El Secreto Bajo El Maltrato
img img El Secreto Bajo El Maltrato img Capítulo 3
4
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 3

El cuerpo se cansa de sentir dolor. Mi piel estaba acostumbrada a los golpes, pero mi alma estaba agotada. Una noche, después de que mi madre me tirara la cena al suelo porque "olía a quemado", no pude más. La seguí hasta la cocina.

"Mamá," mi voz era un hilo tembloroso.

Ella se giró, su cara era una máscara de impaciencia.

"¿Qué quieres ahora?"

"Ya no aguanto más. Si tanto me odias, déjame ir. Me iré lejos, no volverás a saber de mí. Por favor."

La palabra "por favor" fue un error. Le dio poder. Sus ojos brillaron con una furia helada.

"¿Irte? ¿Tú crees que te vas a ir a algún lado?" se rio, un sonido seco y sin alegría. "Tú te quedas aquí. Eres mía. Y harás lo que yo diga."

Se acercó y me agarró del pelo. Su otra mano se levantó para golpearme. Cerré los ojos, esperando el impacto.

Pero el golpe nunca llegó.

"¡María, suéltala!"

La voz de mi abuelo, fuerte y autoritaria, llenó la cocina. Abrí los ojos. Él y mi abuela estaban parados en la puerta. Sus caras reflejaban un horror absoluto.

Mi abuelo se movió rápido. Le quitó la mano de mi madre de mi cabello con un manotazo. Mi abuela corrió hacia mí y me rodeó con sus brazos. Su cuerpo era cálido y olía a canela. Lloré contra su hombro, un llanto silencioso y roto.

"¿Pero qué te pasa, por Dios?" gritó mi abuelo a mi madre. "¡Nos hemos hecho de la vista gorda por mucho tiempo, pensando que eran problemas de familia, pero esto es una monstruosidad! ¡Estás tratando a tu propia hija como un animal!"

Mi madre retrocedió, su cara pálida. Por primera vez, la vi sin su máscara de crueldad. Parecía asustada.

"No se metan. No entienden," dijo en voz baja.

"¡No hay nada que entender!" intervino mi abuela, su voz temblaba de ira. "Nos la llevamos. Sofía se viene a vivir con nosotros esta misma noche. Empaca tus cosas, mi niña."

Sentí una ola de esperanza tan fuerte que casi me ahoga. ¿Era posible? ¿Podía terminar la pesadilla? Miré a mis abuelos, mis salvadores.

Pero entonces, vi la mirada de mi madre. La desesperación en sus ojos se convirtió en una determinación fría. Miró a mis abuelos.

"No se la pueden llevar," dijo, su voz recuperando la firmeza. "No sin saber la verdad."

Se acercó a ellos.

"Tengo que decirles algo. Un secreto."

El pánico se apoderó de mí. El secreto. La palabra mágica que todo lo destruía.

"¡No!" grité, separándome de mi abuela. "¡Abuelos, por favor, no la escuchen! ¡Vámonos, ahora!"

Me puse delante de ellos, como si mi cuerpo frágil pudiera detener la catástrofe que se avecinaba.

"¡No escuchen su secreto! ¡Por favor!"

---

            
            

COPYRIGHT(©) 2022