Capítulo 7 : Enemigos.

Aaron miró a Erde. Su nerviosismo no era evidente, pero el alquimista de metal podía notarlo y sabía su razón.

-¿Serán ellos?-Le preguntó por fin a Erde, que trataba de disimular cualquier gesto que lo delatara con una sonrisa.

-Es lo más probable-Suspiró resignado, pero sabiendo que podía confiar en el hijo de su mejor amigo, que ya no se encontraba en ese mundo. La mirada de Aaron era muy parecida a la de Aganeró, su padre. Y Erde recordaba los viejos tiempos, en donde él y su grupo, eran los protagonistas de la historia y nadie podía pararlos.

No obstante, también recordaba el final de aquella historia y siempre sentía que se le formaba un nudo en la garganta. Y era un problema, porque si el Circo Rosae Crucis era la misma secta que había provocado ese final en el pasado, entonces, debía estar muy alerta, y más aún con Heben. Sabiendo el peligro que podía significar estando del lado del enemigo.

Sin embargo, él también había notado que el error de Heben se debía por Crista y eso le daba una esperanza, ya que, confiaba muy bien en la hija de su mejor amiga y viejo amor.

Erde sonrió para sus adentros, dándose cuenta de que Crista, a pesar de controlar el hielo, descongelaba los corazones y tenía fe, en que ella podría con Heben. Un joven que se mostraba seco y hostil, pero que guardaba mucha tristeza en su corazón.

Con solo un vistazo, Erde se había dado cuenta de ello.

-Tranquilo-Le dijo a Aaron-Observemos y esperemos a su siguiente movimiento.

Los integrantes del Circo Couleurs se encontraban algo nerviosos y exaltados por el nuevo enemigo que se les había presentado. Aunque, cada uno poseía su respectiva opinión acerca del nuevo Circo, y la gran mayoría coincidía en que nunca habían visto uno de ese estilo.

Esa noche, tendrían una función nocturna y Feuer se encontraba preparando los fuegos artificiales para el final. Mientras tanto, el Circo Rosae Crucis también se encontraba trabajando y brindando su espectáculo gratis para atraer al público.

Hay algo que no me gusta, pensó Feuer mientras los miraba por el rabillo del ojo.

Idra se encontraba nuevamente fuera de la carpa, contándoles un cuento a varios niños reunidos. Se había quitado el maquillaje y tenía un vestido gris que le llegaba por la rodilla, junto con unos zapatos de punta redondeada del mismo color. Su rostro al natural dejaba entre ver sus pecas casi del mismo color que su piel durazno claro, y su cabello rojo y ojos violetas resaltaban con la luz del Sol.

Feuer la miró con atención al descubrir que poseía un bello rostro y gesto gracioso, sin embargo, Crista se apareció de repente cortando con su concentración.

-Hola-Le dijo al oído haciéndolo sobresaltar.

Él se paró de repente algo asustado por la sorpresa. Crista lo miró dubitativa, pues era extraño verlo distraído. Por lo general siempre adivinaba los movimientos de su amiga.

Idra se rio disimuladamente, al ver el gesto de su enemigo.

-H-hola-Le respondió encogiéndose de hombros.

Sintió que había quedado como un tonto.

-¿Estás bien?

-Sí, estaba concentrado-Se limitó a decir, a la vez que volvía al trabajo.

Crista se sentó a su lado, observándolo como siempre hacía y comenzó a hablar.

-Estoy emocionada por la función de hoy-Le dijo ella con un brillo en sus ojos.

Crista tenía la esperanza de que Heben fuera a verla nuevamente. Por alguna razón, no se lo podía sacar de la cabeza y ella quería tener la oportunidad de hablar con él, pues sentía que había algo aparte de aquellos ojos tristes.

-¿Emocionada?-Enarcó una ceja mirándola con una sonrisa divertida. A él le gustaba escuchar sobre las emociones de Crista, ya que pensaba que su inocencia se encontraba guardada en ellas. Aunque, ella podía sorprenderlo bastante, cuando debía demostrarle que no era una niña.

-Bueno...-Crista no le iba a decir que era por Heben-Supongo que es la primera vez, que tenemos una función y estamos compitiendo con otro Circo. Quizás sea más emocionante.

Feuer la miró inexpresivo y luego sonrió.

-Quizás... Siempre te gustan los desafíos-inquirió con gesto burlón.

Ella suspiro quitándose un cabello de la cara.

-Algo así-hizo una pausa y observó de reojo a Idra, dándose cuenta de que no era la única que le dedicaba una mirada de interés dubitativo.

Carraspeó.

Feuer la miró con aires de sorpresa y disimuló.

-No es mala idea lo de contar cuentos a los niños de la ciudad-exclamó y Crista se lo tragó por completo. A veces podía ser bastante ingenua cuando se trataba de él.

Ella negó con la cabeza aceptando las palabras de su amigo y quitándose una hoja que había caído de un árbol de sus jeans gastados.

Al momento, Malena, la pastelera del pueblo se apareció frente a ellos junto con su canasta llena de magdalenas de diversos sabores. Llevaba un vestido rosa con un delantal en forma de corazón y su cabello castaño suelto.

-Hola-Los saludó entregándoles la magdalena que ellos comían todos los días.

A Crista le gustaba la de chocolate, mientras que a Feuer la de moras azules.

-Un nuevo Circo ¿Eh? ¿Podrán con ellos?-Preguntó ella sonriendo.

Aunque, para Malena el Circo Couleurs era el mejor.

-Por supuesto-Le respondió Crista dándole el dinero de las magdalenas.

-Gracias-Le dijo Malena tomando el dinero-Suerte en la función.

Feuer asintió igual que Crista.

Idra los miró mientras hablaban y se preguntó que sería tan divertido para que sonrieran a cada palabra que se decían.

Frunció el ceño al notar que su atención se posó en ellos y volvió a su trabajo, con una sonrisa radiante.

El cuento terminó e Idra despidió a los niños. Debía ir a ensayar. Al día siguiente, el Circo Rosae Crucis tendría su función.

Se metió en la carpa pasando junto a sus compañeros, hasta llegar al final. Salió de ella y miró a sus otros compañeros, que se encontraban descansando sobre el pasto, mirando el cielo o tomando alguna bebida.

Las arpías, un grupo de tres mujeres que tenían el don de manipular los gases tóxicos, miraron a Idra con sonrisas de suficiencia, pues, para ellas, Idra era una niña malcriada. Por supuesto, siendo comparada con las situaciones que ellas habían vivido.

-¿A dónde vas Idra?-Le preguntó una de ellas, mientras Idra buscaba a Heben.

Ella no le hizo caso.

-¿Han visto a Heben?-Les preguntó tragándose el orgullo.

-Hum...-Suspiró otra-Creo que se fue por allá-Le dijo señalándole la derecha. Luego cambió de dirección-O quizás por el otro lado-Sus compañeras comenzaron a reír.

Idra reprimió su impulso de desmembrarla allí mismo, al ver que Heben se acercaba a la distancia.

Él la miró suspirando por dentro.

-Heben-Le dijo otra de las arpías tomándolo del pecho melosamente-¿No tienes unos minutos para nosotras?

Heben enarcó una ceja. Luego se quitó los brazos de una de las arpías con brusquedad, pero sin cambiar su cara inexpresiva.

-No tengo tiempo para perder...

-Qué maleducado-Le insistió-Pero no importa, sigues siendo muy lindo, pero eres pequeño-soltó con una sonrisa perversa y se encaminó junto a sus compañeras.

-No me las aguanto-Inquirió casi en un susurro, Idra, cuando se encontraban alejados de su Circo y comenzaban a adentrarse entre las coníferas.

Heben por primera vez, estuvo de acuerdo con su compañera.

-¿Qué crees del Circo Couleurs?-Preguntó él, sabiendo que Idra tenía buen ojo para identificar enemigos. Ya lo había notado con Crista.

Ellos caerán, se dijo Idra mientras pensaba en la pregunta de Heben.

Sin embargo, no respondió.

-¿Qué pasa?-preguntó él, notando que Idra estaba distraída.

Ella lo miró con sorpresa, creyendo que estaba preocupado, pero luego se rio de ella misma, sabiendo que él nunca estaría así por ella.

-Nada. Practiquemos-Inquirió sin dar explicaciones.

Los dos comenzaron posicionándose. Heben levitó varios troncos caídos y piedras de gran tamaño. Al momento, las dirigió hacía Idra, que se encontraba con los ojos cerrados, respirando con los brazos a los lados. Cuando los objetos se acercaron lo suficiente a Idra, ella abrió los ojos, lanzó sus manos hacía el frente y un símbolo de color rojo apareció sobre sus pies. Los objetos se partieron en varios pedazos al instante.

-Creo que no hay nada más-Le dijo Heben mirando el resultado de su compañera.

Idra podría ser una gran asesina, pensó, pero le falta carácter, concluyó.

-Sí. Volvamos-Le dijo y los dos volvieron al Circo.

            
            

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