Capítulo 8 Descubriendo el juego

La mañana siguiente fue como una nube gris para Liliana. Aunque la noche anterior había estado llena de música, luces y momentos fugaces, algo en su interior la mantenía alerta. La sensación de estar siendo observada, de ser parte de un espectáculo que no podía controlar, se apoderaba de ella. Cada paso que daba, sentía como si estuviera caminando por un sendero que la arrastraba hacia un destino que no había elegido.

Al despertar, se dio cuenta de que su teléfono estaba lleno de notificaciones: mensajes de prensa, llamadas perdidas de su manager y, lo que más le molestó, . Aún no podía creer que había aceptado ser parte de algo tan absurdo como a ver aparecido en esa subasta , aunque en su interior sabía que había sido más por la presión de sus padres que por un verdadero deseo de estar allí.

Después de un largo desayuno con Valeria, quien parecía menos preocupada por lo que Liliana vivía y más emocionada por las oportunidades que se le presentaban, se dirigieron hacia la galería de arte donde se celebraría un pequeño evento con algunas empresas y las de mi padre. Las palabras de su padre resonaban en su cabeza: "Es tu oportunidad de reintegrarte a la familia. Esa presión constante sobre sus hombros era cada vez más difícil de ignorar.

Cuando llegaron, el ambiente era todo lo que esperaba: opulento, lleno de personajes importantes, periodistas, y personas con dinero buscando adquirir piezas de arte y objetos exclusivos. Lo que más le molestaba era la manera en que todos la miraban, como si estuviera en una vitrina, una exhibición. La familia Keller, después de todo, se había vuelto sinónimo de poder y de control.

Liliana, disfrazada de perfección, caminaba entre los asistentes con su usual elegancia. Pero, en su interior, luchaba contra el sentimiento de estar siendo utilizada, de ser parte de un plan ajeno a su voluntad. En medio del bullicio, se vio rodeada por algunas cámaras de televisión. En cuanto la vieron, los flashes comenzaron a dispararse. ¿Por qué me sigue la prensa?, se preguntó, ya exhausta de todo el circo que se armaba cada vez que su nombre era mencionado.

De repente, entre el mar de caras conocidas, la vio. James.

Liliana sintió un nudo en el estómago. No era solo su atractivo lo que la había atrapado esa noche, ni siquiera su presencia. Era la forma en que había desaparecido de su mente y luego reaparecido, como un pensamiento persistente que no podía ahuyentar.

Recordó el primer encuentro con él, cuando ella se encontraba con Valeria en la tienda de ropa. Habían compartido una mirada, una conexión momentánea que ni siquiera ella podía explicar. Pero ahora, al verlo de nuevo, algo había cambiado. La tensión entre ellos se palpaba en el aire.

Él estaba cerca del escenario, conversando con otros asistentes, pero no era difícil verlo. Su postura, su mirada confiada y su aura de desinterés en todo lo que sucedía alrededor, lo hacía destacar entre los demás. Liliana lo observó por un momento, deseando ser invisible, para no tener que enfrentarse a la curiosidad que empezaba a despertar en ella.

Sin embargo, algo en su interior la empujó a acercarse. No quería parecer una espectadora más de todo el circo familiar que se había montado, pero no podía evitarlo. Se acercó a una de las mesas donde varios artistas y figuras de la alta sociedad conversaban, y fue entonces cuando él la vio.

Sus ojos se encontraron, y, como en la tienda de ropa días atrás y en la disco, hubo una chispa de reconocimiento en el aire. James la miró fijamente, sin perder la compostura, pero sus ojos reflejaban algo más. Un desafío, tal vez, o una curiosidad tan intensa que hizo que Liliana se sintiera incómoda.

Ella, queriendo evitar el momento incómodo, le sonrió forzadamente y se apartó un paso. Pero él, con su actitud tranquila, le hizo un gesto con la mano.

-Liliana, ¿verdad? -preguntó con una sonrisa irónica, como si se estuviera divirtiendo al ver el caos a su alrededor.

-Sí, y tú eres... -respondió ella, tratando de disimular su incomodidad.

-James Slim -se presentó, con un tono que indicaba que no le molestaba en absoluto que ella no lo hubiera reconocido antes. La forma en que decía su nombre era como una invitación a descubrir más, y algo dentro de Liliana se sintió intrigada, pero también cautelosa.

Al principio, la conversación fue ligera, apenas unas palabras sobre el evento, pero pronto James comenzó a preguntar sobre la vida de Liliana, algo que rara vez sucedía. Las preguntas que le hacía no eran sobre su familia ni sobre su carrera, sino sobre ella misma: sus deseos, sus miedos, su vida fuera de los flashes y las cámaras.

Liliana, sintiendo una mezcla de sorpresa y emoción por la sinceridad de James, comenzó a abrirse. Había algo en él que no solo la atraía físicamente, sino que también despertaba algo en su interior que había estado dormido por años. Un deseo de ser vista por lo que realmente era, no solo como la hija de los Keller, sino como una persona con emociones, sueños y ambiciones propias.

Sin embargo, la conversación fue interrumpida cuando el evento de la subasta comenzó. Las luces se apagaron y todos se dirigieron al escenario principal. Liliana, aún pensando en lo que había hablado con James, se levantó y se dirigió al centro, con la sensación de estar atrapada en una telaraña que no podía escapar. La subasta comenzó, y con ella, el peso de lo que sus padres querían que ella hiciera se volvió aún más real.

Después del envento:

Liliana no podía sacarse de la cabeza las palabras de James, ni la extraña conexión que había sentido en su presencia. Al salir del evento, se sintió más confundida que nunca. ¿Quién era ella realmente en medio de todo esto? ¿Qué quería?

Se encontraba en la entrada cuando su teléfono vibró. Era una llamada de su manager en California.

-Liliana, tengo algo que ofrecerte -dijo él al otro lado del teléfono-. Hay una película que está buscando una actriz como tú. Podría ser tu regreso al cine, tu oportunidad de demostrar lo que eres capaz de hacer. ¿Estás interesada?

La oferta la dejó pensativa. Durante años había estado tan centrada en su vida personal y sus problemas familiares que no había considerado la posibilidad de regresar al cine. Y ahora, después de todo lo que había vivido, esa propuesta parecía algo más que una simple oportunidad profesional. Era una salida, un respiro en medio de la tormenta.

Se quedó en silencio por un momento, hasta que finalmente respondió.

-Sí, quiero escucharlo. Pero necesito tiempo para pensarlo.

Colgó el teléfono y se dio cuenta de que la noche, a pesar de todo, había sido solo un inicio. Lo que vendría a continuación, tanto en su vida personal como profesional, no estaba claro, pero algo dentro de ella había cambiado. Liliana sabía que la vida que sus padres querían para ella ya no era suficiente. Ahora, tenía que decidir qué quería ser en realidad.

            
            

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