-tiene 17 – dije mirándola con seriedad, ella me miró atentamente como esperando que dijera que era una broma – y no es una cachorra, exactamente... ella... ella es humana... - ante eso se atoró con su propia saliva y empezó a toser.
-¿acaso te volviste loco? ¿Una humana? – exclamó después de recuperar el aliento, hablaba aceleradamente – tu más que nadie tendría que, y encima la llevaste al bar ¿es que te volviste completamente loco o qué?
-tranquila, tengo todo controlado
-sí, claro... lobos y humanos no deben relacionarse y tu, de todos los lobos, deberías saberlo.
-si lo dices por mi cargo...
-¡lo digo por tu tío! ¡Idiota! – gritó.
-baja la voz ¿quieres? – susurre...
Sabía perfectamente a lo que se refería, mi tío también se había enamorado de una humana en el siglo XIX. Un día, la humana fue al campamento, como ya era usual, pero esta vez todos los hombres de su familia la siguieron, creyendo que éramos peligrosos. Fue una masacre, no tenían balas de plata, pero aún así la mayoría tardó más de 1 mes en sanar y, el pobre de mi tío, estuvo dos años usando muletas... a la chica no le fue mejor, la encerraron en un sanatorio mental por histeria y porque su conducta no se adaptaba a lo que todos esperaban de ella... no pudo volver a verla en vida, pero hasta el día de hoy visita en secreto su tumba todas las semanas.
-bien, sé que tu eres el Alfa, pero no sería tu amiga si no te advirtiera sobre eso.
-no soy idiota, sé que esto es peligroso, pero estoy dispuesto a correr el riesgo y te prometo que nada les pasara a ustedes.
-bien, una cosa más
-¿ahora que? – dije poniendo los ojos en blanco.
-si la vuelves a llevar al bar, la muerdo – la quedé mirando sin saber bien si estaba bromeando o si hablaba en serio – jajajaja, mira tu cara – dijo señalándome, luego poniendo su voz de macho agregó en tono burlón – "oye no muerdas a mi chica" jajajaja, creo que es más grave de lo que pensé, estas jodido amigo.
Luego se fue riendo a su tienda... pero en algo tenía razón, estaba bien jodido, si no tenía cuidado nos podía ir muy, muy mal. Me senté al lado de la hoguera, era mi turno de hacer guardia así que me quedé ahí observando el juego mientras mis orejas de lobo aparecían en lo alto, así escucharía hasta el más mínimo sonido en kilómetros a la redonda.
Había un grupo de campistas a unos 800 metros, a las faldas del cerro, por sus voces, supuse que no tenían más de 20 años, a lo lejos se sentían pasos pesados y ruidos metálicos, probablemente un cazador pero era muy poco probable que diera con nuestra ubicación, así que no había peligro real, sin embargo lo monitorearía solo porsiacaso. El resto eran los ruidos propios del bosque: el viento en las hojas, los animales caminando u saltando de un lado a otro, el trinar de las aves, todos esos sonidos que me hacían saber que éramos parte de un todo, de algo muchísimo más grande que nosotros mismos y como hombres lobos, nuestro deber era protegerlo, cuidar de que el equilibrio siempre se mantuviera.
Como a las cuatro de la mañana se acercó Alex, hijo de un amigo de mi madre.
-vaya a descansar Jefe, yo lo cubro – me dijo.
-gracias Alex y, ya sabes, cualquier cosa, me avisas.
-por supuesto jefe, cuente conmigo.
Sonreí ante su entusiasmo y me permití unas horas de sueño antes de empezar con mi parte favorita del día, cuidar de Ro. (me alegraba tanto saber su nombre y poder llamarla por el seudónimo que le puse).
Rosa.
Todo eso era muy extraño, no sé cómo me fui a enganchar tanto, en estricto rigor solo lo había visto solo dos veces, la primera vez prácticamente me echó a "ladridos" y luego, de pronto, llega como si nada hubiera pasado... era algo raro, bueno... Si lo pensaba, todo en él era extraño, desde el color de sus ojos y cabello, pasando por su forma de vestir hasta la forma en que se relacionaba.
Podría jurar que rara vez hablaba con alguien que no fuera de su tribu... me pregunto si es por eso que fue tan hostil en un principio, quizás no estaba dispuesto a interactuar con otro tipo de gente y cuando me vio se asustó u no supo como reaccionar... parecía ilógico si pensamos que era un hombre hecho y derecho, pero supongo que eso no significa que tenga todo solucionado ¿o si?.
Con la prisa del otro día olvidé pedirle su número, espera... quizás ni siquiera usa celular ¿Qué tan "primitiva" era su tribu?... Por lo que sabía probablemente eran un montón de "hippies" (en el mejor sentido de la palabra) animalistas y amantes de la naturaleza, quizás incluso eran veganos, onda todo orgánico y esas cosas... bueno quizás no veganos, después de todo usaban pieles y no parecían sintéticas... la verdad todo en torno a él y a ellos parecía un misterio, pero tenía miedo de que si preguntaba demasiado él se cerraría aún más, lo mejor era dejar que el mismo contara lo que quisiera a su propio ritmo, ya que era obvio que era bastante reservado... si quería conocerlo a fondo, tendría que ser paciente. Como fuera... supongo que tendría que esperar a la siguiente coincidencia.
La verdad no tuve que esperar mucho, al otro día cuando salí a trotar el estaba justo afuera de mi casa.
-¿ahora vas a empezar a acosarme? – bromee
-yo solo pasaba por aquí... pero si quieres me voy... - respondió con una sonrisa.
-na, pero si quieres quedarte vas a tener que seguirme el ritmo – el soltó una risita.
-creo que estaré bien.
-te lo advierto, tengo dos de oro en atletismo.
-¿dos qué?
-medallas, cuando vivía en Santiago hacía atletismo, gane un nacional y un regional. Pero aquí no hay equipo así que me conformo por correr por las mañanas
-ahhh... ya entiendo, bueno, yo no he ganado medallas ni nada, pero creo que no tendré problemas en seguirte el ritmo.
-bien, una carrera al bosque, el que gane puede pedir "un deseo" y el otro tendrá que hacer lo posible por cumplirlo.
-interesante... bien, trato hecho.
Dicho esto empezamos a correr, al principio yo iba muy adelante pero, no sé cuando ni cómo, el tomó mucha ventaja, cuando llegué al límite del bosque el estaba recargado en un árbol esperándome.
-entonces... ¿ya puedo pedir mi deseo?
-¿pero cómo...? Hace un minuto estabas allá atrás...
-guardé energía para el último tramo – respondió encogiéndose de hombros - ¿entonces, vas a cumplir mi deseo?
-ese era el trato... pero no abuses ¿si?
-bueno... mi deseo es simple y complejo a la vez, te lo diré pero no te sientas obligada a aceptar, si no quieres hacerlo no te obligaré...
-no me voy a acostar contigo – le dije con seriedad, él estalló en carcajadas.
-no, no es eso... lo que quiero es que seas mía, mi chica.
-¿tu chica? – respondí levantando una ceja, definitivamente era la forma más rara de pedir pololeo que había escuchado.
-si, ya sabes, mi compañera, mi pareja... espera... voy muy rápido ¿verdad?, ¿sabes? Olvídalo... - empezó a hablar apresuradamente, yo puse una mano en su mejilla, le di un piquito y respondí.
-no pensé que pasaría tan rápido, pero sí, sí quiero ser "tu chica".
El sonrió y lanzó un grito de alegría que parecía un aullido, me abrazó por la cintura y me besó con pasión como si quisiera comerme la boca.
Sabía muy bien que a mi mamá no le haría ninguna gracia, pero la verdad eso era lo que menos me importaba en ese momento.
Diego.
La verdad me sorprendió su respuesta, ósea, sabía que se sentía algo atraída hacia mi, pero no estaba completamente seguro de que eso fuera suficiente para que aceptara mi propuesta.
Luego de pasar algunos minutos acaramelados la invité a almorzar a un viejo restaurante, el único en que sabía que nadie nos juzgaría, el dueño era hijo de un humano y una mujer lobo, físicamente podías notar que estaba justo en el medio, sus ojos eran color caramelo, su cabello negro y grueso y su piel tenía un peculiar tono grisáceo en la piel, como si mezclaras autobronceante con spray plateado.
-Diego, tanto tiempo – me saludó después de que nos sentamos.
-hola leo, sí, bastante... bueno ¿Qué tienes de bueno hoy?
-mmm... ¿Qué tal mis famosas hamburguesas a la barbacue?
-son muy buenas, pero quiero impresionar a mi chica – dije cerrándole un ojo a ro, ella rió entre dientes.
-entiendo, déjamelo a mi – respondió leo con una sonrisa.
Luego volvió a la cocina, no tenía idea en qué estaba pensando, pero confiaba en su buen gusto.
-¿vienes mucho aquí? – me preguntó ella.
-más o menos, es el mejor restaurante del pueblo.
-creí que el mejor era Vito's
-ese es el más caro, no significa que sea el mejor.
-toche... tienes un buen punto...
-solo espera y verás.
30 minutos Leo nos llevó lomo a termino medio con papas fritas artesanales y unas salsas que no supe identificar pero estaban deliciosas.
-tenías razón, esto está buenísimo – dijo ella, su sonrisa lo era todo – a todo esto, casi lo olvido, aún no tengo tu número.
-no uso celular, pero no te preocupes, si alguna vez me necesitas, solo aúlla – dije con naturalidad.
-¿aullar? ¿Cómo un lobo? – respondió entre risas.
-justo así – dije puse mi mano sobre su mejilla y la besé con dulzura, sabía muy bien que muchas cosas en mi se le harían extrañas a ella, quería decirle todo, pero no podía permitir que mis sentimientos pusieran en riesgo a toda la tribu.
-¡Rosa Andrea López Domínguez! – exclamó una mujer - ¡¿Qué crees que haces?!
-¡Mamá!
-¿quién es él? – le preguntó y luego mirándome agregó - ¿y tú?, ¿Qué edad tienes?, ¿30?, ¿Sabías que es menor de edad?.
-yo... - balbucee, no sabía que decir.
-Vámonos – dijo la señora tomando su brazo y tirándola fuera de la mesa.
-mamá... ya basta, yo quiero estar con él...
-tu no sabes lo que quieres...
Así siguieron discutiendo todo el camino hasta su auto, yo me quedé como congelado, no habíamos ni logrado pasar ni 48 hrs juntos y ya habían empezado los problemas.
Cuando se fueron boté los platos que estaban sobre la mesa en un arrebato. Entonces Leo se acercó de nuevo.
-ey... Sabías que no sería sencillo ¿verdad?
-lo sé pero...
-pero nada, eres el puto Alfa, no te vas a rendir al primer obstáculo ¿o si?
-tienes razón, gracias amigo – respondí palmeando su hombro.
Encontraría una forma de estar con ella, ambos nos queríamos, queríamos estar juntos, eso era todo lo que importaba, lo demás lo solucionaríamos de alguna manera.