Tras Escapar Me Caso con un Millonario
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Capítulo 4 04

Los días transcurrieron en la mansión de Andrew, y mientras María se recuperaba de sus heridas físicas, su mente navegaba en un océano de confusión. Cada mañana despertaba en una cama que no era la suya, en un lugar que parecía sacado de un cuento de hadas, pero donde la realidad de su vida anterior nunca la abandonaba.

Aquel día, el sol brillaba intensamente a través de las ventanas, iluminando la habitación de manera cálida. María se sentó en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas blancas y el murmullo distante de la vida que continuaba fuera de su refugio. Había pasado tanto tiempo desde que había tenido un momento de paz, y aunque Andrew había sido un buen anfitrión, había una tensión en el aire que no podía ignorar.

Mientras se vestía, la incertidumbre la invadía. ¿Qué pasaría con ella una vez que estuviera completamente recuperada? Había tantas preguntas sin respuesta, y aunque Andrew había sido amable, había algo en su mirada que la hacía sentir vulnerable. Así que decidió que era hora de confrontar sus temores y aclarar la situación.

Después de prepararse, salió de la habitación y se dirigió a la biblioteca, un lugar que había descubierto en sus exploraciones. Los estantes estaban repletos de libros, y el aroma a papel viejo le resultaba reconfortante. Se sentó en un sillón cómodo, esperando que Andrew llegara. No pasó mucho tiempo antes de que él apareciera, con una taza de café en la mano y una expresión de sorpresa al verla allí.

"¿Te gustaría un café?" preguntó, acercándose con una sonrisa.

María aceptó con un movimiento de cabeza y tomó la taza que le ofrecía. "Andrew, necesitamos hablar," dijo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Él se sentó frente a ella, su expresión tornándose más seria. "Claro. ¿Sobre qué quieres hablar?"

"Sobre lo que pasó aquella noche, y sobre nosotros," empezó, tratando de mantener la calma. "No entiendo por qué me trajiste aquí. ¿Qué esperas de mí?"

Andrew se reclinó en su silla, y por un momento, pareció sopesar sus palabras. "María, lo que pasó fue un accidente. Pero no podía dejarte allí, y creo que lo sabes. Te atropellé, y aunque no fue intencionado, siento que tengo una responsabilidad contigo."

"Responsabilidad..." repitió ella, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. "Eso es todo lo que soy para ti, ¿verdad? Solo una responsabilidad. No quiero ser una carga."

"No, no es así," interrumpió él, su tono más intenso. "Quiero que entiendas que no solo te traje aquí por culpa. Quiero ayudar. Hay algo más entre nosotros, y no quiero que lo ignores."

María lo miró fijamente, buscando respuestas en sus ojos. "¿Qué quieres decir con 'algo más'? Solo nos conocemos desde hace días, y tú eres el hombre que me atropelló."

"Sí, pero también soy el hombre que te salvó," respondió Andrew, con un leve destello de frustración. "Y tengo la impresión de que ambos estamos buscando algo. Tal vez, en medio de todo este caos, hemos encontrado un lugar donde podemos ser sinceros."

Las palabras de Andrew resonaron en su corazón. Era verdad que había una conexión entre ellos, algo que iba más allá del accidente. Desde que había despertado en su mansión, había sentido una chispa de interés hacia él, una atracción que no podía ignorar. Pero también había miedo. Miedo a abrirse, a dejar que alguien entrara en su vida nuevamente.

"¿Y si esto es solo una ilusión?" preguntó María, sintiéndose vulnerable. "¿Y si todo esto es solo una fachada para ocultar la verdad?"

Andrew la observó, su mirada intensa. "Las ilusiones son peligrosas, lo sé. Pero lo que siento por ti es real. No quiero que esto se convierta en un juego. Quiero que ambos seamos honestos acerca de lo que queremos."

María sintió que su corazón se aceleraba. "¿Qué es lo que quieres, Andrew?"

"Quiero que confíes en mí. Quiero que te sientas libre de ser tú misma," respondió él. "Pero también quiero que te quedes aquí, al menos hasta que estés completamente recuperada. Podemos encontrar una manera de manejar esto juntos."

La sinceridad en su voz la conmovió. Andrew no era solo un desconocido; había mostrado un lado de él que la invitaba a abrirse. A pesar de su miedo, había algo en su propuesta que le resultaba tentador. Podía sentir que había una oportunidad de reconstruir su vida, incluso en medio de la confusión.

"Está bien," dijo María finalmente, con un leve asentimiento. "Me quedaré, pero necesito que me prometas que serás honesto conmigo. No quiero más secretos."

"Prometido," dijo Andrew, estirando la mano hacia ella. María sintió un estremecimiento al tomar su mano, como si ese simple gesto sellara un pacto entre ellos.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Andrew se convirtió en un compañero constante, siempre preocupado por su bienestar. Pasaron horas hablando, compartiendo sus sueños y temores, y poco a poco, la barrera que había erigido en su corazón comenzó a desmoronarse.

María comenzó a comprender que Andrew no era solo un hombre de negocios exitoso, sino alguien que también había experimentado la pérdida y la soledad. Su historia de vida se entrelazaba con la suya, y aunque ambos llevaban heridas, había una sensación de esperanza en el aire.

Una tarde, mientras paseaban por el jardín, Andrew la tomó de la mano. "¿Sabes? Hay algo en ti que me inspira," dijo, su voz suave. "Nunca he conocido a alguien que haya enfrentado tantas dificultades y que aún mantenga la esperanza."

María se sonrojó ante su cumplido. "Tal vez solo estoy tratando de sobrevivir," respondió con una sonrisa tímida.

"No. Estás haciendo más que eso. Estás viviendo. Y eso es admirable," insistió él, mirándola a los ojos. Fue en ese momento que María sintió que la conexión entre ellos se profundizaba. Había algo poderoso en su vínculo, algo que iba más allá de la circunstancia que los había unido.

Sin embargo, las sombras del pasado seguían acechando. María sabía que la prensa no dejaría de lado el accidente, y que, tarde o temprano, la verdad saldría a la luz. La idea de que su historia fuera expuesta la llenaba de ansiedad. Pero al mismo tiempo, había un fuego dentro de ella que la empujaba a seguir adelante, a no dejar que el miedo la dominara.

Una noche, mientras se sentaban en la biblioteca, María decidió abrirse sobre su pasado. Con el corazón en la mano, le contó sobre su vida antes del accidente, su relación con su madre y el tormento que había soportado a manos de su padrastro. Andrew la escuchó atentamente, sin interrumpirla, y cuando terminó, la miró con una mezcla de respeto y comprensión.

"Eres más fuerte de lo que crees," dijo él, con admiración en su voz. "Y estoy aquí para ayudarte a sanar, no solo físicamente, sino emocionalmente. No tienes que pasar por esto sola."

Las palabras de Andrew resonaron en su corazón, y por primera vez en mucho tiempo, María sintió que podía confiar en alguien. La conexión que habían construido se sentía real, y aunque el futuro era incierto, había algo en su relación que la llenaba de esperanza.

Mientras la noche avanzaba, María se dio cuenta de que, a pesar de las sombras que aún la acechaban, había encontrado un refugio en Andrew, y tal vez, solo tal vez, una oportunidad para construir algo nuevo. La vida, con todas sus complicaciones, parecía ofrecerle una segunda oportunidad, y esta vez, estaba dispuesta a aprovecharla.

            
            

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