Capítulo 3 A Matrimonio de conveniencia

Kimberly se quedó quieta, observaba detenidamente al mirar al hombre sentado en el coche.

Su rostro estaba inexpresivo, transmitiendo una sensación de frialdad.

Apretó los puños y dio un paso atrás, una señal clara para Charlie de que no pensaba subirse al coche.

La expresión de Charlie se volvió seria, su mirada intensa, y su voz adoptó un tono más frío. "¡Kimberly Powell!"

Cuando usaba su nombre completo, era una señal clara de que no estaba de buen humor.

Ni Kimberly ni Charlie se movieron; solo se miraron en silencio desde la distancia.

Después de tres minutos tensos, Kimberly se sintió abrumada por su presencia imponente. A regañadientes, abrió la puerta y subió al coche.

Dado que este hombre era tanto su esposo como a quien le debía dinero, pensó que era mejor no provocarlo en ese momento.

"¿Podrías dejarme en los Apartamentos Riverside, por favor? ¡Gracias!" solicitó.

En el momento en que las palabras salieron de su boca, notó que Charlie fruncía el ceño confundido. "¿Dónde está eso?" preguntó.

"Es donde vivo ahora", soltó Kimberly impulsivamente.

Inmediatamente después, se reprochó mentalmente, deseando poder retractarse de sus palabras como si nunca las hubiera dicho.

Los ojos de Charlie se entrecerraron ligeramente. ¿Vivía allí ahora?

Entonces, durante su viaje, no había estado en su lugar en los Apartamentos Vista.

Con ese pensamiento, su mirada se llenó de irritación. Dijo con un toque de desagrado, "Vamos a los Apartamentos Vista".

Kimberly se giró rápidamente hacia él. Bajo la intensa mirada del hombre, cedió y decidió guardar silencio.

El coche se sumió en el silencio.

Kimberly sacó su teléfono y le envió un mensaje a Millie, diciendo que no volvería a casa esa noche.

Mientras estaba absorta en su teléfono, los ojos agudos de Charlie la miraron de reojo.

Su cabello castaño caía suavemente sobre sus hombros, ligeramente rizado en las puntas. Su perfil era llamativo. Tenía una frente lisa, una nariz recta y labios llenos y rojos.

Llevaba una camiseta blanca sin mangas y unos jeans claros, muy cortos, que dejaban entrever su pecho y sus largas piernas.

Charlie apartó la mirada, con una mueca en el rostro. "Parece que disfrutas cuando no estoy."

De repente, el conductor frenó bruscamente y Kimberly fue lanzada hacia adelante, golpeándose con el asiento delante de ella.

"¡Ah!" exclamó, y luego rápidamente recuperó la compostura. Se frotó la frente, su rostro mostrando un poco de incomodidad. "No, no me estoy divirtiendo."

Charlie la miró con frialdad, tirando burlonamente del borde de su camiseta. "Vistiendo así para ir a un hogar nocturno y mirar la ropa interior de los hombres, ¿eh? Realmente sabes cómo disfrutar."

Le lanzó una mirada burlona y desdeñosa, con una ligera sonrisa en sus labios.

Kimberly sintió el aguijón de sus duras palabras y se quedó sin palabras por un momento.

Se alejó un poco, abrazándose a sí misma, su voz insegura. "Eso es solo haciendo tonterías.

" "Kimberly, tienes que darte cuenta de quién eres ahora."

Su tono era helado, con un toque de acusación.

¿Quién era ella, realmente? ¿La esposa de Charlie?

Pero, ¿quién realmente creería eso?

Llevaban casados seis meses. Su esposo siempre estaba de viaje de negocios, a menudo visto con otras mujeres.

Si mirara ahora al espejo retrovisor, seguramente vería la amargura y la infelicidad en su rostro.

Pero, ¿por qué estaba molesta?

Desde el principio sabía que su matrimonio era meramente un arreglo conveniente.

El abuelo de Charlie, Kellan Hussain, había aceptado saldar las cuantiosas deudas de su padre después de que él muriera. Por qué Charlie había aceptado este matrimonio a instancias de Kellan era algo que no entendía.

¿Era porque no podía casarse con Melina, así que la identidad de la novia no importaba realmente para él?

Kimberly cerró los ojos y apretó los puños en secreto, ocultando su descontento.

Finalmente, abrió la boca y susurró una sola palabra, "Está bien. "