UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA AMAR[Novela corta]
img img UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA AMAR[Novela corta] img Capítulo 4 3
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Capítulo 4 3

Asa narrando:

Estaba despierta, pensando en mi vida.

El olor a desinfectante y el suave sonido de los equipos médicos a mi alrededor me recordaban que aún estaba en un hospital. Pero, esta vez, lo que me esperaba era diferente: la fisioterapia.

Aún sintiéndome un poco perdida, miré el reloj en la pared. Era hora de conocer a mi fisioterapeuta. Una parte de mí estaba aprensiva, no solo por el desafío físico que tendría que enfrentar, sino también por la idea de interactuar con otra persona. Mi corazón aún era frágil, un cristal roto que temía que cualquier movimiento brusco pudiera volver a hacer añicos.

Cuando él entró en la sala, mi mundo interior dio un vuelco. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un instante. Era alto, con el cabello castaño oscuro que caía de manera despreocupada sobre su frente. Su sonrisa era cálida, y sus ojos, de un tono profundo que parecía entender más de lo que estaba dispuesta a revelar. Había algo extrañamente atractivo en él, algo que me hizo sentir una mezcla de curiosidad y pavor. Recordé las promesas que me había hecho a mí misma: no involucrarme, no abrirme a más dolor.

- Hola, Asa. Mi nombre es Luke, y seré tu fisioterapeuta. - dijo, extendiendo la mano. Su voz era suave y alentadora, pero al mismo tiempo había una firmeza que me hacía sentir que estaba en buenas manos.

- Hola. - respondí, intentando ocultar la inquietud que comenzaba a burbujear dentro de mí. Agarré su mano, y la conexión fue instantánea, como si un hilo invisible nos uniera. Pero no podía permitirme pensar en eso. - Solo quiero recuperarme... - murmuré, desviando la mirada.

- Es exactamente por eso que estoy aquí. Vamos a trabajar juntos para que eso suceda. ¿Estás lista para comenzar? - Sonrió, y por un momento, vi un destello de esperanza. Pero pronto la programación interna salió a la luz: no necesitaba nada más que mi recuperación.

Mientras me ayudaba a mover los miembros, la realidad de mi cuerpo inerte se volvía cada vez más evidente. La debilidad era abrumadora, y la frustración se acumulaba en mi pecho. Pero Luke estaba allí, siempre alentando cada pequeño progreso.

- Lo estás haciendo muy bien, Asa. Un paso a la vez. - decía, y yo intentaba creer en eso.

Con cada sesión, me sentía más cómoda con él, aunque una parte de mí aún estuviera en guardia. La forma en que me miraba, como si viera no solo mi cuerpo, sino también mi alma, me dejaba confusa. No quería abrirme a él, no quería arriesgarme a lastimarme de nuevo. Una traición más, una desilusión más, y no tendría fuerzas para levantarme.

- Vamos a intentarlo una vez más. - sugirió, mientras yo intentaba mover la pierna. El sudor corría por mi frente, y sentía la presión creciendo en mi pecho.

- Solo una vez más. - repetí para mí misma, mientras cerraba los ojos. Y, a pesar del miedo, sabía que necesitaba continuar. No por él, sino por mí.

Y así, con cada movimiento, no solo estaba reconstruyendo mi cuerpo, sino también tratando de juntar los pedazos de mi corazón. Un día a la vez, me decía a mí misma. Pero, mientras la sesión terminaba y Luke me ayudaba a levantarme, una pregunta resonaba en mi mente: ¿hasta dónde estaría dispuesta a ir para proteger lo que aún quedaba de mí?

[...]

Dos semanas. Para algunos, puede parecer un período corto, pero para mí, fueron días interminables de redescubrimiento y lucha. Despertar del coma fue como abrir los ojos a un mundo al que ya no pertenecía. Todo era diferente: las paredes del hospital, los rostros de las personas que me rodeaban, hasta mi propio cuerpo. Era una extraña en mi propia vida.

En los primeros días, todo parecía un borrón. Recuerdo destellos de luz, voces distantes y la sensación de flotar entre el sueño y la realidad.

Pasé días rodeada de médicos, enfermeras y, por supuesto, Luke. Se había convertido en un ancla en medio de la tormenta. En cada sesión de fisioterapia, me guiaba con paciencia y firmeza, como si supiera que necesitaba más que solo cuidados físicos... necesitaba esperanza.

Los primeros intentos de moverme fueron dolorosos. Mi cuerpo estaba débil, como si estuviera tratando de levantar un peso inimaginable. Pero Luke siempre estaba allí, animándome a no rendirme. "Un paso a la vez, Asa. Lo lograrás", decía, y esas palabras resonaban en mi mente, incluso en los momentos en que sentía que nunca podría avanzar.

Recuerdo un día específico, cuando logré mover la pierna por primera vez. La sensación de logro fue abrumadora. Reí y lloré al mismo tiempo, y Luke me sonrió con orgullo. En ese momento, me di cuenta de que empezaba a recuperar no solo la fuerza de mi cuerpo, sino también una parte de mí que estaba destrozada; mi corazón empezaba a latir con fuerza por alguien... debía preocuparme.

Ahora, mientras me preparaba para dejar el hospital, sentía una mezcla de alivio y ansiedad. Al día siguiente, recibiría el alta médica, y la idea de continuar las sesiones de fisioterapia en casa era al mismo tiempo reconfortante y aterradora. El hospital se había convertido en una especie de refugio, una burbuja segura donde podía concentrarme en mi recuperación. Pero la vida fuera de esas paredes era un misterio, y me preguntaba cómo sería enfrentar el mundo nuevamente.

La enfermera entró en mi habitación, interrumpiendo mis pensamientos.

- Asa, te dan el alta mañana. ¿Estás feliz? - dijo ella, y mi corazón se disparó en el pecho.

¿Estaba lista? No estaba segura. Había tantas dudas pendientes en mi mente.

- Sí, estoy. - respondí, tratando de sonar segura. Pero la verdad es que estaba aprensiva. ¿Qué pasaría cuando dejara el hospital? ¿Y qué había de las sesiones de fisioterapia en casa? ¿Tendría la misma determinación que tenía cuando estaba bajo la supervisión de Luke?

Y aún más, vería a Alma y, posiblemente, a Max. Desafortunadamente, sabía que no estaba lista.

En esa última noche, mientras intentaba dormir, mi mente estaba agitada. Pensé en todo lo que había pasado. Los recuerdos del coma, la dificultad de reconocer mi propio cuerpo, la lucha para levantarme. Pero también pensé en Luke y en cómo había sido una luz en medio de la oscuridad. No solo me ayudó físicamente, sino que también me mostró que aún era capaz de luchar, de vencer.

Cerré los ojos, haciendo una promesa silenciosa a mí misma: no permitiría que el miedo me paralizara. Enfrentaría cada desafío de frente, un día a la vez. Mañana sería un nuevo comienzo, y estaba determinada a transformar esta nueva fase en un viaje de autodescubrimiento y sanación.

Cuando finalmente me dormí, una leve sensación de esperanza me envolvió. Estaba a punto de salir del hospital, pero eso no significaba que estuviera sola. Había una vida por delante, y estaba a punto de descubrir cómo sería volver a vivir.

[...]

La puerta del hospital se cerró detrás de mí, y, por primera vez en dos años, respiré el aire fresco de la libertad. La luz del sol brillaba intensamente, y sentí cada rayo como una promesa de nuevos comienzos. Pero, al mismo tiempo, un nudo de ansiedad se formaba en mi estómago. No sabía exactamente qué me aguardaba en casa.

El coche de mi madre me llevó hasta la casa donde crecí, y, a medida que nos acercábamos, un torbellino de emociones se apoderó de mí. Había una mezcla de nostalgia y miedo. Cuando pisé la puerta de casa con una muleta en una de las manos ayudándome a mantener el equilibrio, sentí a mi madre sostener mi mano fuertemente. Ella estaba radiante, pero no podía corresponder de la misma manera. Había algo sofocante en su felicidad, algo que me hacía querer retroceder.

Tan pronto como entré, mi hermana apareció.

- ¡Hola, Asa! ¡Estoy tan feliz de que estés en casa! - exclamó, pero no pude responder. En lugar de eso, mi mirada se desvió hacia el sofá, donde vislumbré a mi exnovio, Max.

El mundo a mi alrededor se desmoronó.

Los fragmentos de recuerdos de cuando él aún era mío comenzaron a agitarse en mi mente. Y ahora, allí estaba él, al lado de mi hermana, y un hijo de ellos estaba a punto de entrar en nuestras vidas. El nudo en mi estómago se transformó en un peso abrumador. Necesitaba salir de allí.

- Yo... necesito un momento. - murmuré, mientras subía las escaleras apresuradamente, pero con un poco de dificultad. Mi corazón latía descontrolado. Llegué a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. El olor familiar trajo una oleada de nostalgia, pero no fue suficiente para calmarme. Estaba en un lugar que debería ser seguro, pero, en realidad, me sentía más vulnerable que nunca.

Desesperada, volví a bajar pasando junto a Alma y Max, que estaban sentados en el sofá, y fui hacia mi madre, que estaba en la cocina.

- Mamá, no puedo quedarme aquí. - dije, mi voz temblando. Ella me miró, confundida.

- ¿Qué quieres decir, Asa? ¡Acabas de volver a casa! Estamos tan felices de tenerte de vuelta. - respondió, intentando envolverme en su entusiasmo.

- ¡No! No entiendes. Necesito distancia de ellos. Esto... todo esto es demasiado para mí. - La frustración se acumulaba, y podía sentir las lágrimas formándose. - Me mudaré al apartamento de papá. Él me lo dejó cuando murió, y necesito un espacio solo para mí.

Mi padre estaba divorciado de mi madre, murió cuando mi hermana y yo teníamos solo ocho años. Dejó varias propiedades y dinero para mí y Alma. Yo heredé su apartamento en el centro de la ciudad, mi hermana otro apartamento en otro barrio.

Mi madre vaciló, su mirada pasando de sorpresa a preocupación.

- Asa, ¿realmente crees que esto es lo que necesitas ahora? ¿No sería mejor que estuviéramos juntas? No necesitas enfrentar esto sola.

- No puedo quedarme aquí y ver en lo que se han convertido. No puedo manejar esto ahora. - La última frase salió como un susurro, pero tenía un peso colosal. Necesitaba un lugar donde pudiera reconstruirme, donde los recuerdos de mi pasado no fueran sofocantes.

Ella suspiró, y vi la tristeza en sus ojos. Pero no había forma de retroceder.

- Si es eso lo que realmente quieres, no puedo impedirlo. Pero Asa, aún eres parte de nuestra familia, sin importar lo que haya pasado.

- Lo sé, mamá. Pero necesito tiempo. Necesito espacio. - Con eso, me di la vuelta y fui hacia mi habitación para preparar mi maleta.

Un tiempo después ya estaba lista para irme. Mientras cerraba la puerta detrás de mí, una parte de mí deseaba que todo fuera diferente. Pero, por otro lado, sabía que necesitaba enfrentar mis demonios sola. El camino por delante sería difícil, pero era el único que podía recorrer.

[...]

Después de dos años en coma, cada pequeño movimiento seguía siendo un desafío. Me levanté de la silla, mis piernas temblaban ligeramente mientras intentaba caminar hacia la ventana. El reflejo en el cristal mostraba una versión de mí que parecía extraña: un cuerpo que conocía, pero que no respondía como esperaba. El dolor y la rigidez seguían siendo compañeras constantes, pero la sensación de estar viva, de tener la oportunidad de moverme de nuevo, era una victoria.

Mientras esperaba a Luke, respiré hondo y traté de concentrarme. Siempre decía que la mente debía estar en sintonía con el cuerpo. Nunca pensé que rehabilitarme sería tan difícil, y lo que antes era rutina ahora parecía una épica odisea. En ese momento, solo quería que llegara pronto.

Cuando escuché el timbre, mi corazón se aceleró. Me levanté, un poco titubeante, y fui hasta la puerta. Al abrirla, allí estaba Luke, con su habitual expresión animada y una bolsa llena de equipos. Era una presencia reconfortante, siempre animándome a dar un paso más.

- ¿Lista para un día más de desafíos? - bromeó, entrando y colocando la bolsa en el sofá.

- Siempre. - respondí, forzando una sonrisa, pero había un peso en mi pecho que no podía ignorar.

Comenzamos la sesión, y me concentré en cada movimiento, cada estiramiento, tratando de alejar los pensamientos que me atormentaban. Pero Luke, siempre perceptivo, pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien.

- Asa, pareces distante hoy. ¿Qué está pasando? - preguntó, mientras me ayudaba a equilibrarme.

Dudé. ¿Qué podría decir? ¿Que mi vida había cambiado drásticamente, que la persona que amaba ahora estaba esperando un hijo con mi hermana? La idea de abrir mi corazón a él era aterradora, pero al mismo tiempo, había algo reconfortante en su presencia.

- Es solo que... - empecé, tragando en seco. - No sabía que iba a ser tan difícil.

Luke me miró con empatía.

- Estás haciendo progresos, Asa. Eso es lo que importa. Pero sé que, además del cuerpo, la mente también necesita un espacio para sanar.

Sentí una oleada de vulnerabilidad. Decidí que tal vez era hora de hablar.

- Mi novio, exnovio... está con mi hermana. Y ahora... van a tener un hijo. - La última palabra salió como un susurro, y la tristeza que intentaba ocultar se reveló en mi voz.

Luke se detuvo por un momento, y la expresión en su rostro era de compasión.

- Eso es mucho para manejar. ¿Cómo te sientes con respecto a todo esto?

Cerré los ojos por un instante, sintiendo que las lágrimas amenazaban con escapar.

- Me siento traicionada, confundida... con miedo de enfrentar la realidad.

Él asintió, comprendiendo.

- Es normal sentirse así. Has pasado por una experiencia traumática, y ahora, al intentar recuperarte, tienes que lidiar con esto también. No es justo.

Las palabras de él resonaron dentro de mí. Era verdad, no era justo. Pero, al mismo tiempo, había cierto alivio en compartir mi dolor. Con Luke allí, me sentía un poco más fuerte, un poco menos sola.

- No sé cómo seguir adelante, - confesé.

- Un paso a la vez, - dijo, poniendo la mano en mi hombro. - Y recuerda: no necesitas pasar por esto sola. Estoy aquí para ayudar en todo lo que necesites.

Poco a poco, comencé a entender que la recuperación no era solo física. También necesitaba sanar mi corazón.

            
            

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