Capítulo 4 Puedes descomprimirlo

Kimberly había estado viviendo en su nuevo apartamento en Skyline solo unos días antes de decidir que era demasiado grande para su gusto, así que se mudó con Millie.

Sin embargo, la ama de llaves contratada por Charlie seguía apareciendo regularmente para limpiar el lugar.

Cuando Charlie llegó a la puerta, se detuvo, dándose cuenta de que no podía recordar la contraseña.

Avergonzado, pero sin querer admitirlo, se volvió hacia Kimberly, que estaba cerca, y dijo: "Adelante. Abre la puerta, por favor".

Kimberly no pudo evitar poner los ojos en blanco internamente. Después de presionar algunos números, la puerta se abrió de par en par.

Fueron recibidos por un interior que destilaba elegancia y lujo, haciendo que Charlie se sintiera ligeramente fuera de lugar. Había pasado mucho tiempo desde su última visita.

Miró alrededor antes de dirigirse hacia las escaleras.

A mitad de camino, notó a Kimberly congelada en el lugar junto a la puerta. Levantando una ceja, la llamó: "¡Oye, ven aquí!".

Kimberly no conocía bien a Charlie, pero estaba familiarizada con los rumores sobre él.

Era el rico CEO del Grupo GK, heredero de la fortuna Hussain, con un aspecto que podría rivalizar con cualquier estrella de cine. Sin embargo, su reputación era la de alguien frío y difícil de abordar.

A pesar de sus reservas, Kimberly comenzó a seguirlo.

Con cada paso, su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho.

La puerta del dormitorio principal se abrió de par en par. Charlie levantó la mano para encender la antigua araña de cristal, bañando la habitación en luz.

Aunque el dormitorio principal estaba desocupado, la ama de llaves lo mantenía meticulosamente, asegurándose de que estuviera libre de polvo y que las sábanas estuvieran siempre frescas y limpias.

Kimberly se detuvo en la entrada, a punto de hablar, pero Charlie rápidamente se dio la vuelta, tirándola hacia adentro.

Cuando la puerta se cerró, Kimberly se encontró presionada contra ella antes de poder resistirse.

El frío de la puerta la hizo volver en sí. Miró hacia arriba para ver la intensa y perturbadora mirada de Charlie.

Apoyado contra la puerta con una mano, la miraba hacia abajo, con una ligera sonrisa en su rostro. "Negro. ¿Interesada en echar un vistazo más de cerca?".

Su aliento, fresco y mentolado, golpeó su rostro. Kimberly, sorprendida, se sonrojó profundamente. Intentó mover su muñeca, diciendo: "Déjame ir".

Pero Charlie atrapó su mano caída y la presionó contra su cinturón, su sonrisa siniestra. "El bar estaba demasiado lleno. No era el lugar adecuado para quitárselo".

Su susurro le hizo cosquillas en el oído, su tono profundo y seductor. "Ahora, puedes verlo por ti misma".

Con eso, guió su mano para desabrochar su cinturón. Un movimiento rápido después, el sonido del metal golpeando el suelo resonó.

Las mejillas de Kimberly ardían de vergüenza, sus ojos llenos de lágrimas por la humillación. No había imaginado que Charlie actuaría de manera tan descarada.

Sin embargo, Charlie seguía sonriendo, guiándola a través del proceso. "Vamos, desabróchalo".

Cuando la mano de Kimberly rozó el metal helado, una oleada de adrenalina la recorrió, dejando su mente en una niebla.

Empujó a Charlie hacia atrás con una mirada feroz, exclamando: "Basta".

¿Siempre se enojaba tan rápido? Charlie se preguntó.

Con una fría sonrisa, no se contuvo, burlándose: "¿Qué pasa con el espectáculo? ¿Ahora quieres jugar a la inocente?".

Kimberly se encontró respirando con dificultad. Había esperado que al menos pudieran mantener las cosas amigables, incluso sin amor, pero claramente estaba equivocada.

Él mostraba amabilidad y afecto a otros, pero solo reservaba desprecio para ella.

"Voy a ducharme". Charlie, notando su frustración, le dio la espalda y sugirió provocativamente, "Si cambias de opinión, puedes acompañarme".

"¡De ninguna manera!" Kimberly replicó entre dientes.

Al echarle un vistazo, notó que ya se había quitado la camisa, mostrando su fuerte espalda.

Cuando se dio la vuelta, la definición de sus tonificados abdominales llevó su mirada hacia abajo, encendiendo un torbellino de pensamientos.