Capítulo 5 Soy especialista tanto en felaciones como en otras cosas

La chica se sonrojó al instante y cerró los ojos, disfrutando de aquella cercanía repentina. Le gustaba cómo olía Seryoga y estaba tremendamente excitada.

- ¡Puedo haceros una mamada a todos sin problema! - rió Katia. - Soy especialista tanto en felaciones como en otras cosas. ¿Vale?

Misha negó con la cabeza, conteniendo la risa:

- Vaya par de graciosas. Bueno, veamos lo bien que sabes chupar. ¿Y el culo, también das?

- Si hace falta, puedo hacerlo de culo - respondió Katia coqueta.

- ¿Y tu amiga callada tampoco se niega?

- ¡Me niego! - exclamó Ania, sin esperarlo.

- Ella no se niega - la interrumpió Katia. - Solo que es su primera vez. Será su primera vez, ¿verdad, Ania?

- Ajá - contestó la chica, disfrutando de las caricias de Seryoga. Él le acariciaba suavemente los pezones con los dedos, y Ania se retorcía.

El coche arrancó, y Katia enseguida inició conversación con Denis:

- Eres un crack, de verdad. Se nota que tienes experiencia: el coche a punto, el piso preparado... ¿Con qué más nos sorprenderás?

Denis se rió:

- ¿Qué más necesitas? Hay vino, el sofá es cómodo... ¿Quieres que te ponga una alfombra roja?

Katia alzó una ceja y le lanzó una mirada de reojo:

- A lo mejor estoy acostumbrada a un poquito más. Pero de momento, te doy un cuatro. Para el cinco tendrás que sorprenderme esta noche.

Denis, intrigado, sonrió aún más amplio:

- Con esas exigencias tendré que esforzarme.

Katia sonrió, encantada de cómo él ya estaba rendido a su seducción. Ania se quedó inmóvil cuando Seryoga se inclinó hacia ella y susurró:

Su corazón se detuvo un segundo, y un cosquilleo recorrió su piel, como si el aire frío la rozara. No supo al instante qué le hizo contener la respiración: si era su proximidad, su voz o el suave y ligeramente acre aroma de su colonia. ¿O tal vez su mano, que se deslizó entre sus piernas y cuyos dedos ya rozaban su clítoris?

- Tranquila, yo estaré pendiente de ti. Lo importante es que no tengas miedo.

- ¿Y tú crees que tengo miedo? - respondió Ania, sintiendo cómo el alcohol subía y la abrumaba. - Solo aviso: no intentes impresionarme demasiado o luego me volverás a reiniciar las expectativas.

Seryoga sonrió de medio lado y, acercándose un poco más, contestó:

- Bien, iré con cuidado. No quiero gustarte demasiado.

Katia se volvió hacia atrás:

- ¿Qué pasa, os habéis enamorado al instante? ¿Amor a primera vista o qué? Anda, Ania, únete a la fiesta, ¿por qué tan tímida? Que sola me aburro.

- Bueno, basta de charla, que tenemos un tema importante: ¿qué vamos a comer? - bufó Denis, sacando el móvil. - ¿Pedimos pizza o makis? ¿Quién qué quiere?

- Rollos y pizza es ideal, pero me prometiste una orgía, y tú pareces más de empinar el codo - se burló Katia, arqueando las cejas. - ¿O piensas darnos por ahí y luego empezar a comer y a beber cerveza?

- ¿Cerveza? Si tenemos vino y coñac - rió Denis.

- ¡Qué idiota! - ronroneó Katia.

- Habrá sexo, ¿no creéis? ¿O es que no sabéis que las chicas necesitan más? ¡Claro que ayudaremos! - dijo Denis. - ¿Entonces? ¿Makis o pizza?

- Da igual, todo está bien - movió la mano Katia entre risas. - Eres un caballero.

- Bueno, al menos finjo serlo - sonrió Denis mientras abría la app de pedidos.

- Qué atentos sois, casi me emociono - se burló Katia. - Vale, pide las dos cosas y luego vemos cuál está más rica.

Cuando llegaron, Misha aparcó con cuidado y fue el primero en salir, abriendo la puerta para Katia:

- ¡Bienvenidas! Solo os pido una cosa: no desmontéis el piso en piezas - bromeó Misha al abrir la puerta. - Y cuando acabe todo, no estaría de más que limpiaseis.

Katia rió y entró:

- ¿Limpiar? ¿En serio? ¿No nos veis de camareras? - se burló. - Denis, ¿dónde está ese vino que prometiste?

- Ya está en la mesa - contestó él desde dentro, encendiendo la luz de la acogedora sala.

Ania entró tras ella, mirando a su alrededor. El piso era estiloso y moderno, con una luz suave y un amplio sofá en el centro. Seryoga la sostuvo de la mano para que entrara:

- Pasa, ponte cómoda. Aquí puedes relajarte.

En ese momento sonó el timbre. Denis sonrió y se dirigió a la puerta:

- ¡Genial! Seguro que es el repartidor.

Un minuto después volvió con bolsas en la mano, exultante:

- Esto es por lo que amo este restaurante: ¡velocidad! Pizza caliente y makis frescos.

Le dio propina al repartidor y, volviéndose al grupo, anunció satisfecho:

- ¡Listo, mesa servida! A disfrutar.

Katia avanzó, riendo:

- Bueno, chicos, ¿quién reparte las cajas? ¿O vais a apañaros sin nosotras?

Misha sonrió con malicia:

- A ver, repartimos tareas: quien corta la pizza, quien coge las salsas... ¿O juntamos lo útil con lo placentero? Yo corto la pizza y Ania me la chupa.

- Eeeh, ella es mía primero - saltó Seryoga.

De pronto, Misha apareció junto a Ania con una botella de champán y un par de copas:

- Pido turno para tu mamada, guapa. Después de Seryoga, a ti te toca a mí, y espero que te enamores de mi miembro - susurró. - Pero ahora, champán.

Ania soltó una risita mientras él servía el espumoso.

Antes de beber, la besó en los labios y brindó:

- Por este día que me ha juntado con una chica tan hermosa.

Todos rieron y bebieron. La cabeza de Ania daba vueltas por el alcohol. Misha encendió más luz, iluminando el centro de la sala.

- ¿Bailamos? - propuso.

Ania se puso de pie, mareada. Misha la giró en un baile y le besó el cuello.

- ¡Ey! Que yo dije que era el primero con esta belleza - intervino Seryoga desde el otro lado.

- Tranquilo, que yo soy el segundo - contestó Misha. - Pero veo que ni te esfuerzas por excitarla. Se emborracha y ya. Y no es lo que queremos.

- Chicos, no discutáis - rió Ania. - ¡Ah, se me ocurre algo!

Se acercó rápido a la mesa, cogió la botella de vino que quedaba a medio vaciar y empezó a verterlo sobre su pecho.

La camiseta mojada se pegó al instante, realzando sus curvas. El cabello húmedo cayó sobre su cuello, la piel de gallina hizo que sus pezones se endurecieran bajo la tela.

Los chicos reaccionaron al unísono, comprendieron todo con una sola mirada y se lanzaron sobre Ania. Sus besos apasionados cubrieron su cuerpo, y la excitación subió con cada segundo.

- ¿Vamos a la cama? - susurró Seryoga. - Allí será más cómodo.

                         

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