Abandonada con mis cuatrillizas
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Abandonada con mis cuatrillizas

Gi Dominguez
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Capítulo 1 1

Un mes antes.

Estaba ansiosa, conocería a mi prometido. Y en parte, sabía que debía abandonar aquellos sentimientos confusos por Mateo. Él era el chico popular de siempre, desde la primaria hasta la universidad. Rico y poderoso. Todo, lo que una mujer quería. Sabía que las probabilidades que él, se fije en mí eran escazas.

Por eso, debía olvidarme de su sonrisa, olvidarme de él. Mordí mis labios, cuando pronto anunciaron que había llegado mi prometido. Desconocía su nombre, no me interesaba para ser sincera. Mi padre, era mejor amigo del suyo al parecer.

Cuando ingresó me quedé sin habla ¡Era Mateo! No pude evitar sonreír tontamente, cuando se acercó y sostuvo mi mano entre las suyas.

-Déjenme a solas con ellas –ordenó y todos quienes lo acompañaban, salieron. Sus ojos azules, y su cabello dorado no era lo más hermoso que él tenía. Sus músculos se marcaban debajo de ese traje costoso.

-Hola... -comenté nerviosa, era la primera vez que sentía su piel, y era suave.

-Bien, te conozco. Haremos una cosa, si te parece bien –comentó y asentí sin comprender que quería –mira, yo... no quiero casarme. Nací para ser libre y... acostarme con quien quiera. Un matrimonio no me va a obligar a cambiar –exclamó y lo observé sorprendida.

-Ah... vale...

-Entonces, nos casaremos y cada quien hará su vida. Tendremos la noche de bodas obviamente, necesito herederos. Y luego, cada uno se olvidará del otro. Puedes quedarte con la mansión, me da igual. Lo único que me importa, es...

-Tu libertad –completé con unas enormes ganas de llorar las cuales aguanté. Bajé el rostro, mi vista fija en el suelo, me permitía aguantar las enormes ganas de lanzarme a sollozar.

-Bien, vas entendiendo.

-De acuerdo. Cada quien hará su vida –comenté con la barbilla en lo alto y él asintió -¿algo más? –pregunté con mi voz firme, intentando que no desnudara mi alma.

-No. Futura esposa –comentó y volvió a tomar mi mano. Mordí mis labios fingiendo que nada de él, me afectaba. Cuando me dejó sola, caí al suelo de rodillas y empecé a llorar sintiéndome tan perdida.

-¿Lu puedes venir?

            
            

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