Capítulo 6 El precio de la apariencia

La mañana después de la subasta llegó con titulares que Liliana hubiera preferido evitar.

"La heredera perdida: Liliana Keller reaparece en la escena social", rezaba uno de los principales portales de noticias. Las imágenes de la noche anterior mostraban a Liliana con un vestido negro ceñido y su rostro perfectamente maquillado, pero con una expresión que revelaba su incomodidad. Era como si el peso de las cámaras y las miradas de la élite californiana intentaran atravesar su armadura.

Sentada en la cama de la mansión de sus padres, con una taza de café en la mano, Liliana hojeaba sin entusiasmo las noticias en su teléfono. Cada artículo era una mezcla de admiración y especulación. Algunos la aplaudían por su presencia, mientras que otros criticaban a los Keller por haberla mantenido "oculta" del ojo público por tanto tiempo.

-Qué asco de mundo -murmuró, lanzando el teléfono a un lado.

La noche anterior había sido intensa en más de un sentido.

Después de la subasta, cuando los aplausos y las conversaciones habían comenzado a apagarse, Liliana había sentido la necesidad de un respiro. La velada había sido un desfile de sonrisas falsas y comentarios insípidos, con sus padres mostrándola como si fuera un trofeo. Todo esto mientras James, el hombre de la mirada hipnótica, aparecía constantemente en su visión periférica, casi como un recordatorio de que el destino jugaba con ella.

Al final de un evento importante que tenía Liliana, mientras los invitados comenzaban a retirarse, James la abordó con una seguridad que la tomó por sorpresa.

-No suelo hacer esto, pero creo que tenemos una conversación pendiente, ¿no crees? -dijo con una sonrisa encantadora, sosteniendo una copa de champán en la mano.

Liliana arqueó una ceja. Sabía manejar a hombres como él; después de todo, había pasado años perfeccionando su habilidad para mantenerlos a raya. Pero algo en su tono, en la manera en que su mirada parecía ver más allá de la fachada que proyectaba, la hizo dudar.

-¿Pendiente? No recuerdo haberte prometido nada -respondió con una sonrisa juguetona, intentando recuperar el control de la situación.

-Tal vez no con palabras, pero tus ojos dijeron otra cosa hace unos días.

La referencia fue suficiente para desarmarla. Él recordaba el breve cruce de miradas en la tienda con Valeria y la subasta de los padres de Liliana . Y ahora que lo mencionaba, Liliana no podía evitar sentir una chispa de curiosidad mezclada con una pizca de atracción.

Lo que comenzó como un intercambio de palabras ingeniosas terminó con James deslizando su número en el teléfono de Liliana antes de despedirse con una sonrisa.

-Llámame si decides dejar de huir de las conversaciones interesantes -dijo antes de desaparecer entre la multitud.

Liliana había mirado la pantalla de su móvil durante unos segundos después de eso, insegura de cómo sentirse. ¿Huir? No era su estilo. Pero algo en la facilidad con la que James había leído entre líneas la inquietaba.

Más tarde esa noche, Liliana había arrastrado a Valeria a una discoteca exclusiva en el corazón de Los Ángeles. Después de toda la tensión acumulada, necesitaba soltarlo todo. Se había prometido disfrutar al máximo, ser la mujer libre y desinhibida que había aprendido a ser durante los años lejos de California.

La discoteca era un espectáculo de luces y música ensordecedora, con cuerpos moviéndose al ritmo del DJ. Liliana y Valeria habían conseguido acceso al área VIP sin esfuerzo, donde las bebidas fluían como el agua y el ambiente era tan exclusivo como cargado de energía.

-Esta es la Liliana que conozco -bromeó Valeria, alzando su copa de martini y chocándola contra la de su amiga.

-Y no pienso dejar que nadie me la robe -respondió Liliana, levantando su copa en un brindis.

Pero el universo tenía otros planes.

Mientras se movía entre el área VIP, Liliana sintió una mirada fija en ella. Cuando giró la cabeza, allí estaba él: James, con una camisa impecable y una sonrisa que podía encender cualquier habitación. Estaba sentado con un pequeño grupo de amigos, pero su atención estaba claramente centrada en ella.

Por un instante, Liliana dudó. ¿Debería acercarse o simplemente ignorarlo? Pero su naturaleza playgirl, siempre dispuesta a jugar con fuego, tomó el control.

Se deslizó hacia él con una confianza calculada, tomando asiento en el borde del sofá.

-¿Así que ahora también frecuentas los mismos lugares que yo? -bromeó, inclinándose hacia él.

James dejó escapar una risa suave. -Digamos que soy un hombre de coincidencias afortunadas.

La conversación fluyó con una facilidad que Liliana no esperaba, pero cuando las luces comenzaron a bajar y la música se volvía más envolvente, la tensión entre ellos aumentó. Liliana, fiel a su naturaleza, decidió tomar las riendas, acercándose más de lo necesario, dejando que el juego de miradas y sonrisas hablara por sí mismo.

Esa noche, mientras las horas se desvanecían y la pista de baile vibraba con energía, Liliana se dio cuenta de algo: por mucho que intentara mantener a James a distancia, él ya había comenzado a colarse en su mente. Y aunque ella no estaba lista para admitirlo, esa chispa de conexión era algo que ni su rebeldía ni su fachada de independencia podían ignorar.

            
            

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