Seducida por el mafioso
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Capítulo 4 4

Camino directo al café, Laura ya se encuentra acomodando las mesas antes de abrir, también trabajo con ella ahí, además de hacerlo en el MUNBAI. Es por eso que nos llevamos muy bien, ella es un poco como yo, solo que sin problemas tan extremos de dinero.

-Que bueno que llegas. Sam sé está volviendo loco buscando las comandas de ayer. ¿Podrías ayudarlo? -Me pide suplicante, muy probablemente Sam ya le haya gritado por el extravío de los pequeños cuadernillos. Ruedo los ojos. Siempre es lo mismo con ese hombre.

-¿No te preocupes? -Le sonrío y me dirijo hacia la oficina de mi querido jefe.

Lo encuentro con un desastre a su alrededor, papeles esparcidos por todo el suelo mientras él parece dar un berrinche ahí mismo, ignoro lo que está a punto de decir y me acerco a la pequeña cajonera de la esquina, donde abro el último cajón sacando las comandas y se las arrojó en la cara, el mismo las guardo ahí y si no lo hubiera visto cuando lo hizo estaríamos como él, ahora mismo.

Me pongo en marcha, todo está listo, y poco a poco los clientes van llegando.

-Buenos días. ¿Que va a pedir? -miro de reojo al sujeto en la mesa, él se encuentra estudiando la carta sin levantar la mirada.

-Tráeme un café americano y un sándwich de pavo sin las orillas -me dice, aún sin mirarme. Apunto su pedidos y lo llevo a la cocina, en poco menos de diez minutos regreso a la mesa, ya con su pedido en mano.

-Que tenga buen provecho -digo amable, es ahí cuando él levanta la vista y me observa.

-¡Wow! -susurra. Ahora lo puedo ver mejor y el hombre párese mayor pero no por eso menos atractivo, unos treinta o treinta y cinco años, tal vez, viste casual con una camisa de vestir color azul marino, entallada y pantalones negros.

-¿Disculpe? -pregunto confundida.

-¿Trabajas aquí? -suelta con su voz gruesa mientras me escudriña de pies a cabeza mordiéndose el labio, su actitud me desconcierta.

-No es algo obvio. -Le señalo el uniforme-. Provecho -Estoy a punto de irme pero me detiene tomando mi mano. ¿Que le pasa?

-¿Como te llamas? -me pregunta pero no pienso darle mi nombre, es muy extraño-. ¿Sabes que? Mejor dame tu numero de teléfono y no se, tú y yo podíamos quedar y vernos en algún motel.

Esta totalmente fuera de si. ¿A caso me está proponiendo que me acueste con él? ¿Cree que esto es un burdel? Ni loca le doy mi nombre y menos mi número, que en realidad no tengo, pero que si lo tuviera no se lo daría.

-Es usted un idiota.

Me suelto de su mano, furiosa por su falta de respeto y él solo sonríe sinvergüenza. Me marcho dando zancadas hasta la cocina. Que tipo, ni que estuviera tan guapo para pretender que le haré caso, bueno, tal vez lo hubiera hecho si no me proponía acostarme con él en la primera cita.

-¿Que pasa Cat? -me pregunta Laura cuando me observa un poco inquieta.

-Mira ese tipo. -Señalo la mesa donde se encuentra desayunando tranquilamente, como si nada hubiera pasado-. ¡Puedes creer que me propuso que me acostara con él!

-¡¿Esta loco?! Espera aquí... -Esta a punto de ir a reclamarle cuando la detengo del brazo.

-No es necesario que le grites y reclames, no tienes por qué hacer más grande el problema.

-Yo que ustedes me quedaba quieta donde estoy -Sam dice a nuestras espaldas y nos giramos al escucharlo -. Aquel hombre... -mira detrás de mi-. Es de cuidado. No tienen ni idea de quien se trata y si aprecian algo sus vidas es mejor que no se le acerquen.

Laura y yo nos miramos expectantes sin entender nada. Regreso la mirada hasta el hombre misterioso de hace un momento y no creo que sea alguien peligroso, digo, a parte de ser un idiota se ve totalmente normal.

Me detengo antes de dar la vuelta en la esquina, tengo una rara sensación desde que salí del café y también ahora que mi turno en la clínica ha terminado, me giro para ver a mí alrededor, pero las calles están desiertas. El frío de otoño traspasa la vieja chaqueta y cala mis huesos, el escalofrío aumenta la sensación que tengo, pero me obligo a reprimirlo y camino más deprisa rumbo a la casa de Jessica.

La hora ha llegado, por suerte tuve una buena escusa para que Laura cubriera mi turno en el MUNBAI. ¿Que pensaría si supiera lo que estoy a punto de hacer?... Estaría decepcionada de mí, como yo lo estoy ahora. Llego diez minutos tarde y Jessica ya me está esperando exasperada fuera de su casa, ella ya se encuentra lista, con un hermoso vestido strapless color azul.

-¡Catherine, odio la impuntualidad! -Señala su reloj Gucci de diamantes, mientras pega al piso con sus zapatillas de satin

-Discúlpame... Apenas salí de la clínica y... -Alza su mano para callarme.

-Mejor entremos. -Camina hacia el interior de la casa y empieza hablar mientras yo la sigo por detrás-. Lo primero que harás es asearte muy bien... Ven, ocuparas uno de los baños de arriba.

Sigue y subimos las escaleras hasta entrar a un cuarto, donde lo primero que noto son las prendas de ropa esparcidas por la cama, las observo, la mayoría son de colores oscuros, de cuero, redes y encaje. ¿Va a hacer que me ponga eso? Me señala la puerta dentro de la habitación, supongo que es el baño, por lo que entro sin preguntar. El baño es igual de hermoso que el resto de la casa, estoy demasiado nerviosa para fijarme en los detalles, así que me meto a la regadera y empiezo por enjuagar mi cabello, tiene muchos productos en la encimera, algunas cremas y aceites, otros enjuagues y acondicionadores, prefiero no usar ninguno solo lo habitual, después de unos veinte minutos, ya estoy envuelta en una toalla frente al espejo. Resoplo cabizbaja

-Tu puedes hacerlo Catherine, es solo sexo, si sexo con un tipo asqueroso -me hablo como si supiera algo y en realidad no se nada, va a hacer mi primera vez. ¿Es conveniente que le diga a Jessica ese insignificante detalle?

Tal vez podría decirle al que me escoja que no sea tan brusco conmigo, decido quedarme callada, ya es demasiado vergonzoso hacer esto para también decirle que no tengo ninguna experiencia carnal. Tomo aire y exhalo antes de salir del baño, encuentro a Jessica mirándose al espejo, en cuanto nota mi presencia se gira y me observa sonriente.

-¡Si que eres chula! -Me escudriña de pies a cabeza y me sonrojo-. Ven aquí. -me jala del brazo colocándome enfrente de la cama-. Ponte esto y esto también.

Me pasa unas bragas de encaje color negras, son sumamente pequeñas, no creo poder estar cómoda con eso, después me da un ombliguera negra de organza, la fina tela dejara ver mi torso completo, es más que evidente que mi sostén se verá con eso, y para rematar me entrega una míni falda de cuero.

-Pontelos. -Me ordena.

-¿No crees que la ropa sea demasiado...? -Ladea la cabeza ofendida.

-Cat, los hombres tienen que escogerte y si no ven carne no se interesaran, así que no repliques y solo pruébatelo. -Acepto. No me queda de otra, espero un momento para que salga y pueda hacer lo que me pide, pero solo me mira expectante.

-Yo... ¿Puedes darme un poco de privacidad? -Le pido. Alza una ceja ofendida.

-Como quieras, pronto te olvidarás del pudor. -Sonríe y sale de la habitación dejándome a solas.

Me dejo caer sobre la cama, miro la ropa y vuelvo a suspirar con pesadez, lo que tengo que hacer por el bendito dinero. Ladeo la cabeza y suelto un mohín nada convencida, esto es demasiado provocador, Dios, la mini falda aprieta mucho mis piernas y trasero, aparte de ser diminuta, estoy segura de que si me agacho se verá todo y ni se diga de las bragas. Como dije, toda mi parte superior se trasluce través de la organza, mostrando casi por completo mi sostén negro, esto va a hacer muy incomodo.

-Te ves espectacular -dice Jessica detrás de mí, se acerca y estira su mano-. Ten -me enseña un par de pequeñas capsulas. -La miro atónita, no creerá que va a drogarme.

-No quiero... Digo... Quiero estar en mis cinco sentidos -le pido y sonríe divertida.

-¡Tonta, no es lo que piensas! -me toma el brazo y me deposita en la palma de la mano las dos pequeñas cápsulas, una color azul y la otra blanca.

-¿Y esto para que? -levanto la azul entre mis dedos y la observo curiosa.

-No te espantes, es solo por precaución, hay algunos clientes que no les gustan las preparaciones iniciales y van justo al grano, esto te ayuda mucho con el dolor. -¿Que no me espante? Vi como mi cara perdía su color frente al espejo-. Tranquila, son pocos los que hacen eso.

            
            

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