Mientras estaba embarazada y trabajaba en la cafetería, estudié un curso de chef de seis meses. Después de que el bebé nació, al cumplir los tres meses, decidí retomar otro curso de chef. Nadie se opuso; es mi sueño, aunque ya tengo una carrera, me gusta otra cosa.
-¡Sí! ¡Mi hermana ya es administradora de empresas! ¡Y ahora se acaba de graduar de chef! -mi hermano me saca de mis recuerdos. Al lado está Mel con Milo en sus brazos.
-Felicidades, Carter. Estoy muy orgullosa; has logrado otra meta más -me saluda Mel. Ellos me han apoyado demasiado.
-Mamá -me dice el pequeño castaño en los brazos de Mel para que lo cargue. Él hace un intento de beso con mucha saliva incluida.
-Hey, campeón. Espero que seas igual de inteligente que tu madre, que salió a mí -dijo mi padre, quien viajó con mi madre para este evento. Mientras esperamos la comida en un restaurante como celebración.
-Claro que lo será. ¿No ves que es más hábil que otros niños a su edad? No debería comer solo y hablar tanto como lo hace -dijo mi madre, pasándole un jugo en un vaso para niños.
Milo es un niño demasiado desarrollado mentalmente. Un día lo llevamos al doctor y nos confirmó lo avanzado que está cognitivamente. Por eso me encargo de estimularlo mucho y me emociona que aprenda tan rápido; es asombroso.
-¿Verdad, bebé? Eres la cosa más preciosa del mundo -menciona la rubia con arrugas alrededor de los ojos.
-Mamá, no lo trates así. No quiero que hable de forma infantil, por favor -digo mientras en la mesa todos los presentes estallan a carcajadas por mi comentario. Hasta mi propio hijo se ríe a carcajadas sin saber de qué hablan los demás.
Después de horas de estar con mi familia, me voy a mi hogar, donde hace ya seis meses me mudé a un acogedor apartamento solo para nosotros dos. Mi hermano me lo regaló y me dijo que me lo merecía.
El día de hoy, mis padres decidieron quedarse en un hotel porque no podrían quedarse mucho tiempo. Otra razón es que tengo muy pocos muebles; en serio, pocos. Me mudé hace seis meses, pero con el estudio y el niño ya era suficiente. Como resultado, solo tengo un sofá y una mesa en la sala.
Milo duerme en su cuna en un cuarto al lado mío. La cuna es lo único que está en su habitación. En el mío, está un escritorio, mi cama y un clóset donde guardo sus cosas y las mías. Mi madre, al ver mi muy pero muy humilde hogar, lanzó un grito al cielo porque tenía todo en cajas. Gracias al ángel, logré convencerla de no decorarlo sin mi autorización. Lo quiero hacer a mi estilo, no al de ella, que es demasiado opuesto.
Hoy es un nuevo día. Me levanto y observo a Milo, que todavía sigue durmiendo. Me ducho, hago mis necesidades y me cambio para ir a la cocina a preparar el desayuno.
Ya han pasado cuatro días desde mi graduación y hoy planeo hacer la tan esperada remodelación de la casa. Ayer fui de compras con Nina, Mel y mi madre, quien solo opinaba respecto a los muebles. Los que compró mi madre fueron la menor cantidad posible.
Escucho sonidos a lo lejos y me dirijo al cuarto contiguo al mío, donde lo primero que observo es cabello de tono castaño despeinado que resalta entre los barrotes de la cuna.
-Hola, pulga. ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? -me acerco a cargarlo y él me da un beso en la mejilla.
-Listo. ¿Estás preparado para ayudar a mamá? -le doy el desayuno de papilla y cereal después de bañarlo, mientras espero a mis invitados: Mel, Nina y mi madre, quien ha sido asombrosa. Aunque no es nuestra madre biológica, nos ha demostrado que solo importa el amor. Además, gracias a ella me gusta la cocina. Ella tiene su propio restaurante y sus postres son unos manjares al paladar; no hay nada que los compare.
Me termino de arreglar con una camiseta blanca amplia, unos leggins negros y unos tenis rojos, mientras recojo mi cabello en una trenza. Está largo en comparación a años atrás, cuando estaba por encima de los hombros y tinturado con tonos grises y morados.
-¿Vas a un desfile? -observa Nina al ingresar al apartamento, con su corto cabello rubio ondulado, vestida para un evento. Lo único que la hace notar que hará trabajo es con la bata que usan los artistas para pintar.
-Se lo dije: uno debe venir despreocupado, pero sin parecer un loco, sino con estilo. Pero torció mis palabras -Melay decía, como si tuviera pena ajena.
-Bueno, niñas, ya dejen de hablar; hay mucho por hacer, esto parece un hospital. Carter, si me permites, te puedo ayudar a acomodar los muebles cuando lleguen, mientras ustedes pintan -mi madre, siempre con su sentido común, cortó las peleas. Ella se encargará de cuidar a Milo en la sala mientras las chicas y yo nos dirigimos al cuarto de él y al mío para decorarlos.
Al terminar de pintar ambos cuartos y hacer dibujos en el cuarto de mi niño, ha quedado hermoso. La habitación quedó con un verde pastel con blanco y figuras infantiles de animales, mientras que la mía quedó con azul y decoraciones en negro.
-Jajajaja, es tan tierno, se ve tan gracioso -me acerco a la sala al terminar, buscando el origen de las carcajadas y voces. Al llegar, veo al grupo de mujeres tomando fotos y grabando algo en el piso. Al acercarme, veo a mi príncipe, que estaba naranja hasta el cabello. Lo han puesto a pintar con pintura para niños, pero se hizo un desastre: está de todos los colores en su rostro, cabello y ropa, mientras veo figuras de manos en un papel gigante en el piso.
-¡Oh, Dios! ¿Qué te pasó? -no dejo de observarlo y pensar lo que tardaré en sacarle toda esa pintura y que ese conjunto tendrá que ser desechado.
-Está pintando, ¿no ves, mamá Carter? Se ve tierno. Vamos, Milo, aplaude -dijo la rubia, y él lo hizo sin chistar, curioso de su pintura en las manos.
-¡Noooo, a la boca noooo! -y todas sueltan carcajadas mientras yo intento abrir su boca y apartar la pintura que entró en ella. Las demás mujeres tiradas en el piso están muertas de la risa, mientras yo soy la única preocupada. Él hace caras de asco por lo que se metió en su pequeña boca. Al instante, planeo mi venganza y le coloco a Milo encima de Nina y Mel, que están en el piso por la risa.
-Oye, ¡no es justo! ¡Me has ensuciado mi linda ropa! -grita Nina, quejándose de sus lujosas prendas, que han sido manchadas.
-Sería más divertido si ustedes también lo estuvieran -digo encogiendo mis hombros, colocando a un lado a Milo con mi madre, y les salpico pintura que había en un pincel a las dos. Ellas responden atacándome y se forma una guerra de pintura en la que nada se salva de manchas: cabellos, rostros, hasta ropa de marca arruinada por la pintura. Mi madre ríe acompañada de las carcajadas del pequeño que nos observa igual a él.
-Esto es algo que no se ve todos los días. Parecen niñas y el único que de verdad lo es, apenas tiene un poco más de un año -mi madre, con su cámara en mano, se encarga de grabarlo todo para luego mostrarlo a mi padre y hermano, que no creerán la situación hasta que lo vean.
El pequeño, a un lado, se ríe y nosotras encima de pliegos de papel cubiertas de pintura hasta en los últimos cabellos.
Nina, tan verde como un duende en su cabello, hasta comió un poco de pintura que le echó Mel mientras hablaba.
-Pareces escupida por un unicornio -la pelinegra se dirigió a verse en un espejo y dio el grito al cielo al verse con tonos rosa, verde y lunares de color azul. Mientras se quejaba, se percató en el momento de tomarle una foto. A mi hermano le encantará verla.
-¡Dámela, Carter! Esa foto no se la muestres a Lucas -corrí por la sala de la casa mientras Nina nos filmaba hasta que Mel tropezó con la camarógrafa, cayendo encima de ella. Al ver la graciosa situación, decidí unirme a la pila para terminar nuestra combinación.
-¡La combinación de colores se terminó! -esto es demasiado cómico. Con tanto color parecen un monstruo deforme, por lo que decidimos terminar para ahora limpiar el piso, que se manchó un poco por la pequeña persecución antes de secarse.
Mi color era azul con amarillo y naranja, y todo tipo de colores gracias a mi pequeño artista. Ahora debo pensar en cómo quitar todo ese color del cuerpo.
Al terminar de bañarnos después de esa guerra colorida que dejó colores en ropa, cabello e incluso en una pared (que decidí dejar así para recordar nuestra inspiración), organizamos y limpiamos los muebles y algunas zonas de la casa. El día terminó en risas, bromas y viendo películas.