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Anya dio otro trago, esta vez un poco más de lo planeado. El alcohol empezó a hacer efecto rápidamente: sus mejillas se sonrojaron y la cabeza le dio un vuelco. Un par de brindis más - por la noche, por la libertad, por los encuentros fortuitos- y Anya ya no entendía cómo había podido perder el control con tanta facilidad. Le parecía que hacía más calor, la música sonaba más nítida y su sonrisa resultaba aún más atractiva. Ni se imaginaba que pudiera embriagarse tan rápido, como si el mundo entero se meciera en olas y ella simplemente se dejara llevar, sin oponer resistencia.
- ¿Y tú vienes aquí a bailar o a ligar? - preguntó él de pronto.
- La verdad es que no vengo mucho. A veces una amiga me arrastra a bailar, - respondió ella, señalando a Katya, que ya se estaba riendo a carcajadas de alguna broma de su acompañante.
- Bueno, ahora una pregunta seria, - sonrió él mientras alzaba un poco la copa. - ¿Ya te has puesto algo en la mejilla? Bueno, digo... ¿has chupado una polla alguna vez?
Anya bajó la vista a su copa por un segundo, como buscando la respuesta:
- Supongo que no. Hubo algo parecido, pero más bien pruebas que otra cosa. Es decir...
- Relájate, ¿por qué te pones tan tensa? - se rió el chico.
Anya estaba nerviosa; hablaba de cosas íntimas con un chico cuyo nombre aún no sabía.
- ¿Cómo te llamas? - se atrevió a preguntar. - No recuerdo si ya te lo pregunté... Me llamo Anya.
- ¡Yo soy Vanya! ¡Menuda casualidad! - exclamó él.
- ¿Cómo?
- ¡Anya y Vanya! Estamos destinados a pasar juntos esta noche. Pero dime, ¿te atreves con la mejilla? Nada más verte, ¡se me ha puesto esto que ni te imaginas! ¿Quieres tocarlo?
- ¿...¿Qué? - Anya se sonrojó y cerró los ojos. Después del padrastro no había estado con nadie. Bueno, y con él tampoco una sola vez, pero decidió no contárselo a su amiga.
Él esbozó una media sonrisa:
- Para empezar, puedes acariciar mi polla y ya veremos cómo te portas. Si te portas bien, podrás tocar mis cojones... y quizá algo más, - murmuró al oído.
- ¿Algo más? - Anya empezaba a sentir no solo el alcohol, sino un deseo fuerte de hacer algo alocado. - ¿Y qué más?
"¡Voy a aprovechar la oportunidad, tal como dijo Katya! Haré todo lo que Vanya quiera. Es divertido..." - pensó ella.
- Puedes chocar mis huevos con la lengua.
Su voz era tan aterciopelada que ya no cabía duda: ella quería a ese chico.
- Vanya... Esto no lo he hecho en mi vida... - vaciló. - Temo decepcionarte. Quizás prefieras buscar a otra. Hay muchas chicas por aquí...
- Anya... A veces lo sencillo es lo mejor. No todo en la vida es complicarse. Me gustas, y no me importa que sea la primera vez para ti. ¡Me excita ser tu estreno!
Anya, ardiendo de excitación y alcohol, se inclinó hacia él, percibiendo su delicado perfume de colonia mezclado con whisky. Su voz tembló un poco, pero se armó de valor:
- Oye, ¿de verdad te gusto? - se acercó más, las palabras le salían trabadas, pero los ojos le brillaban. - ¿Y quieres estar conmigo... quiero decir, pasar la noche conmigo? Vale, estoy dispuesta. ¿Dónde? ¿En tu casa o tienes algo mejor en mente?
Él rozó con el dedo el borde de la copa, esbozó una sonrisa pícara y contestó:
- Decides rápido. Vamos a mi sitio, tengo un buen piso. Pero prepárate: allí tendrás que relajarte del todo. ¿Lista?
Un calor extraño se extendió por todo su cuerpo, mezclado con un pellizco de ansiedad. ¿Por qué sus palabras le resultaban tan excitantes? El corazón le latía con fuerza, y no sabía qué le asustaba más: su cercanía o sus propios pensamientos.
- ¿Y sueles ligar aquí así a las chicas para pedirles luego que chupen con la mejilla? ¿O tienes algo más interesante para ofrecer? - preguntó ella, sorprendida por su propia atrevimiento.
Él se quedó un instante inmóvil, examinando su rostro como buscando la respuesta:
- Depende de ti. ¿Qué quieres sacar de esta noche?
Antes de que Anya respondiera, la voz de Katya interrumpió:
- ¡Anya, ¿a qué esperas?! Casi tengo un plan con este chico y su amigo nos están esperando a las dos.
Anya soltó una risa nerviosa, reincorporándose a la realidad. Vanya se reclinó en el respaldo de la silla, su sonrisa ahora aún más enigmática.
- Pues... yo ya había quedado aquí...
- Decide rápido, ¿quieres? - Vanya la miró con una intensidad que le hacía temblar la cabeza. - ¿O me harás una mamada ahora y dejas a tu amiga esperando?
Anya mordió el labio, conteniendo una sonrisa. Pensó: por un lado, su amiga con dos chicos prometía diversión; por otro, Vanya estaba tan cerca y su olor nublaba todo. Y ella tenía unas ganas locas de complacerlo.
- ¿Y si te digo que no sé decidir? - le lanzó una mirada pícara. - ¿Qué harías?
- Te convencería, - se inclinó. - ¿Crees que me rindo tan fácil?
Anya, sin aliento, dio un paso atrás y se sujetó al respaldo de la butaca:
- Bueno... está bien. Lo haré por ti. ¡Pero rápido! Mi amiga me mata si tardo mucho.
Vanya rio, dejando que sus dedos rozaran su mano:
- No será rápido. Con momentos así no hay prisa.
- ¿En serio? - Anya puso los ojos en blanco fingidamente, pero por dentro ardía con sus palabras.
El aire quedó suspendido, y cuando estaba a punto de acercarse, recordó a Katya. Se detuvo, indecisa, y murmuró:
- Maldita sea... No puedo partirme en dos. Bueno, ¡va! ¡Déjalo estar!
Pronto, se sentó entre sus piernas y empezó a lamer su polla. Aunque estaban algo apartados, quien se acercara habría visto cómo Anya jugaba con su miembro.
- ¿Te gusta así? - susurró Anya, mordisqueando tiernamente el glande.
- ¡Aprieta con los labios! - gimió él.
Anya obedeció, rodeó el glande con los labios y tiró ligeramente del prepucio antes de lamer.
Con creciente entusiasmo, Anya se puso a mover la cabeza con pasión, notando cómo su nuevo conocido ansiaba más de sus caricias.
"Es extraño: apenas he empezado y ya siento su excitación llenando el aire."
Separa sus piernas para tener mejor acceso, y Vanya, comprendiendo sus intenciones, abre las suyas aún más.
Anya deseaba primero que él disfrutara de sus suaves mordiscos antes de intentar meterlo todo.
- Cariño, ¡eres fantástica! - susurró él. - Sigue así...