Capítulo 2 La llamada inesperada

***Dos semanas más tarde

Sophia y su mejor amiga compartían un momento de desahogo en su departamento, bebiendo una cerveza. La pérdida de su padre aún pesaba en el corazón de Sophia, y la indiferencia de su madre solo había aumentado su dolor. Mientras conversaban, la amiga decidió hacer una búsqueda por curiosidad en línea y visitó el perfil de redes sociales Cassandra. Su expresión cambió de repente.

-Esto debe ser una broma- dijo Isabella, sonriendo.

Sophia, intrigada por la reacción de su amiga, se acerca para ver qué había encontrado. Ambas quedan atónitas al ver una foto de su madre junto a un hombre más joven y atractivo. Cassandra sonreía radiante en la foto, mientras el hombre la rodeaba con cariño, los corazones y palabras dulces en la descripción no podían ocultar ese amor infinito que gritan a los cuatro vientos.

-Parece que tu madre está saliendo con un príncipe, - comenta Isabella.

-No me extraña, siempre le ha gustado estar con hombres más jóvenes. Y te aseguro que este debe ser el que todos los anteriores- se aparta enojada- estúpidos, aprovechados, vividores y sexys.

-¡Supersexy! -agrega su amiga, explorando ahora el perfil del atractivo misterioso hombre, sin pérdida de tiempo. -Definitivamente, quisiera tener la suerte de tu madre. También estaría llena de vida, con un hombre como este.

La ironía de la situación las hace reír unos segundos.

-No voy a negarlo, cualquiera babea por alguien como él -dice Sophia, recostándose en la cama-No entiendo los caprichos de mi madre, primero las cirugías, los viajes, rodearse de hombres jóvenes...

-Y ahora va a casarse.

-¿Qué? -Sophia se levanta de inmediato y se acerca de nuevo al teléfono de su amiga para leer la publicación. No estaba equivocada; la publicación era de hace unos meses.

-Supongo que no te lo dijo.

-Hace mucho que no hablamos y para ser sincera. No reviso su perfil hace años- dice reflexiva. Entonces un recuerdo se apodera de su mente -. Pero papá sí lo sabía. Recuerdo la última vez que hablaron, él se quedó muy triste. Se lo dijo solo para hacerlo sufrir, como si ese estúpido fuera alguien importante.

-Es médico cirujano, según parece. Tiene una casa enorme, lujosa, piscina, yacusi, auto de moda y una vida de lujos. Se sacó el premio mayor.

-Después de todo, consiguió lo que tanto soñaba- dijo Sophia con pesar.

-Te imaginas lo que haría si lo perdiera todo. Está haciendo mucha bulla con su boda, ya te fijaste cuantas reacciones tienen, ¡por dios santo! Es una locura, parecen que son la pareja de moda, ¿en qué trabaja tu madre? O es solo por ese papacito.

Esa frase caló hondo en su ser, como si fuera su padre el que lo hubiera dicho. Lo pensó unos segundos y sus ojos brillaron, como encontrando la luz en medio de su desgracia, la dulce venganza se asomaba.

-Ya sé lo que tengo que hacer, - dijo Sophia mientras mira a su amiga.

-¿Qué estás pensando?

-Darle una cucharada de su propia medicina- levanta una ceja.

-¿¡Espera! ¿Vas a intentar quitárselo?

-¿Por qué no? Soy más joven que ella y tengo lo mío. Además, según esta publicación, - le quita el teléfono para leer- dice que se casa dentro de un mes. Tiempo más que suficiente para que la deje plantada en la iglesia.

-¿Dejarás que llegue tan lejos?

-Nada sería más humillante para ella que quedarse vestida y alborotada, con todos sus invitados como testigos de su catastrófico final.

-Vaya, eso suena un tanto perverso, amiga. Pero no puedes entrar así de fácil a Estados Unidos y entrar de ilegal es peligroso. Sin embargo, no niego que esa idea tuya fue escalofriante. Por un instante me creí lo que dijiste.

-No estoy bromeando. Voy a quitárselo, de una u otra manera haré que la deje plantada en la iglesia o dejo de llamarme Sophia Anderson.

Isabela estaba a punto de decir algo cuando una llamada entrante irrumpió en la escena. Sophia no reconoció el número, pero decidió contestar.

"¿Hola?", dice con cautela.

"¿Hablo con Sophia Anderson?", preguntó una voz desconocida al otro lado de la línea.

Sophia frunció el ceño. "Sí, soy Sophia Anderson. ¿Quién es usted?"

Hubo un breve silencio antes de que la voz respondiera: "Soy Richard Hayes, el abogado de su madre Casandra Seguir. Necesito hablar con ella en relación con la documentación que envió para reclamar la póliza de seguro de su esposo. Hay algunos documentos que necesito que ella me proporcione. ¿Cree que podría comunicarme con ella? Hace días que no he podido contactarla. Ninguno de los números que me proporcionó conectan"

Sophia se sintió aturdida por la noticia. "¿De qué está hablando? ¿Qué póliza?"

El abogado continuó explicando, Sophia queda boquiabierta. No tenía idea de ello. "¿Cuándo retiro la póliza?"

"Lo hizo dos días después de la muerte de su esposo. Personalmente, me encargué de que el depósito se realizara en su cuenta y de la manera más rápida posible, pues necesitaba el dinero para cubrir los gastos del hospital y el entierro."

Sophia apretó los puños, sintiéndose frustrada. "¡Maldición! Era lo único que le faltaba hacer".

El abogado le preguntó, preocupado: "¿Qué está pasando?"

Sophia explotó de rabia y angustia. "Es un maldito idiota, un incompetente. No investiga nada y cree en las palabras de una farsante. Mi madre abandonó a mi padre hace más de diez años, dudo mucho que ha querido dejarle el dinero para que lo disfrute con sus amantes de turno. ¿Sabe qué? No quiero volver a escucharlo."

Con enojo, Sophia cuelga el teléfono, sintiéndose perdida y sin saber qué hacer. Isabella, quien había escuchado parte de la conversación, intenta entender la situación. Cuando Sophia finalmente se calma un poco, le relata lo que ha descubierto.

-Esto se volvió personal, Isabella. Trata a mi padre como basura, presume de sus nuevos amores y ahora se va a casar para disfrutar con ese idiota el dinero de mi padre. Va a pagar por esto de una u otra forma y tú vas a ayudarme.

            
            

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