Capítulo 9 : El beso.

Crista se encontraba caminando cerca del lago mientras pensaba en los poderes de una de sus contrincantes, pues, se encontraba algo perturbada al enterarse de que era posible que una persona ignorase algún paso de la alquimia. Es decir, la alquimia y la química/física de los elementos, está compuesta por el entendimiento de la materia, la descomposición de ella y su transformación. Pero Idra, solo se quedaba en el segundo paso.

Crista pensó que quizá, la alquimia de Idra era incompleta o tal vez, sabía utilizar los pasos separadamente.

Sin embargo, la última opción era la más difícil hasta para un alquimista experimentado.

Ella miró las montañas y sus picos nevados. Sintió el aire recorrer su rostro y sonrió instintivamente, al sentirse en plenitud con la naturaleza, pues, quienes utilizan la alquimia correctamente poseen cierto equilibrio con lo natural, y Crista era una alquimista responsable. Además, sus ambiciones estaban rodeadas de seguir adelante pasara lo que pasara y poder tener proyectos distintos a lo largo del tiempo con tal de sentirse joven a pesar de los años o, sabiendo que moriría en un futuro lejano igual que cualquier humano.

No obstante, eso no le preocupaba, y aunque fuese alquimista, no buscaba la juventud eterna o la piedra filosofal como una herramienta para conseguir ser inmortal. Distinto a otros alquimistas que han querido lograrlo y han fracasado rotundamente. Y Crista, nunca escuchó sobre alguien que pudiese haber creado esta joya tan valiosa y a la vez, tan peligrosa. Por eso, ignoraba por completo que su madre junto con su grupo de amigos y aliados, había podido lograrlo. Sin contar, que la misma secta que mató a su madre y a otros compañeros de ella, se encuentra en ese momento frente a sus ojos como el Circo Rosae Crucis, buscando el tesoro escondido por Erde.

Volvió a sentir otra brisa sobre su rostro y al mismo tiempo, volvió a sentir aquel escalofrío que había sentido la noche anterior a la aparición del Circo enemigo, y como si la hubieran llamado, giró su cabeza hacía una conífera de hojas de color amarillo.

Su enemigo la estaba observando sorprendido, igual que lo hacía ella. Después de todo, Heben había salido a dar un paseo para despejarse y escaparse de una de las arpías que lo molestaba para que la ayudara a pintarse las uñas de los pies, con la excusa de que debía estar lo más hermosa posible para la función de esa noche.

A todo esto, entre el escape y el hartazgo, atinó a escalar uno de los árboles cercanos y quedarse cómodo sobre una de las ramas.

Él se percató de que Crista lo había encontrado, pero se quedó allí sin inmutarse. Ya había fallado en sus actos calculados y no iba a volver a hacerlo.

-¿Qué sucede?-Le preguntó Crista naturalmente como si se tratase de un conocido, luego de posarse debajo del árbol mirándolo con curiosidad.

Heben abrió un poco más los ojos, sorprendido por el trato amigable de Crista y se sintió divertido. Además, era la primera vez que alguien lo trataba así luego de enfrentar su mirada y a sus poderes.

-Nada-Respondió bajando al instante del árbol con movimientos calculados y de un salto cayendo limpiamente en el suelo lleno de tierra, ramas y hojas.

Heben se quedó parado a un metro de distancia de ella y los dos se miraron sin decirse nada. Estaban inmóviles observándose el uno al otro mientras sus cabellos volaban suavemente con la brisa matutina. Aunque, más que observación, era admiración y hasta podría decirse, atracción.

Parte de la escena le hizo pensar a Heben que parecían perros esperando a que el otro hiciera un movimiento y poder olerlo, lo que le causó diversión y se sorprendió ante ello.

Crista sonrió.

-Qué bueno-Le dijo. Estaba aliviada que él se mostrara normal frente a ella.

Él volvió a sorprenderse y se acercó aún más.

-¿No estas asustada?-Le preguntó con voz autoritaria.

Esta vez, quien estaba sorprendida era Crista.

-¿Por qué lo estaría?-Ella se quedó pensando-¿Lo dices por la otra noche? Bueno, al principio fue extraño y me sorprendí...

-Limítate a contestar-Le dijo él en tono tajante.

A Heben le gustaban las respuestas concisas y sin vueltas.

-No-Respondió poniéndose seria, aunque al principio aquel tono le había molestado al punto de querer mandarlo al diablo sin más, se armó de paciencia-¿Y tú?-Le redobló astuta.

Él la miró otra vez sorprendido y comenzó a sentir nervios ¿Qué pasa?, se preguntó alarmado. Tenía miedo de volver a perder el control. Miedo...

-No-Respondió mirando hacia otro lado con el ceño fruncido. Pero, por alguna razón, sus mejillas se habían ruborizado levemente.

Crista lo observó por un segundo, y se rio mientras se acercaba despacio.

-¿De qué te ríes...-No terminó de preguntar Heben, cuando ella tomó su rostro entre sus manos y acarició su ceño fruncido.

-Te ves más lindo cuando tienes el gesto relajado-Inquirió ella.

Luego lo soltó. Pero, él se quedó dubitativo en el lugar.

-Tomas demasiada confianza-Le replicó él con los ojos bien abiertos.

Crista cayó en la cuenta de que quizás estaba acostumbrada al contacto físico con los demás y apenas conocía a aquel tipo.

Se retorció las manos con nerviosismo y sonrió de lado.

-Lo lamento-dijo rascándose la nuca-soy algo impulsiva.

Heben puso los ojos en blanco y dio media vuelta para marcharse.

-No te vayas-Le dijo Crista con un pequeño deje de desesperación. No le gustaba que la gente se alejase de ella, y menos cuando no tenían una razón. Además, por alguna razón, comenzaría a sentirse muy triste si Heben se alejaba de ella. Aunque, ella no tenía idea del porqué de esa tristeza.

Él se detuvo sobre sus pasos notando el tono de voz de Crista, desconcertado. Luego, se dio vuelta y la estudió con la mirada.

-¿No tienes miedo de que vuelva a usar mis poderes contra ti?

-No. No te tengo miedo-Le respondió desconcertándolo del todo. Ella lo miró con astucia, preguntándose de donde sacaba tanto valor para hablarle. Sin embargo, Crista ya había pasado por la peor faceta de Heben en la noche que lo conoció, y en ese momento, no era para nada igual. Es más, los rasgos de Heben se veían más terzos y a medida que Crista lo retenía el parecía relajarse.

Él suspiró resignado sin poder creerlo. Hasta ese momento no había conocido a una mujer así, que lo enfrentase luego de haber sufrido su peor cara.

Al instante, soltó una pequeña risa irónica. Si Griselda me ve así, va a matarme, pensó Heben divertido por el peligro, y la excitación que le producía aquella situación, pues, tenían rotundamente prohibido relacionarse con algún integrante del Circo Couleurs.

-Así que... No me temes-Dijo más para sí mismo que para Crista, y como un impulso instintivo, tomó el rostro de ella entre sus manos. Heben se sorprendió a él mismo cuando se vio cercando su rostro al de ella.

Crista lo miró sin apartarse. El aliento cálido de él la desconcertó dejándola inmóvil en el lugar.

Él contempló los ojos de hielo de Crista, pero esta vez no sintió frío. Ella tampoco sintió tristeza al ver fijamente los de Heben.

Crista posó su mano en la mejilla de Heben y comenzó a acercarse. Heben lo hizo más rápido y fundió sus labios con los de ella.

Sus corazones comenzaron a latir y los dos reconocieron que nunca se habían sentido así por nadie.

El aliento fresco de Crista envolvió la boca de Heben hasta sentir un escalofrío que lo recorrió por entero. Su tacto suave lo hizo desear más y la atrajo con más fuerza hacia sí. Sus cuerpos se moldearon a la perfección. La fuerza de Heben enloqueció a Crista, y casi la dejó sin aliento.

Un minuto más tarde se soltaron y se miraron fijo mientras trataban de respirar sin dificultad.

El pecho de Heben subía y bajaba suavemente. Luego, sintió un sonido en la lejanía que lo sobresaltó.

Sin decir nada, soltó a Crista y se marchó rápidamente dejándola allí.

Dubitativa en el lugar.

Idra vio que Heben se acercaba hasta ella. Me descubrió, pensó corriendo para escaparse, pero él fue más rápido y la tomó del cuello.

-No te atrevas a decir nada, parásito-Le dijo él con el rostro contraído por la furia.

Varias lágrimas cayeron del rostro de Idra.

-Bien, no diré nada a nadie-Exclamó con dificultad.

Heben la soltó y ella cayó de sopetón al piso. Comenzó a toser en busca de aire para sus pulmones. Luego, lo miró con odio y se levantó yéndose por el bosque. Él la vio alejarse y suspiró con alivio. Por un momento, sintió miedo. No quería que los demás se enteraran de lo que acababa de ocurrir, pues, ni él sabía bien que era lo que había pasado.

Crista miró la dirección en la que Heben se había ido. Qué chico tan misterioso, pensó mirando la nada.

Luego frunció el ceño ¿Será que siempre me busco chicos que no me den una respuesta concreta? Se preguntó a ella misma con rabia.

Pero, lo peor era que ese beso le había gustado más que cualquiera de los que Feuer le daba en las funciones.

            
            

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