A medida que pasaban los días, la relación entre María y Andrew se volvía más profunda. Habían compartido risas, historias y secretos, y poco a poco, María comenzó a ver a Andrew no solo como el hombre que la había atropellado, sino como alguien que realmente se preocupaba por ella. Sin embargo, había una especie de tensión en el aire que no podía ignorar, una sensación de que algo importante estaba por suceder.
Esa tarde, mientras María estaba en la cocina ayudando a la chef a preparar la cena, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Andrew entró, su expresión seria y su mirada intensa. "María, ¿podemos hablar?" dijo, y su tono hizo que su corazón se acelerara.
"Claro, ¿de qué se trata?" respondió ella, sintiéndose un poco nerviosa. Andrew la condujo hacia el salón, donde la luz del atardecer iluminaba el espacio de manera mágica. Se sentaron en un sofá cómodo, y María notó que Andrew parecía estar sopesando sus palabras.
"Quiero que sepas que he estado pensando mucho en nosotros," comenzó Andrew, su voz grave pero cálida. "Desde que te traje aquí, he visto cómo has enfrentado tus miedos, y eso me ha inspirado. Pero también creo que necesitamos encontrar una solución a la situación en la que nos encontramos."
María frunció el ceño, sintiendo que el aire se volvía más denso. "¿A qué te refieres?" preguntó, sintiéndose un poco a la defensiva.
"Lo que quiero decir es que la prensa está empezando a interesarse en el accidente. Y aunque hemos logrado mantenerlo en secreto hasta ahora, no sé cuánto tiempo más podremos hacerlo. Necesitamos una forma de estabilizar nuestra imagen pública," dijo Andrew, su mirada fija en la suya.
María contuvo la respiración, sintiendo que la ansiedad la invadía. "¿Y qué propones?"
Andrew tomó un profundo respiro. "Quiero que te cases conmigo." Las palabras salieron de su boca como un trueno en un día tranquilo, y María se quedó paralizada, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.
"¿Casarme contigo?" repitió, incrédula. "¿Por qué?"
"Porque creo que es lo mejor para ambos. Un matrimonio de conveniencia nos protegería a los dos de las miradas indiscretas. Además, creo que hay algo más entre nosotros que solo un accidente," explicó Andrew, su voz suave pero firme.
María sintió un torbellino de emociones. La idea de casarse con Andrew era abrumadora, pero al mismo tiempo, había una parte de ella que se sentía intrigada. La conexión que habían construido en tan poco tiempo era real, y aunque la propuesta era inesperada, había un cierto atractivo en la idea de tener a alguien que la protegiera.
"¿No crees que esto es un poco apresurado?" preguntó, intentando encontrar claridad en medio de la confusión. "Apenas nos conocemos."
"Lo sé, pero también sé que el tiempo es un lujo que no tenemos. La prensa no esperará, y tengo la sensación de que podríamos hacer que esto funcione," respondió Andrew, su mirada intensa. "Además, un matrimonio de este tipo no significa que no podamos conocernos mejor. Podríamos construir algo juntos, incluso si al principio es solo un acuerdo."
María se quedó en silencio, considerando sus palabras. La idea de un matrimonio sin amor era desconcertante, pero había algo en la propuesta que la atraía. Andrew había sido su salvador, y el hecho de que quisiera protegerla la hacía sentir importante.
"¿Y qué pasaría después?" preguntó, sintiéndose vulnerable. "¿Qué sucederá cuando la prensa pierda interés?"
Andrew se inclinó hacia ella, su voz casi un susurro. "Podríamos seguir adelante con nuestras vidas. Si con el tiempo desarrollamos algo más, sería maravilloso. Si no, siempre podemos separarnos como amigos. Pero al menos estaríamos protegidos."
María sintió que su corazón latía con fuerza. La posibilidad de tener una nueva vida, de construir algo diferente, era tentadora. Había pasado demasiado tiempo huyendo, y esta podría ser su oportunidad de encontrar una forma de estabilidad.
"Déjame pensarlo," dijo finalmente, sintiendo que necesitaba tiempo para procesar la propuesta.
"Por supuesto," respondió Andrew, asintiendo. "Tómate tu tiempo. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, y que esta es una opción que podría beneficiarnos a ambos."
La conversación dejó a María sintiéndose confundida pero también emocionada. A medida que pasaban las horas, no podía dejar de pensar en la idea de casarse con Andrew. La posibilidad de tener una vida donde no tuviera que mirar sobre su hombro la llenaba de esperanza.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, María reflexionó sobre lo que Andrew había propuesto. La idea de un matrimonio de conveniencia era inusual, pero sentía que podría ser una forma de escapar de su pasado y de encontrar un nuevo camino.
A la mañana siguiente, al despertar, se sintió decidida. Se vistió y se dirigió al jardín, donde Andrew estaba disfrutando de su café matutino. Se acercó a él, sintiendo que su corazón latía con fuerza, y decidió que era el momento de tomar una decisión.
"Andrew," comenzó, su voz un poco temblorosa. "He estado pensando en lo que me dijiste. Y creo que... creo que quiero casarme contigo."
La sonrisa que se dibujó en el rostro de Andrew iluminó su mundo de una manera que nunca había imaginado. "¿En serio?" preguntó, incredulidad y alegría mezclándose en su voz.
"Sí. Creo que juntos podemos enfrentar cualquier cosa. Y, aunque no sea un amor romántico, hay una conexión entre nosotros que no puedo ignorar," respondió María, sintiendo que una gran carga se levantaba de sus hombros.
Andrew se acercó a ella, tomando su mano entre las suyas. "Gracias, María. No te arrepentirás de esto. Juntos podremos construir algo increíble."
Esa tarde, mientras se preparaban para su nueva vida juntos, María sintió que, aunque el camino por delante sería complicado, por primera vez en mucho tiempo, había una chispa de esperanza en su corazón. Estaba lista para dejar atrás su pasado y abrirse a un futuro lleno de posibilidades.