Capítulo 5 Despertar a la venganza

Sophia, mientras se dirige al departamento de su novio, Gabriel, reflexiona sobre lo que Isabella le dijo acerca del viaje a Estados Unidos. La idea de ir sola le parece abrumadora y complicada. Sin embargo, en ese momento, Gabriel parece ser la persona ideal para ayudarla en esta situación. Sophia decide que, para convencerlo, deberá usar todos sus encantos y persuasión para que él esté dispuesto a brindarle apoyo y acompañarla en su viaje.

Sophia se tranquiliza y pone en marcha su plan. Al llegar al edificio de Gabriel, el encargado le entrega la llave del departamento. Sube por el ascensor con una sonrisa pícara en su rostro. Antes de que Gabriel llegue, se pone cómoda y explora la habitación de huéspedes, donde encuentra una variedad de ropa suya. Elige algo elegante y provocador, se da un retoque rápido y se acomoda en la comodidad de la sala de estar.

Unos minutos después, escucha las llaves en la puerta. Sophia se pone de pie, llena de anticipación, y camina hacia la puerta. Cuando esta se abre, se acerca a Gabriel y lo abraza fuertemente.

-Al fin llegas -le dice Sophia con anhelo, buscando el calor reconfortante de su cuerpo.

-Todo estará bien, amor -susurra Gabriel, abrazando a su novia con cariño, tratando de transmitirle seguridad y tranquilidad.

Sin embargo, de inmediato, Sophia busca los labios de Gabriel y lo besa apasionadamente. El contacto hace que su tensión se desvanezca. Se siente protegida y amada a su lado. Él corresponde a ese beso tierno y apasionado, pero se aleja lentamente para indagar sobre lo que ha ocurrido con Isabella, sintiendo que hay asuntos pendientes que necesitan discutir.

-¿Qué ocurrió con Isabella?

Sophia, sin querer ahondar en los detalles en ese momento, vuelve a acercarse a sus labios: -En estos momentos, solo necesito de tu amor para reconfortar mi alma. Te necesito.

Nuevamente, lo besa con fervor, buscando consuelo y refugio en su relación, deseando dejar de lado las preocupaciones y sumergirse en el amor y la pasión que comparten. Aunque sus intenciones son otras.

Mientras sus manos se aferran a él con deseo, el tiempo parece detenerse mientras se dejan llevar por la intensidad del momento.

Sus labios se mueven en perfecta sincronía, explorándose mutuamente sin prisas. El deseo entre ellos se hace evidente, y el beso se vuelve cada vez más salvaje y apasionado.

El mundo a su alrededor desaparece por completo, y solo existen ellos dos en ese momento. El calor que emana de sus cuerpos y la electricidad que recorre su piel los sumerge en un mar de emociones, deseando fundirse el uno en el otro, sus corazones laten al unísono, y se sienten completamente conectados en ese instante mágico.

Finalmente, se separan quedando sin aliento. Los sentimientos de deseo y amor los envuelven mientras se miran con ojos brillantes. Gabriel la levanta con cariño por la cintura, como si quisiera cargar con el peso de todos los anhelos y deseos que los unen. Luego, comienzan a avanzar hacia la alcoba, deseando entregarse a un amor que los consume. Sin embargo, la pasión y la urgencia son tan intensas que solo llegan a la pared del pasadizo, donde se detienen un momento, todavía abrazados con fuerza.

En un espacio íntimo, la penumbra envuelve la habitación, creando un ambiente de misterio y pasión. Cada gesto, cada caricia, es una expresión de cariño y deseo, mientras las prendas abandonan sus cuerpos.

La habitación se llena con sus suspiros y gemidos de placer, pero también con palabras de amor susurradas al oído Sus cuerpos se entrelazan y se mueven con una pasión desenfrenada, llevándolos al límite de su deseo. A medida que su pasión alcanza su punto máximo, ambos experimentan un éxtasis indescriptible. Sus corazones laten con fuerza, como si estuvieran en sintonía, y sus almas se fusionan en un abrazo apasionado.

Mirándose profundamente a los ojos, todavía abrazados en el sofá, Sophia finalmente encuentra las palabras para expresar lo que la ha estado pensando.

Sophia mira a Gabriel con sinceridad y continúa explicando su deseo: "Me enfadé con Isabella porque quiero ir a Estados Unidos."

Gabriel la escucha en silencio, esperando a que continúe.

Sophia insiste: "Quiero que vayamos juntos por unos días."

Gabriel, aunque sonríe incrédulo, responde: "Amor, no es tan fácil."

Sophia no se rinde y argumenta: "Tu padre tiene contactos, sé lo que hace. Va y viene cuando quiere. ¿Por qué no querría ayudarme? Si tú se lo pides, no va a negarse."

Gabriel recuerda: "¿Por qué quieres ir? Cuando te lo propuse hace unos años, dijiste que no querías pisar el lugar donde vivía tu madre."

Sophia toma una respiración profunda antes de responder: "Hay muchos lugares que podemos visitar, no necesariamente tiene que ser Nueva York."

Gabriel, preocupado por lo que pueda estar ocultando, insiste: "¿Qué es lo que me ocultas?"

Sophia, tratando de encontrar una salida, le asegura: "Nada" con una sonrisa.

Gabriel continúa: "Te conozco demasiado, amor. ¿No confías en mí?"

Sophia finalmente se sincera: "Lo siento, es que para Isabella mi argumento es tonto."

Gabriel, preocupado por su pareja, insiste en entenderla: "Si es importante para ti, también lo es para mí. Cuéntame lo que pasa."

Sophia se acomoda, apoyando su cabeza sobre el pecho desnudo de Gabriel, y comienza a acariciar su piel con la yema de los dedos, buscando consuelo en su presencia.

Con voz suave, empieza a compartir sus pensamientos: -Mamá cobró el dinero de la póliza de seguro de papá, dos días después de su muerte. La llamé para que viniera al sepelio y se negó. Solo quiero mirarla a los ojos una última vez y que tenga el valor de enfrentar lo que hizo.

Gabriel, comprensivo, le responde -Entiendo que te sientas herida y traicionada. Pero ir a verla no cambiará nada, no va a devolverte el dinero.

-El dinero no me importa- responde con insistencia- puede quedárselo y gastarlo en sus vanidades. Quiero hacerla sufrir, como hizo sufrir a mi padre.

-Amor, buscar venganza, solo amargará tu alma. -le aconseja con cariño.

-¿Me ayudarás o no? -responde con enojo.

Gabriel, con dudas y preocupaciones, intenta explicar: -Sabes que quiero hacerlo. Solo que...

Sophia se aparta bruscamente, visiblemente frustrada: -Solo buscas excusas. Tu padre puede hacerlo, pero no me amas lo suficiente como para hacerme un simple favor.

Comienza a vestirse apresuradamente.

-Amor, por favor, no quiero que te enojes, solo trato de hacerte entender que...

Sophia interrumpe con determinación: -¡Olvídalo! No te dije nada. Queda claro que fue un error venir. Supuse que me amabas, que no dudarías unos segundos en prestarme tu apoyo, pero ya lo conseguiré en algún otro lado.

Gabriel, sin querer que la situación se deteriore más, toma suavemente el brazo de Sophia y la abraza con cariño: -Voy a ayudarte, pero haremos este viaje con calma.

-Gracias- murmura con dulzura, sonriendo con satisfacción- Te amo.

                         

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