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regazo. Mientras leía el mensaje, movió sus caderas hacia abajo sobre su dura polla. Mav gruñó. Ella miró hacia atrás y sonrió. - ¿Está bien, allá atrás? El mensaje fue reenviado a un hombre de Manhattan llamado Leon Rayner. Mav frunció el ceño. -¿Lo conoces? -preguntó ella. - Sí. Joven, de veintipocos años, de familia adinerada. Si te imaginas un