Capítulo 4 : Venado herido.

La zona de las cabañas se encontraba iluminada por las pequeñas luces consecutivas entrelazadas entre sí, formando un complejo circuito de enredaderas de cables y lámparas pequeñas, redondas intercalando tonos fríos y cálidos. Aquellas, iluminaban parte del sendero, pero llegaban a un tope donde todo estaba en penumbra sepulcral.

Crista miró con atención el bosque que se encontraba completamente oscuro y volvió a sentir un movimiento extraño, junto con una sensación rara. Como de vacío y a la vez de inmencidad. Era igual de increible y espantosa, la sensación de los árboles alrededor entre la oscuridad y lo poco que llegaba adaptarse la vista con la luz de la luna.

Comenzó a acercarse con cautela al bosque de coníferas para ver que era aquello que se movía a la distancia.

La escarcha que comenzaba a formarse por el frío, indujo a Crista a parar unos segundos, percatándose de que sus botas de piel sintética y suela de goma, no habían sido una buena opción para evitar resbalarse. Aunque, ante su tosudez y aquel presentimiento, no se dio por vencida y siguió avanzando, a pesar del terror congelado que irradiaba el bosque.

Se está acercando, se percató Heben en el medio del bosque mientras movía piedras y ramas con el objetivo de atraer a Crista.

Sin embargo, lo que estaba haciendo no estaba en los planes, pues, sus compañeros preferían caer de sorpresa en otra ocasión sin darse a conocer antes, y Heben estaba haciendo todo lo contrario.

Las órdenes habían sido claras, pero a pesar de ello, aquel chico quería volver a ver aquellos ojos. No entendía que era lo que le llamaba la atención de aquella chica que pronto conocería y cumpliría algún rol en su vida. Un rol que, Griselda no le había contado aún. Y cuanto más le ocultaban, más lo motivaba el deseo de romper con aquello.

Depsués de todo, así, entre la miseria, lo habían criado.

Crista miró los árboles que apenas eran iluminados por la luz de la luna en cuarto menguante y esperaba que no se tratase de algún animal salvaje. No quería terminar congelándolo.

Un ruido de ramas y piedras chocando entre sí, se escuchó a unos de metros de donde ella estaba y sin pensarlo se acercó hasta allí.

La sensación del bombeo de la sangre en sus oídos no paraba, como un zumbido incesante y el trago amargo de la saliva en su boca seca no mejoraba la situación y se preguntaba por qué seguía adelante.

Si seré tonta, pensaba obstinada ante su valentía o mejor dicho, idiotes.

Sin embargo, se detuvo en seco al reconocer una sombra humana y varias ramas y piedras elevadas como por arte de magia en el aire.

Parecían flotar en siluetas jugando con los destellos lunares, moviéndose ante el son de una canción silenciosa.

¿Cómo puede ser? Se preguntó, ya que ni la alquimia podía lograr eso. O por lo menos, no la que ella conocía.

-¿Quién eres?-Se limitó a preguntar hacía la sombra.

Heben se quedó en el lugar pensativo, al ver los ojos celestes de Crista reflejados por la luna.

Parecen hielo, se dijo para sí, algo fascinado.

Con un movimiento de sus poderes gravitatorios, Heben, se colocó su capucha sin mover sus manos y se acercó despacio hasta Crista.

-¿Y tú?-Le preguntó él con una voz sombría pero a la vez seductora.

Crista se sintió intimidada al sentir aquella voz y al no poder ver más que unos ojos verdes que conocía desde antes.

-Eres el de la función de la tarde-Exclamó al recordarlo.

Aquellos ojos con la sensación de flotar. O más bien, de levitar como aquellas ramas y piedras.

Crista se sentía confundida ante algo que nunca había visto o escuchado.

Heben se puso tenso en el lugar.

-¿Me recuerdas?-Le volvió a preguntar sin creerlo. Apenas lo había visto un segundo antes de que se marchara.

-Por supuesto-Respondió Crista seria-Nunca olvido un rostro, y menos cuando no disfrutan de la función ¿Por qué te fuiste?-le preguntó con total curiosidad.

Nadie se iba de una función antes de que terminara por completo.

Heben entrecerró los ojos preguntándose, ¿Desde cuándo se convirtió en una conversación de amigos? Luego, suspiró y se echó hacía atrás, para volverse en sus pasos. No tenía caso estar allí, ella ya lo conocería cuando se presentaran formalmente.

-Espera-Le dijo al ver que él volvía a marcharse sobre sus pasos como un animal que retrocede ante una fiera.

Crista, ante ello se echó hacia adelante en movimientos rápidos.

No obstante, Heben la vio venir y la detuvo en seco con sus poderes lanzándola con fuerza al piso lleno de escarcha y hojas. El olor a tierra húmeda le impregnó la nariz luego del golpe.

Crista no podía moverse, pues sentía que una gran fuerza que no podía ver la tiraba contra el suelo. Como si la fuerza de gravedad hubiera aumentado solo en ella.

Heben se acercó hasta Crista, todavía presionada por su poder. La miró fijamente a sus ojos del color del hielo y ella miró sus ojos verdes misteriosos, y tristes a la vez. Pudo sentir compasión por ellos, y una súbita tristeza la invadió.

Sin embargo, Heben sintió un escalofrío que lo recorrió y se sintió aún más vivo. Pero, cuando estaba por tomar el rostro de Crista, una voz se escuchó a los lejos:

-¡Crista!-Gritó Feuer acercándose rápidamente.

Heben se lanzó hacía atrás y se marchó rápidamente metiéndose en las sombras del bosque como un espectro, al ver que un compañero de ella se acercaba.

Al instante, Crista sintió que el peso desaparecía y se levantó sin dificultad. Aunque, por unos segundos no pudo salir de esa tristeza que la invadió.

Feuer, se encontró a su lado, unos segundos más tarde.

-¿Estas bien?-Le preguntó al ver que ella no se movía y que miraba en la dirección que Heben se había ido.

Crista tardó varios segundos en responder y Feuer se preocupó, pues, no era una actitud normal en ella.

-¿Qué pasó?-Preguntó esta vez, tomándola por lo hombros y haciendo que lo mirara a la cara.

-Nada-Respondió al instante, sintiendo que la mirada cálida de Feuer la devolvía a la realidad-Solo un venado herido.

            
            

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