Se me revolvía el estómago y se formaba un nudo ahí dentro de solo recordar tantas cosas, que mejor decidí irme al sofá y dormir ahí. Tampoco quise usar su ropa que, aunque estaba limpia, era de él y simplemente no la quería sobre mi cuerpo. Por ello fue que me tomé mi tiempo para secar la ropa que traía puesta y tan solo dormí en ropa interior, envuelta en una manta, no sin antes verificar que no hubiera cámaras que pudieran grabarme en paños menores.
Tengo que admitir que fue bastante extraño despertar y no ver mi habitación, fue bastante chocante despertar en otro lugar, fue bastante triste pensar que no podré volver al lugar que solía llamar "mi hogar".
Ya era de mañana y, como lo prometí ayer, hoy iría a buscar trabajo temprano. No sé si será difícil que consiga empleo y contraten a una chica de 17 años que nunca antes ha trabajado, pero puedo hacer el esfuerzo de ir buscando entre puestos y ver si obtengo suerte.
Pero primero, necesito desayunar algo, no puedo mostrar mi mejor cara a mi futuro jefe o jefa si no desayuno bien.
Me dispongo a ir a la cocina a prepararme algo, pero el sonido de alguien llamando a la puerta me detiene. ¿Será el señor de la recepción? O quizá alguien esté buscando al dueño.
Me dirijo hacia la puerta y observo por el picaporte, pero no logro ver nada, está totalmente negro, por lo que me decido a abrirla, descubriendo a Harry con uno de sus dedos al aire (lo cual me dice que estaba tapando el mirador con eso), rápidamente lo baja y sonríe burlón cual niño pequeño, antes de agacharse y tomar un par de bolsas del piso.
- Con permiso- Me pide y yo me hago a un lado, lo cual él aprovecha para adentrarse y dirigirse a la cocina. Yo lo sigo de cerca y noto como comienza a desempacar cosas de las bolsas.
- ¿Qué haces?- Le pregunto, enteramente confundida por todo.
- ¿No es obvio?- Dice, soltando una risita-. Hace un par de semanas que no venía para acá y cualquier cosa que esté ahí dentro puede matarte en 3 días- Señala el refrigerador mientras lo comenta.
- No tenías por qué traer todo esto- Le digo, porque es la verdad, no tenía por qué hacerlo.
- ¿Y que ibas a comer? ¿aire?
- Yo me las ingenio, no necesito que me compres nada- Refunfuño, frunciendo mi ceño en señal de enfado. Él deja las compras, suspira profundo y voltea a verme de lado, se le nota fastidiado, pero no sé si es en son de broma o de verdad lo está.
- ¿Entonces no necesitas nada de esto?- Pregunta, de una forma que me hace dudar si en verdad está enfadado o solo está fingiendo; aún así, niego en respuesta, él frunce su boca en un gesto que parece molesto antes de continuar-. Muy bien, vámonos entonces.
- ¿Qué? ¿A dónde?- Pregunto, más allá de lo confundida.
- A que consigas trabajo para que puedas comprar tu propia comida, ya que dices que no necesitas lo que yo te traje- Me dice, pero suena a reclamo.
- ¿Tú me llevarás?
- Si, para eso vine temprano- Explica-, ¿o tampoco necesitas mi ayuda para eso y tú puedes ir sola a buscar trabajo sin saber a dónde ir y sin dinero?- Pregunta, pero parece que no necesita una respuesta porque ya la tiene. Desvío mi mirada al piso-. ¿Puedes o no?- Insiste, pero yo no contesto-. ¿Me voy entonces?- Le miro con una mueca formada en mis labios y niego con la cabeza-. Bien, en ese caso ven y ayúdame a desempacar.
De mala gana le obedezco y me acerco para ayudarle a desempacar y a acomodar. Él me va dando indicaciones de donde guardar las cosas y yo acato sus órdenes en silencio.
- Todo esto que compré es un obsequio, ¿está bien?- Le miro e intento refutar pero él ni siquiera me deja hacerlo-. No, no quiero que me lo regreses, es por mientras consigues para mantenerte sola, no me lo regreses, no es necesario- Intento hablar de nuevo pero él me interrumpe-, y no está a discusión- Termina, y yo sin más que hacer, acepto.
- ¿Por qué me ayudas? ¿Por qué te comportas tan bueno conmigo?- Pregunto lo que pienso y después me arrepiento, pero no me retracto aun así.
- Porque tú siempre lo fuiste conmigo y yo no tanto- Admite, y parece sincero-, trato de devolverte por lo menos un poco de lo que tú hiciste por mi hace tiempo- Me confiesa, regalándome una pequeña sonrisa.
-¿Y eso te hará sentir mejor?
-No- Responde, en un murmuro cortante, escaneando mi rostro por unos incómodos y confusos segundos-. Eso te hará mejor a ti, y con eso basta.
Debo admitir que el escuchar eso logró que algo diera un vuelco en mi estómago, fue extraño pero a la vez familiar. No sé si me gusta, pero fue un lindo comentario.
- El papel de cocina va allá arriba- Me dice, sacándome de mis pensamientos, señalando el estante esquinero, voy hacia éste e intento abrir la puerta, pero se me dificulta bastante.
Escucho como ríe quedito a mis espaldas, burlándose de la situación.
- Te ayudo si quieres- Se ofrece, pero yo me niego y lo sigo intentando-. Te vas a caer- Me advierte al ver que intento subir a la repisa, pero suelta una carcajada al ver que tampoco puedo-. Ni siquiera puedes subir ahí- Le miro fingiendo molestia y él deja de reír, apretando sus labios juntos para evitarlo-. A ver, déjame hacerlo.
Se acerca y abre la puerta del esquinero con una facilidad envidiable, guarda el papel de cocina ahí dentro y me devuelve una mirada burlona de superioridad.
- Solo porque estás muy alto- Refunfuño, quejándome de su altura.
- No, solo tú eres muy pequeña
Esa palabra... esa maldita palabra.
Noto como su expresión cambia y borra de su rostro todo rastro de alegría o gracia, para remplazarlos por gestos incómodos y pensativos. Yo me quedo totalmente seria y quieta en mi lugar.
- Bueno, eh...- hace una pequeña pausa-, ¿Qué quieres desayunar?- Pregunta, y le agradezco internamente que haya sacado otro tema rápidamente, no sé qué habría hecho yo.
Respondo con un encogimiento de hombros simplemente.
- Está bien, vamos a ver que hacemos- Dice, para finalmente comenzar a buscar ingredientes para cocinar.
Ya no volvimos a hablar sobre ello.
***
- ¿Qué voy a hacer ahora?- le pregunto, al borde de la desesperación elevando mis manos a la altura de mi cabeza en señal de fastidio.
- Tranquila, no todo está perdido- Se apresura a decir, tratando de calmarme-, aún quedan lugares por buscar.
- En ese supermercado si me iban a dar el puesto pero te tuviste que meter- Le reclamo, ganándome una mirada juzgadora.
- ¿Y que querías que hiciera?- Refuta-. El encargado casi te pagaba para que le mostraras algo.
- Hubiera sido buen dinero- Bromeo, pero no sé si se entendió como tal.
Me mira un tanto sorprendido y me atrevo a decir que algo receloso también a mi respuesta, mientras que en su boca, se forma una especie de "o" levemente dibujada.
- ¿Estás pensando en prostituirte?- Pregunta, pero puedo notar un atisbo de burla en sus palabras, aunque no estoy muy segura de ello.
- No sería muy diferente a lo que tú hacías- Le digo, tratando de seguir su juego, pero al juzgar por la expresión que me mostró, quizá no fue buena idea.
Me arrepiento al instante al ver su rostro, el cual cambia todo gesto de burla y fanfarroneo por uno de incomodidad y seriedad. Aprieta sus labios levemente antes de soltar el aire contraído en sus pulmones y mira hacia el frente del auto.
- No remuevas el pasado Marylise- Hace una pequeña pausa, me dedica una breve mirada de tan solo un par de segundos antes de volver hacia el frente-, no nos conviene- Continúa su frase, pero ésta vez habla un poco más despacio y con la voz un tanto más rasposa, provocando que la piel de mi nuca se erice por acto natural.
Me quedo pensando en eso y el silencio inunda el lugar.
- Mira, si quieres tomar el empleo puedes ir, no hay ningún problema, pero yo no voy a recibir dinero tuyo si viene de ese lugar.
- ¿Me estás amenazando?
- Tómalo como quieras.
Me giro hacia enfrente y me cruzo de brazos fingiendo un berrinche.
Nos quedamos callados por mucho rato.
- Igual no iba a aceptar- hablo- el tipo me dio miedo.
- Con sus ojos saltones.
- Y su cara de depravado.
Se ríe y asiente.
Otra vez el silencio reina en el lugar.
- Oye- Me mira- ¿No tienes que ir a trabajar?
-No, dejé a alguien encargado así que no pasa nada- Me dice y yo asiento-. Entonces, ¿Quieres seguir buscando?
- ¿Puedes?
- Claro- asiento en respuesta-. Bien, entonces vamos al centro comercial, ahí debe haber algo.
*
- ¿Qué acaso nadie me quiere?
El se ríe por mi drama.
- Creo que no- Me sigue la broma-. Pero es entendible, ¿Quién te querría con ese aspecto?
Me miro por un momento y no logro entender su comentario. ¿Acaso me veo mal?
- ¿Qué tengo de malo?- Pregunto, mirándole confundida.
- Andas en pijama desde ayer- Aclara, haciendo una seña hacia mí conjunto de ropa.
- No es pijama, es ropa deportiva- Le corrijo, a lo que él rueda los ojos y niega levemente con la cabeza.
- Lo que sea, parece pijama. Yo no te contrataría si vistes así.
Enarco mis cejas retándole, pero solo recibo otro gesto de la misma manera.
- Pues no tengo más ropa- Contesto finalmente, frunciendo mis labios.
- Tienes más en tu casa, si quieres podemos ir por ella.
- No- contesto rápidamente, tajante ante su proposición-. No puedo ir a mi casa.
Suelta un leve resuello.
- ¿Puedo saber el por qué?
- No- Respondo de la misma forma, y a él no le queda nada más que asentir- No estoy lista para hablar de eso.
- Está bien, entiendo- Dice, mientras me regala una pequeña sonrisa-. Cuando lo estés, aquí voy a estar.
Sin nada más que pueda decir o hacer, le intento devolver el gesto, pero esté tan solo parece una mueca.
Después de eso, solo hay silencio entre los dos, aunque nos inunde y acoja el ruido y las charlas de las demás personas en el centro comercial, solo se siente el silencio incómodo, si se le puede llamar así, que se ha implantado entre nosotros.
No estoy lista para hablar de eso con alguien, no estoy lista para hablar con él de algo tan personal y no sé si lo estaré en algún momento. No me siento con la confianza suficiente como para contarle mis males y pesares. Aunque la relación entre los dos haya cambiado un poco y sea un tanto más amena a comparación del primer contacto, eso no quiere decir que me sienta cómoda para charlar con él de mis problemas o de cualquier cosa importante en general.
Él me ha tratado bien, en ningún momento ha hecho algo por lo cual yo deba quejarme o intentar alejarme lo más pronto posible, hasta el momento, no ha hecho nada más que ayudarme, no ha hecho nada más que hacerme olvidar los malos ratos con sus bromas estúpidas y su humor raro. Pero aun así, a pesar de todo lo bueno, no puedo dejar de desconfiar, no puedo dejar de estar alerta, no puedo darle la espalda sin tener la sensación de que me hará algo que no me gustará. No puedo llamarlo miedo, porque no se siente como tal, es más bien mi mente que me dice que no baje la guardia, es solo mi mente que trata de protegerme.