Distintos destinos.
img img Distintos destinos. img Capítulo 5 Primer beso
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Capítulo 6 Creando momentos img
Capítulo 7 Miedo img
Capítulo 8 Un año img
Capítulo 9 Pedida de mano img
Capítulo 10 Incertidumbre img
Capítulo 11 Lágrimas img
Capítulo 12 Nadie esta preparado para decir adiós img
Capítulo 13 Las despedidas nunca han sido fáciles img
Capítulo 14 Sam img
Capítulo 15 ¿Por qué img
Capítulo 16 Me quiere conquistar img
Capítulo 17 Tentación img
Capítulo 18 Una oportunidad img
Capítulo 19 Mi primer amor img
Capítulo 20 Un mes después img
Capítulo 21 Tengo img
Capítulo 22 La felicidad img
Capítulo 23 Lo perfecto asusta img
Capítulo 24 Mi boda img
Capítulo 25 No es real img
Capítulo 26 ¿Se acabó img
Capítulo 27 Nuestro bebé img
Capítulo 28 Final img
Capítulo 29 Epílogo img
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Capítulo 5 Primer beso

Distintos destinos.

Capítulo 4.

Patricia López.

Cerré los ojos, sentí que sonrió mientras presionó sus suaves y dulces labios con los míos. Exhaló bruscamente; sus brazos me rodearon la cintura, sus manos eran tan cálidas y sus labios tan suaves, me besó lentamente como si lo hubiera esperado por mucho tiempo. Su respiración se volvió más profunda y su corazón empezó a acelerarse. Fue un beso tan dulce y aunque yo no lo amaba sabía que con su amor era suficiente para los dos.

Nuestras miradas se encontraron en un silencio dorado.

-Te amo Kay -soltó sin dejar de mirarme-, te amo aunque...

Puse mi dedo índice en sus labios obligándolo a callar.

-No digas nada. En este tiempo descubrí lo bien que me siento a tu lado y lo especial que eres para mí -acaricié su mejilla-. Te quiero y sé que con el tiempo aprenderé a amarte.

Acarició mi rostro con ternura y dejó un pequeño beso en mi nariz. Nos sentamos.

-Gracias por darme esa oportunidad, no importa que no me ames, mi amor será suficiente para los dos.

Soltó una risita nerviosa mientras rebuscaba en sus bolsillos.

»Hace algunos días compré algo, desde ese día me acompaña esperando el momento que me diera el valor para preguntarte.

Ladeé la cabeza con curiosidad, el corazón se me aceleró. Sacó de su bolsillo una cajita de terciopelo, la abrió frente a mí; era una pulsera de oro con un dije de estrella.

-Desde hoy eres mi estrellita, ¿quieres ser mi novia y dejar que te ame hasta que el tiempo o el destino lo decidan?

Mis ojos se rebozaron por las lágrimas, yo sabía perfectamente lo que significaba la palabra «tiempo»

La nariz y la garganta me hormigueaban, la respiración se me cortó en la garganta. Incliné la cabeza hacia un lado con los labios entreabiertos atrapando sus labios, toqué su lengua haciendo que la ternura y la respuesta fuera franca. Cerró los ojos rindiéndose a la sensación, susurré en sus labios; sí.

Me puso la pulsera, la miré acariciando el frío metal con la yema de mis dedos. Sin dejar de mirar la pulsera inquirí.

-¿Por qué tu estrella?

Escuché una risita.

-Porque mi vida estaba en el momento más oscuro cuando llegó una estrella, o sea tú, haciendo que mi mundo empezara a brillar. Le das luz a mi vida, eres mi estrella una que sobresale extraordinariamente.

Toqué su mejilla con mi mano, él sonrió y la cubrió con la suya, dejé un beso en la comisura de su boca, él se acercó un poco más. Enterré mi cara en su cuello y él me abrazó con fuerza, tocó suavemente mi frente con sus labios.

Eso significaba yo en su vida, una luz que le daba felicidad. Pero yo sabía el verdadero significado de ese dije; lo nuestro era algo fugaz que en cualquier momento se iba a desvanecer de mi vida. Y yo no quería pensar en eso, ya que en realidad él era el que le daba luz a mi vida.

Quería hacer todo bien y que fuera especial para él, así que le dije que me recogiera al día siguiente en mi casa para que fuéramos a comer y celebraramos nuestro noviazgo. Él con su hermosa sonrisa aceptó. Lo que tenía planeado era invitarlo a comer en mi casa para presentarlo oficialmente, yo quería darle el lugar que se merecía.

Ese día cuando todos nos reunimos en el comedor inhalé con fuerza y luego solté;

-Tengo algo que contarles.

Capté la atención de todos al instante.

-¿Qué pasa hija? -inquirió mamá.

-¿Está todo bien? -indagó papá.

-Suéltalo -objetaron al unísono mis hermanos.

Estrujé el borde de mi vestido bajo la mesa.

-Decidí darme una oportunidad con Fer.

Todos me miraron boquiabiertos.

»Quiero invitarlo a cenar para presentarlo oficialmente como mi novio.

Mamá aleteó sus largas pestañas intentando contener las lágrimas. Acarició mi mano con cariño.

-Kat, no sabes el gusto tan grande que me da al escucharte.

-Excelentes noticias -papá esbozó una sonrisa.

-Nosotros encantados de recibirlo, que emoción -agregó mamá.

Mamá emocionada empezó a planear la cena para el día siguiente. Me dijo que por fin había dejado mi pasado atrás, le regalé una sonrisa de boca cerrada y

me fui a mi habitación. Me perdí en mis pensamientos, repetía; no le estoy fallando a nadie, es lo correcto, debo seguir con mi vida. Era lo que yo quería creer, pero él seguía clavado en mi pecho como una espina invisible.

Ese día me puse un vestido de mangas blanco, me maquillé, hacía mucho que no lo hacía. Quería verme hermosa para él, solté mi cabello y me miré al espejo muchas veces antes de bajar mientras repetía «es lo que tengo que hacer»

Salí a recibir a Fer, su sonrisa hermosa iluminaba los días más oscuros. Lo tomé de la mano y lo invité a entrar, su gesto cambió, una mezcla de emoción y nervios.

-Quiero presentarte a mi familia oficialmente como mi novio.

Me miró como si no pudiera creer lo que escuchaba, sus bellos ojos se cristalizaron.

-Pero no he traído nada, una botella de vino, unas flores para tu mamá.

Solté una risita, así era él, un caballero de esos que ya no existen. Entramos a la casa, apreté su mano y dije con seguridad para poder creerlo.

-Familia, ya llegó mi novio.

Él saludó con un pequeño movimiento de cabeza y una sonrisa hermosa. Recuerdo que todos estaban en el comedor, en ese momento en sus rostros solo había una felicidad inmensa. Los observé en silencio, cada gesto, cada sonrisa, sabía que estaban felices por mí. Apreté más su mano, él me miró y me devolvió el apretón. Pensé;

Quiero aferrarme a ti con todas mis fuerzas.

Ese día en mi casa solo se escuchaban risas y yo sonreía mientras lo miraba a él sonreír. La señora Raquel se puso feliz cuando supo que oficialmente éramos novios, me abrazó tan fuerte, que en ese abrazo sentí un eterno agradecimiento por darle felicidad a su hijo.

*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆

Tres meses después...

Nuestra relación marchaba de maravilla, él era el estándar perfecto para cualquier. Me hacía sentir como una princesa, era tan amoroso, atento, cariñoso y detallista.

Ese viernes después de clases Fer me hizo una invitación, me dijo que si lo acompañaba a Clifton, a la casa de campo de sus abuelos, estaba a una hora y media de la ciudad. Me pareció una idea increíble cambiar de ambiente y pasar más tiempo con él. Empaqué algo de ropa y me organicé con una sonrisa en el rostro. Como siempre me recogió muy puntual, salimos muy temprano para aprovechar el viaje. Antes de llegar a Clifton paramos a almorzar en un restaurante, el lugar se veía precioso.

Nos acomodamos en una de las mesas que estaba junto a la ventana. Mientras esperábamos nuestro pedido levanté la mirada, que curioso había un motel al otro lado de la carretera, sonreí y pensé; cuántos amantes cruzaran esas puertas lejos de las miradas indiscretas.

Nunca se pasó por mi cabeza que ese día recibiría otro golpe directo al corazón. Luego de comer un delicioso almuerzo salimos para seguir nuestro camino, yo me adelanté mientras Fer compraba unas cosas para llevar. Estaba por llegar al coche, justo en ese momento levanté la mirada al frente. Había varios coches aparcados, volví a mirar detenidamente porque algo llamó mucho mi atención. Entre esos coches había uno muy parecido al de mi papá, un escalofrío recorrió mi cuerpo hasta los huesos. Negué y pensé; autos así hay muchos en todos lados.

Pero ese pensamiento seguía ahí rondando mi cabeza, volví a negar, mi imaginación tal vez estaba yendo demasiado lejos. Quise subirme al auto, pero la curiosidad que por alguna razón sentía no me dejó. Así que decidí acercarme un poco, miré las placas del auto y en ese momento la sangre se me congeló, efectivamente era el auto de mi papá. ¿Qué rayos hacía el auto de papá en un motel tan lejos de la ciudad? Se suponía que había tenido que viajar desde el viernes porque tenía una reunión de trabajo.

Miles de sentimientos empezaron a agolparse en mi pecho; miedo, angustia, dolor, tristeza, desilusión, decepción, rabia. Yo creía que mi familia era perfecta, mi padre era mi héroe, uno de los hombres que más amaba. Lágrimas de enojo estaban a punto de fluir de mis ojos, intenté obstinadamente detenerlas. Estaba dispuesta a averiguar qué estaba pasando, di un paso cuando sentí el agarre de su mano.

-Mi estrellita, ¿pasó algo? -acarició mi mejilla -. ¿por qué lloras?

Me aferré a su cuerpo con todas mis fuerzas, aún en medio de la confusión él correspondió a mi abrazo. Cerré los ojos y me concentré en los latidos de su corazón, por alguna razón él me hacía sentir segura, él me daba paz, con él sentía que nada malo iba a pasar. Empezó a subir y bajar su mano por mi espalda y con un suave susurro que salía de sus labios intentó consolarme. Se alejó solo lo suficiente para rodear mi cara con sus manos sin dejarme apartar la mirada.

»¿Qué pasa?

Aspiré aire frenéticamente intentando vocalizar.

-¿Ves ese auto? -giré la cabeza y señalé con la mirada, él asintió-. Estoy segura que es el auto de mi padre, ¿qué hace él aquí? ¿Está con otra mujer? ¿Nos mintió? Dijo que tenía que viajar por trabajo y mira donde nos venimos a cruzar.

Eran tantas preguntas que no tenían una respuesta, sorbí mi nariz y me limpié las lágrimas. Me volvió a abrazar, esa vez con más fuerza.

-¿Estás segura que es su coche?

Me alejé bruscamente, intenté detener las lágrimas, pero estaban sin control.

-Estoy segura -exclamé -. En este preciso momento iré a buscarlo, quiero que me de una maldita explicación.

Giré sobre mi propio eje dispuesta a hacerle un escándalo, Fer me agarró del brazo haciéndome girar, pegándome a su pecho con fuerza.

-Kay, calma, en este momento no estás pensando con la cabeza, sino con todas esas cosas que sientes aquí.

Señaló mi pecho, intenté zafarme, pero él no lo permitió, me abrazó con más fuerza.

»¡Shhhh! Estoy contigo, no voy a dejarte sola.

Abrió la puerta del auto, ambos nos subimos en la parte de atrás. Hundí mi rostro en su pecho y lloré, de alguna manera tenía que aliviar el dolor que sentía en ese momento. Él se quedó en silencio acariciando mi cabello, acunándome en sus brazos, como a una niña que sentía que todo su mundo era una mentira, lo único real en ese momento era él, mi guapo, la luz de mi oscuridad.

Luego de unos minutos ya estaba un poco más calmada, no alejaba la mirada de la ventana. Fer me miró, vio la ira que incendiaba mi alma en ese momento, apretó mi mano.

-Sé que estás muy enojada, sé que tienes miles de preguntas a las que les urge una respuesta. Sé que quieres ir a gritarle lo que sientes, no te voy a decir que no lo hagas, o que no está bien, estás en todo tu derecho.

Giré la cabeza para mirarlo.

»Propongo que esperemos, en cualquier momento tiene que salir de ahí, me imagino que irán a Clifton, estamos cerca. Sea cual sea tu decisión quiero que sepas que voy a apoyarte siempre.

Recargué mi cabeza en su pecho, él tenía razón, además que Fer no merecía presenciar un espectáculo, al fin la que se rebajaría sería yo, así que accedí a esperar. Me regaló una hermosa sonrisa, suficiente para dar calma a mi corazón atormentado.

...

Media hora después pasó lo que tanto temía, se desplomó frente a mí esa imagen de hombre de familia intachable. Fue demasiado doloroso ver con mis propios ojos que mi papá no era lo que yo me imaginaba, lo que siempre nos enseñó. Tenía claro que yo no debía interferir en la relación de mis padres, estaba decepcionada como su hija porque la imagen que teníamos de él era muy diferente.

Mi padre salía con una enorme sonrisa en el rostro de la mano con una tipa un poco más joven que mi madre. Tenía una figura esbelta, parecían un par de enamorados. Empecé a sentir la sangre hervir por mis venas, quería ir a arrancarle todos los malditos pelos pintados de la cabeza y gritarle si sabía que él era un hombre casado. Estaba furiosa, quise abrir la puerta, pero Fer no me dejó salir, me enojé mucho, lloré de rabia y frustración. Fer me abrazó con todas sus fuerzas y me suplicó que me calmara, regresé en mí cuando vi la angustia que se reflejaba en el azul de sus ojos. Yo no quería que su corazón se agitara, menos por mi causa, así que respiré profundo y me calmé. Menos mal me detuvo, sino quién sabe qué estupidez hubiera cometido.

-Cálmate mi estrellita, entiendo tu dolor, tu frustración y tu ira-, aspiró -, yo pasé por algo así cuando me enteré que mi padre engañaba a mi madre. No vas a arreglar nada poniéndote mal, lo mejor es regresar a casa.

Entrelacé mis dedos con los suyos.

-Tienes razón, podría cometer una locura. Sigamos nuestro camino, sácame de aquí, lo que menos quiero en este momento es ir a casa -solté todo el aire que tenía acumulado-,pobre de mi madre no quiero ni pensar en lo mucho que sufrirá. Ese señor debe regresar mañana no quiero verlo, no quiero pensar en esto, quiero olvidarlo.

Me regaló una hermosa sonrisa.

-Ya sé a donde te voy a llevar.

Antes de irnos, los vi entrar al restaurante donde habíamos estado, me bajé del auto, el gesto de Fer se alteró, lo miré y con una pequeña sonrisa le dije;

-Confía en mí.

Él relajó la tensión de sus hombros y me siguió con la mirada, busqué un destornillador y me apresuré a cruzar la calle. Empecé a escribir sobre el auto con toda mi fuerza ignorando el ruido que emitía y me daba escalofríos.

Escribí en letra grande; infiel mentiroso.

Una sonrisa llena de satisfacción se dibujó en mi rostro. Moría por ver la expresión de su rostro, qué inventaría al llegar a casa. Continuamos con nuestro viaje, de vez en cuando se me escapaban un par de lágrimas, pensaba en el sufrimiento que eso le iba a causar a mi madre, pensaba si debía decirle, pero al hacerlo la rompería. Y si me quedaba callada sería taparle a mi padre y él seguiría en sus andanzas, yo no podía permitir eso.

Fer no me decía nada, me observó por el rabillo del ojo en silencio, él era así, tan comprensivo, nunca invadía mi espacio, siempre esperaba que yo le permitiera entrar. Salí de mi trance cuando detuvo el coche, entonces me di cuenta en ese momento al lugar donde me había llevado. Abrió la puerta y me tendió la mano.

-Me desvié un poco, tal vez este lugar te ayude a despejar la mente.

Tomé su mano y me bajé del auto, miré con asombro todo a mi alrededor olvidando por un momento el caos que había en mi vida. Me quedé sin palabras, me llevó al Main Memorial Park. El lugar era hermoso e inspiraba paz y relajación. Grandes zonas verdes, árboles color anaranjado, un hermoso lago lleno de patos, el canto de las aves le daba ese toque especial.

-¿Te gusta? -inquirió.

Aparté la mirada, inspiré profundamente intentando aguantar la respiración para luego soltarla.

-Es hermoso.

Acarició un mechón de mi cabello llevándolo con ternura tras mi oreja.

-Espero que al menos te ayude a pasar el mal rato.

Me acerqué a él, miré mi reflejo en sus ojos hermosos, lo abracé descansando mi cabeza en su pecho.

-Con tu sola presencia es suficiente para sentirme tranquila.

Giré sobre mi propio eje quedando de espaldas mientras él me rodeaba con sus brazos. Fijamos la mirada al lago y nos quedamos en silencio contemplando el bello paisaje. Fer era ese tipo de persona que transmitía tanta paz, él me hacía sentir segura, eso me daba tranquilidad.

Continuará...

                         

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