Capítulo 3 El deseo

era el día de salida para las compras semanales del convento, Geraldine salió junto con la hermana Jenkins, por fin ese sería el día, ya su novio tenía sus documentos y alguna ropa, ya quería encontrarse lejos de ahí, intentaba convencer a Salma que ese lugar no era para ella, que tenía que salir al mundo, pero todo esto estaba resultando infructífero.

¡no te entiendo, Salma!- dijo Geraldine- tienes solo veintidós años- le decía Geraldine- ven vamos, eres libre, puedes salir de este lugar, es aburrido y lleno de restricciones, necesitas salir de ahí, hoy me fugare, mi novio me esperara y de ahí nos iremos- le dijo Geraldine- confió en ti y sé que no dirás nada.

¿estás completamente segura? -le dijo Salma mirándola con curiosidad y temor- --¿qué pasaría si tú novio no llega?- la cuestiono con mirada inquisitiva.

Él llegará, lo conozco lo suficiente, este fin de semana cumplo la mayoría de edad, ya cumplo veintiuno, ya mis padres no podrán hacer nada- Geraldine se mostraba realmente feliz, por fin podría liberarse de eso- te lo pido considéralo.

Yo estoy aquí por mi propio gusto- dijo Salma y le dirigió una mirada a la joven de manera penetrante; en el fondo sentía envidia de Geraldine, se mostraba tan segura acerca de sí misma, de lo que sentía, pero sobre todo envidiaba la actitud ante la vida de ella; no temía vivir la vida.

Salma se le quedo mirando a la joven, era un año más joven que ella, y amaba con intensidad al joven que era su novio, y ella no amaba a nadie, al parecer tampoco se amaba a ella.

¿entonces lo harás hoy?- le pregunto Salma.

Si,hoy lo haré- dijo Geraldine- ya muero por quitarme este horrible uniforme- las chicas de recien ingreso al convento usaban una falda negra debajo de las rodillas, blusa blanca y un chaleco color gris,no usaban maquillaje y llevaban recogido el cabello en una coleta, sin aretes, ni otros adornos solo una cruz de madera, tenían que hacer gala de humildad-muero por ponerme el anillo que me dará-

Solo te pido que tengas cuidado- dijo Salma- ¿Qué tal si no aparece? - la mujer miro a la otra preocupada- ¿Qué harás?

Llegará, y si no llega, de todas maneras, me iré, buscare un trabajo, yo no deseo estar aquí- hablo Geraldine- tengo por fin la mayoría de edad- tenía una sonrisa en la boca, la madre Jenkins se acercó a las chicas que de pronto guardaron silencio- vamos Geraldine, es hora de ir por los víveres de la semana- tu Salma, termina tus labores y después tendrás que ir a tu confesión con el padre Salvatore, así que termine sus labores, al parecer usted es la última chica que se confesara con él, así que mientras hace sus labores haga un ejercicio de consciencia.

Claro que lo haré, madre Jenkins- hablo Salma con voz suave- que tengan buenas compras- la chica miro de manera significativa y cómplice a la joven Geraldine quien le sonrió de regreso-terminaré mis deberes- dijo la joven.

¡Perfecto!- exclamo Jenkins- ¡vamos Geraldine!- ordeno con aire de superioridad- tenemos que hacer las compras- la chica siguió a la mujer, en unos minutos volvería a encontrarse libre, con esa huida del convento se abrirían muchas posibilidades y demás.

En el mercado en la pequeña ciudad, la madre Jenkins miraba las verduras, frutas y demás, mientras Geraldine, miraba por todos lados, cuando una figura conocida se paró al lado de ella, era su novio,Emmet Wilkes, el profesor de universidad, llevaba en su mano una mochila, en ella llevaba un cambio de ropa para su novia, en unos minutos, un amigo de ellos pasaría por ellos y los llevaría a la estación de autobuses más cercana, ahí en la nueva ciudad iniciarían su vida, el joven profesor Emmet tomo de la mano a la joven Geraldine Wilson y juntos se echaron a correr con dirección a la salida del mercado, dejando a una madre Jenkins buscando a la joven Wilson por más de una hora.

Mientras eso pasaba Salma Neville, entraba a la oficina donde el padre Salvatore confesaba a las jóvenes, el hombre era alto, blanco, de cabello castaño, de ojos color miel, con una sonrisa que adornaba su rostro.

Siéntate, eres Salma Neville, ¿verdad? - cuestiono Salvatore con curiosidad- eres la última de las chicas, soy el padre Luca Salvatore, aunque ya me conocieron el día que me presentaron-el hombre continuaba hablando ante la mirada atónita de Salma, la joven miraba los movimientos del hombre, un rayo cayó sobre su cuerpo y algo comenzó a mojar su entrepierna, una extraña humedad que nunca había sentido, o mejor dicho que nunca ningún hombre o cercanía de hombre la había producido, pero la solo presencia del padre Luca lo pudo lograr.

Si, soy Salma Neville, si lo conocimos el día en el cual lo presentaron padre Salvatore- hablo con educación la chica y trato de no respirar la loción del padre, o mejor dicho el aroma de este, ya que le producía cierta excitación en su cuerpo-

El padre Luca Salvatore, al ver los labios de la chica sintió un deseo desenfrenado de poder posar sus labios sobre los de ella, algo incorrecto, era una novicia, una jovencita a su lado, intento quitar esos pensamientos impuros e impropios- mucho gusto, Salma- hablo el hombre- ¿Cómo llegaste al convento? - cuestiono el hombre.

Llegue debido a que- la chica se perdió en el color miel de los ojos de Salvatore, tenía que concentrarse, el hombre que tenía delante de ella era prohibido- llegue porque... la chica no le salían las palabras era algo perturbador para ella.

En eso unos gritos interrumpieron, era la madre Jenkins que llegaba asustada, ¡se fugó! Gritaba con todas sus fuerzas, Geraldine Wilson se fugó- Salma Neville se levantó del asiento, y sintió alivio de dejar que esos ojos color miel la miraran atentamente.

El padre salió para ver que podía hacer,pero al mismo tiempo suspiro aliviado,los labios de Neville eran tan apetitosos que en cualquier momento los iba besar.

Los dos se sintieron aliviados que la huida de Geraldine los hubiera alejado por ese día.

            
            

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