Podía negarlo todo lo que quisiera, ¡pero ningún hombre me había hecho sentir tan viva como Knox! Me enojaba muchísimo que el varón que había logrado encender semejante fuego en mi interior fuera tan jodidamente indeseable.
"¡Char! ¡Vamos!", gimió Lilly, jalando la sábana.
El aire frío que asaltó mi cuerpo hizo que mis pezones se endurecieran aún más contra la suave tela del pijama de mi interlocutora.
"¡Es mi gran día! ¡Necesito a mi mejor amiga a mi lado!", se quejó Lilly, con una brusquedad en su tono que me dijo que no estaba dispuesta a rendirse pronto.
"¡Bien! ¡Ya me levanté!", gruñí, lanzando la almohada en dirección a su cabeza, mientras me incorporaba.
Estaba somnolienta, pero olí un café fuerte y le sonreí a mi interlocutora. Agarré la taza que me tendía, mientras los últimos restos de mi sueño y de su sexy hermano se desvanecían poco a poco de mi mente.
"¿Estás bien? ¡Tu cara está roja! No te estarás enfermando, ¿verdad?", resopló, dando un paso atrás como si yo tuviera la peste.
"No lo sé, ¡dormir con el hermano de tu mejor amiga es un poco enfermizo!", se burló Sage de mí, con una sonrisa.
"¡No me acosté con Knox!", bufé, bebiendo un sorbo de café e ignorando a mi melodramática mejor amiga y a mi pesada loba.
"¡No puedo enfermarme hoy, Char!", gimió Lilly, mirándome mientras me tendía un espejo para mostrarme lo sonrojada que estaba.
"¡Solo fue una pesadilla!", le aseguré, dejando caer el espejo sobre la cama, sin necesidad de verme, pues sabía que estaba ruborizada. Lo único que esperaba era poder beber mi café en paz.
"¡Bueno, no mientes! ¡Fuiste terriblemente... mala... en esos sueños! ¡Muy mala! ¡Me refiero a la forma en que abriste las piernas y dejaste que él restregara su hermoso rostro entre ellas!", susurró Sage seductoramente en mi mente.
"¡Charlotte! ¿Estás bien? ¡Estás temblando!", comentó Lilly, quitándome la taza de café de las manos antes de que se me cayera. Luego, colocándome su palma en la frente, me dijo con simpatía: "¿Charlotte?".
"Crees que será tan hábil con su lengua como te lo imaginas?", continuó mi loba, haciendo que me sonrojara aún más. "Dios sabe que era bueno con su...".
"¡Basta!", repliqué, cortando mi vínculo con Sage para poder concentrarme y calmar mis manos temblorosas y mi corazón acelerado.
La preocupación en el rostro de Lilly me devolvió a la realidad.
"¡Estoy bien! ¡En serio!", murmuré, sacudiendo la cabeza ante las imágenes que mi loba había inyectado en mi mente en bucle.
"No habrás pillado uno de esos bichos humanos, ¿verdad?", me preguntó mi amiga, con una expresión de angustia.
"¡Debería decírselo! En los dieciocho años que llevamos siendo amigas, ¡nunca le he mentido! No me parece bien hacerlo ahora", le dije a Sage con culpabilidad, solo para recordar que la había mandado a un rincón de mi mente, ¡y con razón!
Sabía muy bien lo que diría al respecto: ¡verga, verga y más verga! Parecía que desde que salimos de la habitación de Knox, ¡era lo único en lo que podía pensar! Y, para ser honestas, era una verga específica la que no podía sacarse de la mente.
Contuve la respiración al ver la mirada frenética de Lilly, quien escrutaba mi rostro atentamente. Hoy era su gran día. Llevaba soñando con ese momento desde que la conocía: encontrar a su pareja, hacer su unión oficial y enorgullecer a su familia y a su manada. ¡Literalmente había sido criada para eso!
En cambio, yo necesitaba más. Necesitaba la forma más pura de amor, confianza y seguridad, ¡y eso era algo que Knox no podía ofrecerme!
Ese pensamiento consolidó lo que ya sabía: ¡lo que tuve con el hermano de mi amiga fue algo de una sola vez! No importaba lo glorioso que su pene se sintiera contra mí. Con eso en mente, suavicé mi expresión y me concentré en ignorar el dolor en mis muslos.
"Creo que las últimas veinticuatro horas me han pasado factura, ¡aún no supero ver a Mike y a esa fulana en mi cama! ¡Eso es todo!", expresé, mintiéndole a la cara a mi mejor amiga por segunda vez en unas horas.
"Lo siento, Char; ¡de verdad que es un pedazo de mierda! ¿Quieres que les pida a Knox y a Kane que le den una buena paliza?".
Negué con la cabeza de forma dramática. Después solté una risa nerviosa, y la agarré de las manos para tirarla sobre la cama. Ignorando sus protestas.
"¡No! Ya es bastante vergonzoso que los pillara teniendo sexo en mi cama; ¡no quiero que toda la manada hable de ello!", gruñí, agarrando la almohada y lanzándosela con una ceja alzada. "¡Y no es que a tus hermanos no les guste un buen chisme, o que les falten compañeros de cama para hablar en la almohada!", admití, poniendo los ojos en blanco ante los celos que me carcomían.
"Hmm, sí, ¡lo entiendo!", contestó mi mejor amiga, riéndose entre dientes, devolviéndome la almohada mientras se levantaba de la cama y me tendía la mano para ayudarme a levantarme.
"¡Pero si se convierte en una molestia, se lo diré! Sé que crees que no se preocupan por ti, Charlotte, ¡pero te ven como una hermana pequeña! ¡No tolerarán sus estupideces!", añadió, mirándome en el espejo mientras se arreglaba el pelo.
Podía sentir sus ojos escrutando mis facciones, esperando a que mostrara la mínima señal de que la había escuchado.
"¡Dios, espero que no te vean como una hermana! ¡No estoy segura de cómo me siento con respecto al incesto!", gruñó Sage, abriéndose paso a través de la barrera mental que yo había levantado. "Aunque... estoy dispuesta a llamar a Knox 'papá' si tú lo estás", añadió con un movimiento de sus gruesas cejas.
"¡Qué forma de bajar el tono, Sage!", bufé, ignorándola como antes mientras ayudaba a Lilly a prepararse para su gran día.
Dos horas más tarde, avanzábamos por la casa de la manada, que estaba vacía; el Alfa Leigh se había asegurado de que nadie viera a su hija hasta la ceremonia, así que no quedaba ni una sola persona en el lugar, salvo Lilly y yo.
"¿No estás nerviosa?", pregunté, cuando llegamos a las puertas traseras, apretándole la mano.
¡Llilly estaba preciosa, aunque la verdad siempre lo estaba! Su vestido de novia, Alexander McQueen, era digno de la realeza, lo cual era apropiado dado que estaba emparejada con el heredero de la Manada Prado, que mantenía antiguos lazos con la corona de la comunidad Lycan. Con esa unión, mi amiga aportaría poder y título a sí misma y a nuestra manada.
"No, solo emocionada", susurró, abriendo las puertas para echar un vistazo al jardín bellamente decorado con un sutil guiño a los colores de la manada: tulipanes blancos y azules bordeaban el camino empedrado, y arriba, suspendidas como guirnaldas, colgaban las impresionantes enredaderas de jazmín blanco y azul que sabía que nuestra Luna había enviado especialmente para hoy, queriendo mostrar respeto al prometido de su hija, pero más aún a su homóloga de la Manada Prado; se decía que eran sus flores favoritas. ¡No se había escatimado en gastos para hoy! Todo era perfecto y preciso, ¡como Lilly!
"Vaya, es impresionante", dije entusiasmada.
Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y el Alfa Leigh entró. Sus ojos se posaron en su hija y se empañaron de lágrimas al instante, de una manera que solo un padre orgulloso podía hacerlo.
"¡Te dije que estabas preciosa!", sonreí, empujando la cadera de Lilly con la mía al ver al hombre intentando no llorar al contemplar a su pequeña ataviada en su vestido de novia.
"¿Te gusta, papá?", chilló mi amiga, girándose despacio para mostrarle lo que había hecho con su dinero.
El vestido era exquisito, llegaba hasta el suelo y estaba confeccionado con la seda más suave, como el de sus damas de honor. Además, tenía un profundo corte en V en la parte delantera hasta el ombligo; la zona estaba rellena de encaje y el escudo de la manada estaba bordado en el azul celeste característico. Por otra parte, la espalda estaba abierta, mostrando su hermosa piel bronceada, y unas líneas de cristales, de nuevo en el color azul celeste característico, recorrían su hombro, uniéndose en cada uno para mantener el vestido en su sitio; era un vestido muy contemporáneo, y ella lo lucía a la perfección. Debía reconocer que era muy escotado para mi gusto, ¡pero se ajustaba perfectamente al de ella!
"¡Pareces una princesa!", respondió su entusiasmado padre, enderezándose sin duda en un intento de controlar sus emociones. Acto seguido, me escudriñó con una cálida sonrisa y contempló mi vestido, conteniendo una risita, antes de bromear con un guiño: "¡Casi esperaba que aparecieras en pantalones de yoga y una sudadera con capucha, Charlotte!".
Entendía su comentario, pues yo me la pasaba en ropa deportiva y en el gimnasio. Cuando tu padre es el Beta, se te va la mayor parte del tiempo entrenando.
"¡Papá, no le des ideas! ¡Me llevó semanas sobornarla para que se pusiera el vestido!", espetó Lilly, sacando la cadera y mirándome con firmeza.
"¡Oh, ¿soborno?! ¿Cuánto me está costando?", preguntó él, riéndose entre dientes, tirando de su hija enfurruñada hacia su lado y mirándola por última vez.
"¡Su primogénito se llamará Charlotte!", contesté, con una sonrisa de satisfacción.
"¿Y si es un niño?", preguntó el hombre entre risas, sacudiendo la cabeza ante nuestras payasadas.
"¡Igual Charlotte!", solté, con una risita juguetona.
"Charlotte, ¿puedes excusarnos un momento? Me gustaría pasar un minuto con mi bebé antes de...", susurró el alfa, a quien se le cortó la voz mientras contemplaba a su hija con amor.
"¡Siempre será tu bebé!", susurré, poniéndome de puntillas para presionar un suave beso en la mejilla de mi líder. Era como un segundo padre para mí y verlo tan abrumado al observar a Lilly era muy impropio de él, pues parecía que siempre favorecía a los gemelos, incluso a puerta cerrada.
Le guiñé un ojo a mi mejor amiga antes de salir por la puerta. Al toparme con una forma sólida y un aroma familiar, gemí en voz alta; incluso Sage se puso alerta, sintiendo el peligro.