraño y muy incómodo hablando con ella, pero dijo con voz fría: "Hay una fiesta esta noche. Necesito que asistas conmigo como mi esposa. Si alguien hace preguntas, recuerda lo que te dije".

Antes de que Sara pudiera negarse, él colgó la llamada abruptamente.

Jacob le acababa de recordar que no olvidara su amenaza de destruir la compañía de su padre.

Ethan vio la amarga expresión en el rostro de Sara y supo de inmediato lo que había sucedido. "Era él, ¿cierto? Estoy seguro de que dijo algo que te molestó", murmuró.

"No. No es eso realmente. Me tengo que ir a casa. Eso es todo", respondió Sara con la mayor naturalidad posible.

Al escuchar sus palabras, Ethan inmediatamente pisó el acelerador, colocando sus dos manos en el volante.

Él siempre había sido muy considerado con ella. Por lo tanto, satisfaría todas sus necesidades sin hacer muchas preguntas.

La fiesta no era más que una manera ostentosa de fortalecer las conexiones de los ricos con personas influyentes.

William, el mejor amigo de Jacob, no se perdería ninguna de sus fiestas. Así que allí estaba vestido con un traje a la medida, que lo hacía lucir aún más guapo de lo habitual. Se rio y habló con los primos de Jacob, comportándose como un verdadero caballero. Cuando las demás chicas de la fiesta notaron lo sorprendentemente atractivo que era, no pudieron evitar embelesarse.

Después de dudar por un momento en la puerta antes de entrar, Sara levantó la cabeza y sonrió.

Su pálido rostro brilló con encanto bajo la suave luz amarilla cuando entró. Sus rasgos delicados, su piel que parecía hecha de porcelana y su hermoso cabello oscuro hicieron que muchos de los presentes voltearan a verla de inmediato. Todos los hombres en la habitación estaban fascinados, admirando su belleza.

Entró en la habitación con una sonrisa, tomó una copa de champán que el camarero le ofreció y saludó con gracia a sus amigos y familiares. Su elegancia y encanto eran dignos de alabar.

Llevaba un vestido de noche negro que envolvía su voluptuoso cuerpo como una segunda piel, haciéndola lucir deslumbrante.

No había duda de que ella era la mujer más hermosa de la fiesta.

Como ellos mismos siempre dicen: los ricos tienen muchos parientes lejanos. Incluso después de estar casada con Jacob durante cuatro años, Sara apenas podía recordar a unos cuantos. Ella solo conocía a algunos de sus amigos cercanos y a los familiares que solía ver a menudo.

Mientras sus ojos buscaban a Jacob entre la multitud, se cruzaron con los de una mujer que le resultó familiar y que se le estaba acercando.

"¡Hola, Sara! Apuesto a que te he visto antes con este mismo vestido". Era la prima lejana de Jacob quien, en estado de ebriedad, caminó hacia Sara con una actitud imprudente.

Sara suspiró en sus adentros.

A decir verdad, Jacob no le había dado tiempo suficiente para ir a comprar un vestido nuevo, por lo cual no tuvo más remedio que ponerse uno viejo y aburrido, esperando que nadie se fijara en lo que llevaba puesto.

Sin embargo, desafortunadamente, alguien lo había hecho. Sara fingió una sonrisa y le dijo: "¿En serio? ¡Debes estar equivocada!".

Como anfitriona del clan Cheng, no podía permitirse que la vieran con un vestido viejo, porque la gente la ridiculizaría sin dudar por repetir un atuendo.

La mujer lo pensó mucho y luego soltó en voz alta: "¡Recuerdo que asististe a la cena benéfica con el mismo vestido!".

"Estás borracha. Deberías irte a tu casa y ahorrarte la vergüenza". Antes de que Sara pudiera responder, una voz fría intervino diciendo esas palabras, sorprendiendo a todos en la fiesta.

Sintiéndose avergonzada, la mujer logró retener las lágrimas parpadeando mientras que desparecía entre la multitud.

Sara supo a quién pertenecía esa voz sin siquiera mirarlo.

Se dio la vuelta y observó cómo Jacob se acercaba a ella, mirándola mientras tomaba un sorbo de la copa de vino que sostenía, sin pronunciar una palabra.

Sara preguntó confundida: "¿Estás tratando de presumir que puedes beber o qué?".

Sus cortantes palabras dejaban ver un poco la ira que había dentro de ella.

Apenas había comenzado a sentirse feliz de haber salido con Ethan a tomar algo de aire fresco cuando Jacob la obligó a regresar, interrumpiéndolos a mitad de camino.

¿Cómo podría siquiera intentar estar de buen humor después de eso? Definitivamente, no quería ser agradable con el hombre que le había arruinado el día.

Al escuchar lo que Sara le había dicho, Jacob ni siquiera se inmutó porque ya se había acostumbrado a sus palabras frías y sin emociones. "Mi querida esposa, sabes lo importante que es tu imagen, ¿verdad? Eres el rostro del Grupo Cheng", dijo, trazando en el aire con su dedo largo y delgado lo que sería la curvatura de una sonrisa en sus labios.

Luego de eso, miró su vestido con disgusto.

Con una sonrisa sarcástica, Sara preguntó: "¿Qué? ¿Acaso debería avergonzarme de lo que llevo puesto? ¿Pero qué puedo hacer? Después de todo, según tú, no soy más que un objeto de escaso valor".

Después de ver la mirada de disgusto de Jacob, Sara dejó de sentirse culpable por ser tan fría con él. De todas formas, la gente no se reía de ella, se reía de la anfitriona del clan Cheng.

"Tú...", dijo Jacob fulminándola con la mirada. Nunca antes ella le había hablado de una manera tan irrespetuosa en público, así que su actitud altiva lo enfurecía.

"¡Guau! Ustedes dos han estado casados por tanto tiempo y, aun así, han logrado mantener vivo el romance. ¿Están intentando torturarnos a nosotros, los solteros, con su química extraordinariamente dulce?", preguntó William, acercándose. Él era un típico playboy que tenía un gran grupo de mujeres siguiéndolo dondequiera que fuera.

Sara tomó la iniciativa y se rio de su comentario. El ceño fruncido en su rostro, de repente, se había desvanecido por completo y su elegante encanto había regresado cuando dijo: "¡William, tú eres muy atractivo! No importa a dónde vayas, siempre te sobran las mujeres hermosas. Estoy completamente segura de que, por esto, cualquier hombre te envidiaría".

La sonrisa pícara en el rostro de William se congeló de repente. '¿Ella de verdad me considera un playboy?', pensó para sí mismo mientras un atisbo de frustración se asomaba en su rostro.

Jacob notó el rápido cambio de expresión de William y se dio cuenta de algo, pero no estaba seguro de si tenía razón o no.

En ese momento, William se dio la vuelta y les indicó amablemente a las mujeres que estaban detrás de él que se fueran. Todas le mostraron una sonrisa antes de dispersarse entre la multitud.

"Oye, Sara, no hemos tomado una copa juntos desde mucho tiempo. Acompáñame a tomar algo", dijo con entusiasmo, al mismo tiempo que le quitaba la copa de champán y le entregaba un vaso de whisky fuerte.

Sara vaciló por un momento, pero antes de que pudiera tomar el vaso, Jacob interrumpió y alejó el güisqui de ella. "¿Estás tratando de causar problemas? Sabes que ella no puede manejar bien la bebida, ¿no?", preguntó, volviéndose hacia William.

Sin más palabras, Jacob levantó la cabeza de un tirón y se bebió todo el güisqui hasta que no quedó ni una sola gota.

Viendo su lado encantador y caballeroso, Sara se sintió cautivada por él momentáneamente, pero ella misma disolvió esos sentimientos lo más rápido que pudo.

Sin embargo, después de experimentar eso, se sumergió en sus pensamientos. Se sentía mal por dejarse maravillar por Jacob cuando ya había decidido que no le haría caso. ¿Pero por qué seguía sintiendo que él era el hombre más guapo de todo el lugar?

Después de beberse el güisqui, Jacob miró a William y le dijo: "El señor Leo está aquí. Déjame que te presente ante él". Pasó una mano sobre el hombre de William y lo llevó a donde estaba el señor Leo.

Al otro lado de la habitación estaba el primo mayor de Jacob, un hombre de unos cincuenta años. Cada vez que Sara lo miraba, le recorría un escalofrío por toda la espalda.

Tratando de evitar hacer contacto visual con él, se dio la vuelta, pero se encontró a William quien estaba observándola con sus profundos ojos negros, haciendo uso de una mirada tan profunda como el océano.

Cuando los ojos de ambos se encontraron, sintió como si lo estuviera atrayendo hacia donde estaba ella.

Percibiendo la creciente tensión entre ellos, Sara se dio la vuelta una vez más y miró hacia otro lado.

Aunque no sabía exactamente qué era lo que estaba tratando de evitar, se sentía algo culpable por haber correspondido su mirada. Decidió caminar rápidamente hacia el balcón, deseando tener su propio espacio y un momento de paz.

Mientras sus dedos pasaban por la fría barandilla de mármol, finalmente dejó escapar un suspiro de alivio. Luego, levantó la cabeza y miró el hermoso cielo nocturno estrellado.

"¡Sara, hola! ¿Por qué estás aquí? Jacob no puede ser tan cruel como para dejarte en el balcón completamente sola, ¿verdad?". Dijo una voz frívola mezclada con un fuerte olor a alcohol.

Sara se volvió para mirar a la persona que le había dicho esto y descubrió que había sido Jonathan. Honestamente, no esperaba verlo en una fiesta tan animada. Él parecía tener una relación tan buena con todo el mundo que a nadie le importaba que era el hijo ilegítimo del clan.