Capítulo 4 No está mal para ser la primera vez

Anya, satisfecha, desliza la mano por los muslos de Vanya, acariciándolos con suavidad, y pasa sin prisa a lo más íntimo: empieza a masajear su ya erecto miembro.

Sin apartar la vista de él, Anya roza con la lengua la parte interna de su muslo. Sus manos abrazan su torso mientras la lengua le provoca placer, dibujando sobre su piel extraños diseños, y él le enreda los dedos en el cabello, echando la cabeza hacia atrás.

Cuando su boca alcanza el glande, Anya escucha a Vanya exhalar con fuerza. Para ella, eso es la señal de intensificar la acción, así que comienza a succionar con suavidad, subiendo y descendiendo lentamente.

Sus manos se deslizan por sus piernas, amasando los pies, alimentando aún más su éxtasis, mientras su lengua traza círculos infinitos alrededor del glande.

- ¿Y bien, no está mal para ser la primera vez? - pregunta Anya, alzando la mirada hacia él. Él le dirige una sonrisa cómplice, encantado con cada gesto suyo. Ella intensifica el vaivén de su lengua. Sus dedos se deslizan hasta sus nalgas; siente cómo sus músculos se tensan con cada caricia, y eso le hace sentirse poderosa. Con un último movimiento, suelta el miembro y baja un poco más. Delicados besos cubren sus rodillas, sus muslos, sus testículos, y sus dedos regresan al eje palpitante que ya añora su tacto.

- Daa, - su voz se quiebra en un gemido; está extasiado.

Cada músculo de su cuerpo está tenso; Anya oye el latido de su corazón y su respiración agitada. Él eyacula sobre ella, y ella siente cómo el calor de ese fluido se esparce por sus mejillas y su cuello.

Anya se siente satisfecha. Aún no cree que se haya decidido a hacerlo. ¿Será por el alcohol? Lo duda, pero en general se siente victoriosa. Aquella felación rápida como un relámpago le hizo creerse capaz de cualquier cosa y le dejó un ligero vértigo.

- Vaya... - sonríe él, ofreciéndole la mano para ayudarla a sentarse a su lado. - Ahora la pregunta es más seria: ¿estarías dispuesta a venir a verme otro día? Me encantaría darte una buena sesión de sexo, hasta que eyacules encima de mí... Por cierto, tengo una cama con vistas a la ciudad y el mejor mantel para una noche en vela.

Anya frunce el gesto, negando con la cabeza:

- ¿Un mantel? ¿Eso es tu gran reclamo? ¿Para cuándo el té caliente?

- ¿Te gustan las cosas más intensas? - juega Vanya con sus dedos, mirándola a los ojos. - Entonces te prometo una noche inolvidable. ¿Y tú? ¿Me harás otra felación antes de que te penetre?

Anya se inclina un poco para susurrar, pero su voz resuena alta:

- Te prometo que te sorprenderé.

- Entonces está decidido - dice él, a punto de añadir algo. -

De pronto, tras ellos, suena la voz de Katya:

- ¡Anya, ¿a qué te despides tanto?! ¡Los chicos nos están esperando, vamos!

Anya se gira de golpe, algo sonrojada, pero enseguida esboza una sonrisa:

- Bueno, ¡voy, Katxu!

- ¡El teléfono! - Vanya le ofrece su móvil. Ella teclea su número velozmente y se lo devuelve. Él marca inmediatamente. - Y este es el mío. Escríbeme cuando quieras descansar.

- Vale. Hasta luego, - dice ella estrechando su mano. Él asiente, sonríe y la observa alejarse con Katya.

Poco después, Anya y Katya están junto a la salida del club, apoyadas en la pared, riendo mientras esperan a que los chicos encuentren un taxi. A su alrededor, la gente se agolpa; el aire huele a alcohol y a humo, pese a estar en la calle.

Anya narra a su amiga cómo le hizo una felación a aquel desconocido en la barra.

- Me invitó a dos copas; estaban buenísimas. A mí solo me aturdió la primera - se queja Anya.

- ¿Ves? ¡No eres tan cándida!

- Ni lo pretendo - responde orgullosa la más ebria.

Aun así, le quedaba camino por recorrer para alcanzar a la experta de Katya. A esta le bastaron unos minutos para ligar con dos chicos guapos.

- ¿Qué te parecen nuestros hombres para esta noche? - sonríe Katya.

- ¡Geniales! ¡Simplemente sexys! ¿Cómo los enganchaste? - responde Anya con admiración.

- Chicos, ¿nos vamos a disfrutar la noche o nos quedamos aquí toda la eternidad? - les grita Katya, viendo que los chicos han dejado de intentar buscar taxi y charlan entre ellos.

Inmediatamente se acercan, atraídos por su energía, y en un suspiro consiguen el coche de un amigo.

- Chicas, esperad aquí, que pronto llega nuestro salvador a ruedas - bromea Denis, intercambiando chistes con Seryoga.

Cinco minutos después llega un sedán negro, recién lavado, y de él asoma un chico con amplia sonrisa y el pelo despeinado. Sus ojos grises guiñan festivos y una ligera barba le da un aire canalla. La chaqueta le cuelga medio abierta, dejando ver una camiseta negra que realza su estilo relajado.

- Este es Misha - presenta Denis. - Nuestro taxista oficial.

- ¿Qué suerte que me suba esta noche con estas bellezas? ¿De dónde venís? - bromea Misha, abriendo la puerta.

- De la mamá y del papá - se ríe Katya. - ¿Nos das un paseo?

- Sin problema. ¡Subid rápido! Pero ojo con el vino, que acabo de limpiar el interior.

Katya se ríe y se mete la primera en el coche:

- Vale, chicos, basta de esperar. Denis, prometiste una noche épica y una orgía memorable. ¡A ver de qué eres capaz! ¿Dónde está ese famoso cuarto cómodo?

- ¿Orgía? - se preocupa Anya.

- Tranquila, hablamos de esto mil veces, amiga. O... si quieres, me puedes dejar sola con estos tres y volverte en taxi.

- ¡Ni se te ocurra! - se asusta Anya. - ¡Voy con vosotras!

- ¡Eso me gusta!

Anya se sienta junto a Seryoga, intentando disimular cierta timidez.

- ¿Por qué tan callada? - le pregunta él, mirándola a los ojos. - ¿Te echas atrás? ¿Nos temes?

- No... Es que... - Anya vacila un segundo, luego añade con media sonrisa- : Bebí demasiado.Misha sonríe al espejo retrovisor:

- Parece que sois unas fiesteras de cuidado. ¿Cómo acabasteis aquí? Espero que no solo en el club.

- Tenemos una misión - responde Katya, lanzándole una mirada juguetona a Denis. - Recopilar contactos calientes. Buscar nuevas experiencias con chicos guapos. Y vosotros habéis entrado en nuestro radar...

- Lo hacéis bien - la provoca Misha. - Pero no dejo que cualquiera monte sobre mi miembro. Si queréis saltar sobre mi... "amigo", tendréis que excitarme a conciencia.

- ¿Dudas de nosotras? - pregunta Katya con descaro.

- Para ti no, pero tu amiga parece asustada, como una virgen.

- ¡Si acaba de hacer una felación a un desconocido casi en público! - alardea Katya, señalando a Anya.

- ¡Vaya! ¿Y a mí me harías una a mí? - pregunta Seryoga, acercándose para rozar a Anya con el brazo.

            
            

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