Capítulo 4

La confrontación entre Elena y Sofía fue brutal. Ocurrió en el pasillo del hospital, un torbellino de gritos y acusaciones que hizo añicos años de amistad.

"¡Casi lo matas!", le gritó Elena, con el rostro bañado en lágrimas de furia. "¿Estás ciega? ¡Lo empujaste a un estanque con un tobillo destrozado!".

"¡Él atacó a Ricardo!", replicó Sofía, defendiéndose con una convicción irracional. "¡Tu hermano está obsesionado, es peligroso!".

"¡La única peligrosa aquí eres tú!", sentenció Elena. "Nuestra amistad se acaba aquí, Sofía. No vuelvas a acercarte a mi hermano. Ni a mí".

León escuchó todo desde su cama, con los ojos cerrados. Había tocado fondo. El dolor físico era inmenso, pero el dolor de la traición final era aún peor. En ese momento, tomó una decisión. Se centraría por completo en su recuperación. Volvería a Barcelona, con Isa, y dejaría Buenos Aires atrás para siempre. El apoyo incondicional de Isa, que lo llamaba todos los días desde España, era su único salvavidas.

Mientras tanto, en Buenos Aires, la vida de Sofía continuaba su curso aparentemente perfecto. Llegó el día de su boda con Ricardo. "El Corazón" estaba decorado con flores blancas, la prensa estaba presente, todo era un espectáculo de triunfo.

Sofía estaba en la suite nupcial, ajustándose el velo. Ricardo había dejado su teléfono sobre el tocador. Vibró. Movida por un impulso que no pudo explicar, Sofía lo cogió.

La pantalla se iluminó con un mensaje de una bailarina joven y desconocida.

"¿Ya casi eres el dueño de todo, mi amor? No puedo esperar a que te deshagas de esa vieja y celebremos".

El corazón de Sofía se detuvo. Con los dedos temblorosos, abrió la conversación. Lo que encontró fue una traición mucho más profunda y calculada de lo que jamás podría haber imaginado.

Mensajes, fotos, planes. Ricardo no solo la había estado engañando, sino que había estado conspirando con su amante para tomar el control total de "El Corazón". Había estado falsificando documentos, transfiriendo la propiedad de la histórica milonga, que había pertenecido a la familia de Sofía por generaciones, a su nombre.

El plan era simple y cruel: casarse con ella, asegurar el negocio que ella había heredado y luego abandonarla, dejándola sin absolutamente nada.

El velo se deslizó de sus manos. Salió de la habitación como una autómata y caminó hacia el altar, donde Ricardo la esperaba con una sonrisa radiante.

Justo antes de que el oficiante comenzara, Sofía levantó el teléfono.

"Ricardo", dijo, su voz resonando en el silencio de la iglesia. "¿Quién es esta mujer?".

Mostró la pantalla del teléfono. La sonrisa de Ricardo se desvaneció. El pánico cruzó por sus ojos.

La boda se convirtió en un escándalo público. Ricardo, expuesto y acorralado, dejó caer su máscara. Su rostro se contorsionó en una mueca de desprecio.

"¿Creíste que alguna vez podría amarte?", se burló cruelmente frente a todos los invitados. "Solo te usé por tu estatus y tu dinero. ¡Fuiste tan fácil de engañar!".

Su mirada se volvió aún más maliciosa.

"Igual que ese niño estúpido, León. Ambos arrastrándose a mis pies. Dos tontos enamorados, dispuestos a hacer cualquier cosa por mí".

El mundo de Sofía se derrumbó. En un solo instante, lo perdió todo.