Después de tres semanas mi castigo había terminado y con el mis esperanzas de volver a ver a "mi lobo" como lo había bautizado en secreto. Por alguna razón el bosque era aún más prohibido que antes y cada día, cuando lo veía a lo lejos había algo nuevo en el que lo hacía más denso, no era solo mi idea, en la última semana quise comprobar mi teoría y en cada amanecer le sacaba una foto al bosque, a simple vista no se notaba, pero cuando agrandabas las imágenes y las comparabas lo podías comprobar, el primer día fueron dos arboles, el segundo un gran arbusto, el tercero el césped creció tanto que se mezclaba con los arbustos, el cuarto al menos 10 arboles se llenaron de enredaderas y así suma y sigue...
Todo esto solo alimentaba mi curiosidad, pero veía poco probable que pudiera hacer algo más que sacar fotos, incluso había ido a la biblioteca en busca de algún indicio, una fecha, un nombre, algún acontecimiento inexplicable, pero nada, había una sección en un libro de historia en los que había una sección titulada "pueblos ligados a camino verde" pero al llegar a la página todo el capítulo estaba en blanco. Luego encontré un libro que se llamaba "leyendas locales" pero muchas páginas estaban totalmente en blanco, solo había unos pocos dibujos puestos aleatoriamente entremedio de todas las páginas en blanco, un bosque, una luna llena, un lobo, un hombre de pelo largo, un grupo de lobos, un lobo aullándole a la luna... definitivamente los lobos eran cosa seria en ese lugar, sin embargo nada de eso se aproximaba a nada que, siquiera, pareciera una pista sobre el lobo gigante y el hombre de pelo café.
Ese findesemana mi madre estaba enferma así que fui a hacer las compras por ella, primero pasé a la farmacia y luego fui al supermercado. Entonces, así de la nada, me encontré con él, ya había empezado a pensar que había dejado el pueblo, incluso me cuestioné si quizás solo era un producto de mi imaginación, sin embargo, ahí estaba, con la misma expresión de "pocos amigos" que antes, me congelé en cuanto lo vi, el me miraba de vuelta como si estuviera indeciso entre acercarse o ignorarme por completo. Cuándo recuperé la compostura me acerque a él para sacar un kilo de carne que había en un frigorífico a sus espaldas. Decidí no tomar la iniciativa al hablarle, ya que la última vez no me había ido muy bien.
-mmjj.... ¿Cómo te llamas? – dijo después de aclararse la garganta. Yo lo mire levantando una ceja como diciendo "¿es en serio?" – este... yo, yo soy Diego.
-Rosa, mucho gusto – dije un tanto incomoda, no sé porque en todas las conversaciones que tuve con el en mi cabeza, nunca hubo una de presentaciones...
-y... - empezó a decir pero al mirarme enmudeció.
-¿qué?
-yo... esto... me preguntaba...
-si es por lo de la otra vez...
-espera... ¿a qué te refieres con la otra vez? ¿Sabes quién soy? – dijo abriendo mucho los ojos, no sé porque parecía tan sorprendido.
-bueno, así como saber, saber, no, pero nos encontramos en el bosque la otra vez ¿o ya se te olvidó? – dije un tacto decepcionada de que me olvidara.
-ven aquí – dijo pescándome del brazo me arrastró fuera del super.
-¡oye! ¡Aún no termino de comprar!
-luego te ayudo con eso, tenemos que hablar "Ro" – dijo el con voz seria, aunque me gustó la forma en que me llamó "Ro"
Diego.
Había cumplido con mi deber, incluso me encargué de lanzar un hechizo de crecimiento rápido al bosque para que así fuera, aún más difícil, llegar a las colinas.
Ella no dejaba de investigar, pero luego de un par de semanas pareció calmarse, sin embargo para mi era cada vez más angustiante no saber ni su nombre. Así que ese día cuando la vi entrar en el supermercado, totalmente sola, crei que era la ocasión perfecta para un "encuentro casual" así por lo menos sabría su nombre. Sabía perfectamente que eso era contra todas las reglas, los lobos nunca deberíamos relacionarnos de forma íntima con los humanos, pero ¿qué diablos?, era el Alfa ¿quién me lo iba a impedir?.
Entonces me acerque a ella paulatinamente, cuando estábamos en el pasillo de carnes frías hicimos contacto visual, solo entonces recordé que había borrado todos los recuerdos del pueblo sobre la tribu, por lo cuál probablemente ella no me recordaría, se congeló un minuto al verme, supuse que estaba nerviosa, suelo tener ese efecto en los humanos... aproveché la oportunidad cuando se acercó a coger algo de carne, me aclaré la garganta y dije:
-¿Co-Cómo te llamas? – Ella me miro levantando una ceja como diciendo "¿es en serio?" y yo agregue – este... yo, yo soy Diego – Dios, se sentía como un cachorro asustado.
-Rosa, mucho gusto – dijo sin sonreir
-y... - ¡Dios! ¿Por qué era tan difícil hablar con los humanos?
-¿qué? – me animó a continuar
-yo... esto... me preguntaba... - tartamudee, me sentía estúpido, no podía formular una sola frase coherente, quería invitarla a tomar algo pero ¿sería eso demasiado extraño para ella? En mis estudios del comportamiento humano nunca me fije si las hembras aceptaban salir a tomar algo con machos que no conocían.
-si es por lo de la otra vez... - esa simple frase me hizo reaccionar.
-espera... ¿a qué te refieres con la otra vez? ¿Sabes quién soy? – No tenía sentido, ¿porqué recordaba lo que pasó?
-bueno, así como saber, saber, no, pero nos encontramos en el bosque la otra vez ¿o ya se te olvidó? – Su respuesta puso todos mis sentidos alerta, el cachorro asustado desapareció para dar lugar al Alfa protector y cauteloso.
-ven aquí – dije, la tomé del brazo procurando no enterrarle las garras y la saqué del supermercado.
-¡oye! ¡Aún no termino de comprar! – se quejó cuando dejamos su carro atrás.
-luego te ayudo con eso, tenemos que hablar "Ro" – dije, no sé porque la llamé "Ro" pero sonaba bien, una vez afuera la lleve a un callejón que se formaba entre el supermercado y un edificio de 3 pisos - ¿por qué me recuerdas? – le dije un tanto molesto, no con ella, si no por el hecho que mi hechizo no hubiera funcionado en ella.
-no sé a qué te refieres... no eres el tipo de persona que es fácil de olvidar – dijo ruborizándose, yo también lo hice.
-no me refiero a eso – dije, luego di vuelta un enorme contenedor de basura de una patada, mientras gritaba - ¡mierda!
-mira... yo, yo, lo siento, ¿si?... No sé que hice, pero tranquilo, si quieres que te olvide, eso hare ¿si?, no tienes que ponerte así – dijo asustada, ¡qué estúpido!, ella empezó a retroceder pero yo la retuve de la forma más delicada que pude.
-lo siento, no quise asustarte, por favor, quédate...
-no entiendo, Diego... ¿Qué quieres? – dijo, entonces sin poder resistirlo un segundo más la atraje hacia mi, la abracé con fuerza y dulzura.
-te quiero a ti, pequeña ro – respondí y la besé, para mi sorpresa ella no se resistió, de hecho me respondió con gusto, entonces lo entendí, por increíble que pareciera nuestro breve encuentro fue suficiente para crear un vínculo, por eso me buscaba, por eso quería averiguar sobre la tribu y por eso no me olvidó.
Cuando la solté ella se quedó ahí cómo un conejito con los ojos cerrados mirando hacia arriba.
-¿estás bien, pequeña? – le pregunté, realmente no sabía si todos los humanos reaccionaban así después de un beso – abre los ojos, bonita.
-no, no quiero
-¿por qué no? – pregunté extrañado.
-no quiero que desaparezcas – esa pequeña humana cada vez me sorprendía más con sus respuestas.
-tranquila, no iré a ninguna parte – dije abrazándola, entonces ella abrió los ojos y me sonrió.
Rosa.
Aún no podía creerlo, después de tanto misterio, de todos esos sueños extraños, estaba ahí con él y acababa de besarme... era algo irreal, su rostro aún me recordaba al lobo gigante que había visto pero no me pareció buena idea mencionarlo considerando lo que había pasado la última vez.
-¿quién eres? – le pregunté después de recuperar el aliento.
-ya te lo dije, soy Diego – respondió con simpleza.
-No, ese es sólo tu nombre, no quién eres.
-bueno, nuestras personalidades tendremos que irlas conociendo en el camino...
-bueno, supongo que tienes razón. ¿Y entonces?...
-¿qué te parece si vamos por un... batido de frutas o algo?
-¿un batido de frutas? – repetí divertida, ¿Quién invitaba batidos? – supongo que hay una primera vez para todo.
-¿en serio nunca has tomado uno? – dijo, parecía sorprendido.
-bueno... es parecido a los jugos ¿no?
-si y no, ven, tienes que verlo por ti misma – dijo y tirándome del brazo empezó a correr hacia algún lugar.
-Diego, me vas a romper el brazo – dije, nunca había visto a nadie correr tan rápido.
-oh, lo siento – dijo, entonces me tomó en brazos y siguió corriendo hasta llegar a una especie de cabaña construida con madera de pino y por dentro parecía una de esas tabernas de las películas de vaqueros.
-¿qué es este lugar? – pregunté.
-un lugar seguro, aquí podremos conversar sin que nadie nos interrumpa y además hacen los mejores batidos de frutas.
-genial – dije y nos sentamos en una mesa que parecía tronco.
La gente ahí era distinta a la del pueblo, había muchas personas de abundante cabellera plateada pero no Lucía como si fuera teñida, algunos de ellos llevaban pequeños chalecos de piel que sólo le cubría el pecho y hombros, otros iban con el torso totalmente descubierto, a pesar de ser invierno, ahora que lo veía bien, Diego sólo llevaba una capa de piel café-anaranjada sobre los hombros pero no llevaba nada debajo de esta.
-Hola jefe, ¿Quién es su amiga? – dijo una chica de pelo negro hasta la cintura y ojos amarillos.
-es mi invitada de honor, ¿Tienes algún batido que pueda impresionarla? – dijo él con una sonrisa cautivadora.
-creo que tengo algo perfecto para la cachorra – dijo la chica con un tono tan simpático que me fue imposible sentirme ofendida por el hecho se que me llamara "cachorra" - ¿y para Ud lo de siempre?
-si, ya sabes como me gusta.
-vuelvo enseguida.
-entonces... ¿por qué te dice jefe? ¿Eres el dueño del lugar o algo?
-jajaja, que chistosa... no, el bar de jugos es de luna, yo... ¿Cómo explicarlo?... Se podría decir que soy una especie de guía espiritual y de, alguna forma, un protector para ellos.
-¿para quienes? – pregunté intrigada.
-para mi gente.
-los de la tribu – concluí.
-sí
-¿y porque se fueron?
-No quiero hablar de eso – dijo seriamente, mejor cuéntame de ti.
-bien, pero solo si luego prometes responder mis preguntas.
-contestaré todo lo que pueda – prometió.
-bien, ¿Qué te digo?... Tengo casi 18, voy en cuarto medio, quiero ser veterinaria porque me encantan los animales – el sonrió con gusto al escuchar eso – vivo sola con mi mamá, mi papá murió cuando tenía 4 así que no recuerdo mucho de él, me gusta leer, no soy demasiado sociable y bueno... eso a grandes rasgos.
-eres una pequeña fascinante – dijo tocando mi nariz con la yema de su dedo índice.
-vamos, no exageres, no es como si fuera la gran cosa – dije empujándolo de un hombro.
-lo digo en serio, al menos para mí, lo eres.
-bueno, ahora es tu turno...
-bueno, yo tengo... 23 años, el trabajo que hago con la tribu es mi único trabajo, mis padres aún viven y convivimos todos en el mismo campamento pero en distintas tiendas y bueno... eso...
-espera, pero si ser el guía de la tribu es tu único trabajo ¿de que vives?
-Nosotros tenemos un estilo de vida algo diferente al que estás acostumbrada, la tribu es una comunidad, algunos cosechan, otros cazan, otros venden algunas artesanías para comprar insumos básicos, como ropa, frazadas, artículos de limpieza, etc, todo es de todos y cada quien tiene lo que necesita, esa es una de mis tareas, velar porque la repartición sea justa.
-vaya... eso suena muy lindo...
Así estuvimos hablando hasta que empezó a oscurecer, no sé que tenía el batido que me hizo luna, pero estaba exquisito. Solo cuando el sol se empezó a poner el sol recordé las compras que había dejado pendiente. Llegamos justo antes de que cerrara el supermercado y Diego me ayudó a llevar todo a mi casa. Cuando llegué mi mamá dormía así que creo que no notó que mi ausencia se había extendido más de lo planeado, lo cuál me alivió bastante.