Observo mis zapatos algo húmedos y cómo estos se mueven de un lado a otro cuando se los ordeno, pero de pronto, un objeto plastificado y de color negro obstruye mi visión. Lo observo bien y noto que es un paraguas y la persona quien me lo ofrece se encuentra delante de mí.
-Tómalo- Me pide, manteniendo su postura. Yo le rechazo, sin siquiera mirarle, pero el sujeto insiste, por lo que decido tomarlo.
-Gracias- Le digo, embozando una grácil sonrisa y tomando el objeto.
Le miro por un largo rato mientras él hace lo mismo, en completo silencio, tan solo se escucha la lluvia caer a borbotones sobre el asfalto y acera.
- ¿Qué haces aquí?- Me pregunta de pronto, sacándome de mis pensamientos.
-Espero algún transporte- Me apresuro a inventar, aunque claramente, ni siquiera tenga ni un quinto para pagarlo.
- ¿A estas horas, con este clima?- Inquiere, receloso de mi respuesta.
-Solo andaba por ahí y comenzó a llover, por eso espero aquí a que pase un poco- Me las ingenio para decir, aunque en cierta parte no estoy mintiendo.
-Ahm... No lo creo- Comenta, en el mismo tono que antes-. El clima y las nubes están demasiado densas, no parará por un rato.
-Esperaré- Sentencio, en un intento desesperado por acabar con la conversación.
-Pues ahora ya tienes esto- Dice, señalando el paraguas en mis manos; le miro y asiento con la cabeza en respuesta.
- ¿Y tú no lo ocuparás?- Le pregunto, refiriéndome al objeto en mis manos.
-No, aparqué mi auto por allá cerca cuando te vi- Voltea hacia atrás y señala un punto hacia la derecha; frunzo mi ceño en consternación al escucharle.
- ¿Por qué?- Pregunto, ganándome un gesto perplejo de su parte-. ¿Por qué lo aparcaste cerca? ¿Por qué viniste hacia aquí?- Me esclarezco.
-Porque...- Lo piensa un poco, haciendo una pequeña pausa-, porque vi a alguien correr bajo la lluvia y refugiarse en este lugar, así que creí que necesitaba ayuda..., y aquí estoy.
- ¿Y cómo supiste que esa persona era yo?
-No lo sabía.
-Claro- Digo, con un marcado tono de sarcasmo.
Él simplemente me mira y sonríe ligero, y me atrevo a decir que algo nervioso también, luego de voltear hacia ambos lados un par de veces.
- ¿Me puedo sentar?- Me pide, levantando ligeramente sus cejas y hundiendo sus labios dentro de su boca, en un gesto infantil.
- ¿Eso quieres?
- ¿Eso quieres tu?
-Me da igual- Digo, al mismo tiempo que me encojo de hombros, él lo toma como un claro "sí", sentándose a mi lado en la banca, soltando un suspiro en el proceso y dejando que el silencio incómodo invada el ambiente.
¿Por qué vino así tan de repente? ¿Acaso me estuvo siguiendo desde que salí de mi casa o fue simple casualidad (cosa de la cual dudo mucho)?
- ¿Vas a esperar aquí?- Pregunta de pronto, rompiendo el silencio al cual ya me estaba acostumbrando. Asiento en respuesta sin más-. Sabes que a esta hora no hay mucho transporte que digamos, ¿no?- Repito mi acción-. ¿Entonces?
- ¿Entonces qué?- Reto, mirándole.
- ¿Vas a seguir esperando?- Muevo mi cabeza en asentimiento-. Bien- Contesta, antes de soltar un último suspiro y recargar su cuerpo contra el respaldo.
Desvío mi mirada hacia la carretera cuando noto que no me quita los ojos de encima, y me atrevo a mirarle de nuevo, retándole, cuando veo que me mira demasiado, como si trajese un animal extraño en la cara.
- ¿Qué?- Le enfrento, mirándole, después de esperar un poco.
-Nada- Dice, sin más, alejando su mirada de la mía-. Podrías pedir un taxi por aplicación con tu teléfono, son un poco costosos a esta hora, pero igual sirve- Me sugiere, pero yo me niego rápidamente, dirigiendo mi atención a la lluvia que cae violentamente contra el asfalto-. ¿No traes tu teléfono?- Sacudo mi cabeza en negación-. Toma el mío...- Me ofrece, extendiéndome su teléfono.
-No, gracias- Le rechazo, de forma cortante, sin ánimos de seguir con la charla.
- ¿Esperarás entonces?- Pregunta, aunque claramente ya sabe la respuesta.
A partir de este momento, todo se torna más incómodo, aún no sé por qué no se ha ido, aún no sé por qué sigue aquí soportando mis malos tratos y este clima tan espantoso y a la vez encantador.
Ya ha pasado más de media hora de silencio (excluyendo algunas ocasiones en que preguntaba cualquier cosa y yo respondía con palabras cortas y precisas), y él sigue aquí esperando junto a mí un transporte que sé que nunca pasará.
¿Por qué se empeña en seguir aquí? ¿Qué acaso no se da cuenta que quiero estar sola?
- ¿No crees que ya haz esperado mucho?- Su pregunta repentina me saca de transe, pero no dejo que se note.
-Nadie te tiene aquí, pudiste haberte ido desde que llegaste- Contesto, despreocupadamente, moviendo mis pies colgantes hacia delante y hacia atrás.
-Estar aquí sola es peligroso.
-Nadie te pidió tu compañía.
-Yo me ofrecí solo.
-Entonces no te estés quejando.
Suelta un bufido pesado mientras rueda los ojos hacia el cielo, antes de decir-: Ya es muy tarde, no pasará nadie.
-Lo sé.
- ¿Y entonces?
- ¿Entonces qué?
Se queda callado un largo rato, por lo que termino mirándole sin expresión alguna en mi rostro. Finalmente, suelta una pesada exhalación y murmura un-: Ya nada- Hace una pequeña pausa-. Pero supongo que deberías saber que son las 12 y cuarto.
- ¿Y qué con eso?- Contesto, de la misma forma que siempre.
-Ya es tarde, tienes que descansar- Me dice, con voz apacible, pero notándose su grado de cansancio de sobremanera.
-No tengo compromisos mañana, así que no es necesario.
-Pero yo sí, tengo que trabajar- Menciona, lo que provoca que solo me encoja de hombros.
-Entonces vete- Le digo, obviando.
-No te voy a dejar aquí sola, ya te dije que es peligroso.
-No necesito de tus cuidados.
-Dije que yo me ofrezco solo.
-Y yo dije que puedes irte cuando quieras.
-Bien- Dice, cansado, levantándose de su asiento y caminando un par de pasos-. Cuídate- Sentencia, antes de encaminarse a su auto estacionado en la acera, sin importarle la cantidad de agua que cae sobre su ropa y cabello.
Escucho como enciende el auto y sus luces, iluminando aún más la calle. Pasan unos segundos y no se va, se mantiene en su lugar. ¿Qué está pensando? ¿Qué acaso no dijo que se iría?
Fue tan solo cuestión de un minuto para que las luces el auto se apagaran y el motor también, tan solo le costó un minuto salir de éste y regresar a la banca en la que estoy sentada, sin importarle nuevamente la lluvia torrencial moje sus prendas y cuerpo.
-Marylise ya resígnate, no va a pasar nadie- Me dice, al llegar a mi lado.
-Y tú resígnate a que me quedaré aquí- Le contesto, manteniendo mi posición firme. Noto como su expresión serena y sus ojos cálidos me avizoran fijamente, como si en mi cara tuviese una especie de animal o bicho extraño-. ¿Qué?
-No te recordaba así de necia- Enarco mis cejas ante su respuesta y el emboza una sonrisa de lado, antes de sentarse de nuevo en la banca.
A partir de este momento, no sé cuánto tiempo es que pasó, pero las palabras volvieron a sucumbir y el silencio se reintegró al ambiente que nos rodea; únicamente soy capaz de escuchar el ruido insaciable de la lluvia caer contra el asfalto y acera.
A este punto me estoy arrepintiendo de haber venido a este lugar, comenzó a darme hambre hace unos quince minutos y el sueño está comenzando a apoderarse de mi cuerpo, lo cual se refleja en mis ojos adormilados y en mi cabeza que no puede mantenerse firme. No sé si deba irme, la lluvia ya está comenzando a ceder y, sobre todo, tengo un paraguas que puedo utilizar para llegar a casa...
¿En verdad quiero ir a casa?
- ¿Tienes sueño?- La repentina pregunta me saca de mi ensimismamiento y me hace dar un brinco en mi lugar, antes de negar con la cabeza en respuesta-. ¿Y por qué cierras los ojos?- Me encojo de hombros y me recargo en el respaldo, sin saber más qué decir-. Te vas a quedar dormida aquí- Imito mi acción previa-. Déjame llevarte a tu casa para que puedas dormir.
-A mi casa no- Contesto, casi por inercia, notando confusión pura en él.