Capítulo 6 SORPRESAS AMARGAS PT 2

ABBY KING

Stefano no me responde por lo que abro la puerta de la mansión en la que ahora vive mi hermano con su familia. Su familia.

Ciertamente me siento una extraña en sus vidas. Conocí a Cloe días antes de su boda, me pareció la mujer más dulce del mundo.

Ella es tan diferente a mi hermano, pero cuando los vi juntos entendí por qué Salvatore sería capaz de recibir una bala por ella. La ama.

Sentí un poco de envidia.

Camino por el gran salón topándome con una pintura de porte monumental. Cloe es la protagonista, está allí con una cálida sonrisa, con las manos posadas de forma delicada en su regazo. El azul de sus ojos se vuelven tan intensos, capaces de desnudar tu alma.

Aparto la mirada teniendo a revelar mis secretos. Stef me sigue desde atrás.

Su aura impone; me siento más relajada con su presencia.

Una vez que llegamos a la sala observo el rostro de mi hermano. Está enojado; seguro más que eso. Esa aura oscura manda un nudo en mi garganta. Respira Abby.

A su lado está Cloe que se levanta extendiendo sus brazos y rodeándome en un abrazo tan fuerte que estoy a punto de corresponder pero me detengo por la mirada de Salvatore.

-Cuando Tore me dijo que estabas aquí no lo creí - acaricia mis brazos. Sus manos son cálidas.

-Hola- es lo único que puedo decir. Retrocede quedándose al lado de su esposo. Son tan opuestos.

–Tal vez podamos arreglar la habitación de invitados que..– Mi hermano avanza y me estremezco por su cercanía. Respira Abby.

–¡¿Perdiste la carrera, es por eso que estás aquí?!– espeta desafiante pero no le tengo miedo. Tal vez las mierdas de mi pasado me acojonan un poco pero no voy a mostrar miedo. Si no me toca todo está bien.

–No perdí nada, era la mejor de mi clase– levanto el mentón orgullosa de mí misma. El que estudie algo que no me gusta no significa que seré la peor. Cloe intenta acercarse pero mi hermano levanta la mano.

–Y si es así por qué lo dejaste. Cual es el motivo de tu visita– aparto el cabello de mi rostro y muestro una sonrisa amarga.

–No quería seguir estudiando una carrera que no me gustara– Mi hermano se ríe moviendo la cabeza.

No veo la puta gracia en mis palabras.

–Haberlo dicho antes ¿Qué quiere estudiar la princesa? Administración, medicina, pon la carrera y la tendrás– mi ira estalla al escuchar las palabras que sólo significan. Solo di el nombre para que puedas irte de una vez.

–No quiero vivir en Canadá, vine porque quería vivir en mi ciudad, lo extraño– La sonrisa abandona el rostro de mi hermano porque niega en cuestión de segundos. ¿Está mal que quiera vivir donde nací? ¿Acaso es algún tipo de crimen?

–De eso nada niña, estudiaras una carrera y luego..–empuño las manos enterrando las uñas en las palmas. No lo aguanto más.

–¡Y luego qué, me casaras con el hombre que tú elijas! Porque desde que tengo memoria has elegido el rumbo de mi vida, y aunque te parezca estúpido, tengo un juicio propio– grito fuerte sacando todo lo que siempre he querido decirle.

Respiro fuerte por la adrenalina del momento. Las manos me tiemblan. Observo a las dos personas más en la habitación. He de parecer una loca.

Su ira estalla.

–¡Baja la voz! que no se te olvide con quien hablas–ahora es mi turno de reír.

–¿Con quién?. Con el maldito bastardo que le quedó grande cuidar a una niña de 11 años- lo empujo sintiendo el borde de mis lágrimas. Pero no voy a llorar. Ya lo hice de pequeña.

No le importa que golpee su pecho, se mantiene en el mismo lugar. Es como mover una jodida roca. Lo odio. Odio su aura de arrogancia y orgullo. Y me odio a mi misma por seguir mendigando un poco de su cariño.

Stefano me sostiene pero avanzo.

Esta vez no me callo.

–¿Te quedó grande, hermano?– escupo lo que tenía retenido.

Salvatore avanza tomando mi muñeca generando el asco que siento por el tacto masculino.

–¡Te largaras a Canadá y terminarás la puta carrera Abby King o te juro por Dios qué...– intento apartarlo pero es imposible. Stefano intenta hablar con él pero es imposible.

–Tú ya no me mandas. Soy una adulta y puedo elegir lo que quiero para mi. Así que guarda la autoridad para tu gente, porque lo que respecta a mi, no tienes poder– me suelta levantando la mano. Me encojo esperando el golpe..

–¡Salvatore King, que mierda intentas hacer!– La voz de Cloe es alta y firme. Sus tacones resuenan en el piso.

Abro mis ojos y no sé en qué momento Stefano se puso enfrente. Mis manos sostienen su espalda. Respiro por la boca tratando de procesar lo ocurrido.

Retrocedo saliendo de ese lugar.

Subo las escaleras dirigiéndome a la habitación que una vez ocupé cuando vine aquí.

Cierro las puertas y tapo mis oídos cuando empiezo a escuchar las voces que atormentan mi cabeza.

Los recuerdos vienen, las voces hacen eco y tapo más fuerte mis oídos.

–¡Ya cállense!– un golpe en la pone mis pelos de puntas.

–Abby soy yo Cloe– respiro por la boca intentando calmarme. Me levanto y abro.

No da ni dos pasos, me estrecha en un abrazo fuerte. Esta vez correspondo porque realmente lo necesito. Me toma de la mano y nos sentamos juntas en la cama.

–¿Estás bien?– muevo un poco la cabeza.

–Sé que Tore se comportó mal, pero quiero que entiendas que él solo desea tu bienestar, las palabras que empleo no fueron las adecuadas– sonrío.

–Mandarme lejos, vaya forma de mostrar su amor–Cloe suspira y acaricia mi mejilla.

–Sus métodos han sido extremos, es por eso que hablé con él para que dejara que te quedaras en casa el tiempo que quieras. No quedó muy convencido pero realmente quiero que seas parte de esta familia– sus palabras ablandan mi corazón y esta vez no puedo retener la lágrima que escapa de mi rostro.

Cloe la aparta y vuelve a estrecharme en sus brazos. Es una buena madre, ella es la calma en la tormenta llamada Salvatore.

–Y si me echa– Cloe niega.

–Puede ser el capo de capos, pero no le dice que no a su esposa. Es momento de que nos comportemos como una familia. Solo faltabas tú, y ahora sí estamos todos completos– trata de animarme pero muy en el fondo me siento como una intrusa en su hogar.

Deja un beso en mi frente y se retira. Me miro en el espejo y trato de encontrar alguna solución a la situación. No la hay. Me recuesto en la cama abrazando mi cuerpo.

Un leve toque en la puerta me pone de pie. La persona que tanto quería ver aparece. Limpio mis lágrimas y doy una sonrisa.

–Al menos no va a echarme– Stefano avanza con mi bolso en las manos. Lo deja a un lado y se pone en cuclillas. Acaricia mi mejilla, su tanto es tan delicado.

Respiro profundo. No puedo estar más enamorada de este hombre. Es un amor no correspondido, pero aun así es mi refugio.

–No lo hará, hablé con él y me dijo que se comportará. Tu hermano es un gruñón pero te quiere– tuerzo los ojos.

–Vaya forma de hacerlo–Stefano suspira.

–Abb, sabes que siempre estaré aquí para ti. Eres como..- Me coloco de pie no queriendo que continúe. Como una hermanita. Hermana mi trasero. ¿Aún me veo como una niña? Por Dios visto con vestidos cortos ceñidos al cuerpo. Pero este hombre no lo ve.

Podría desnudarme enfrente de él pero no se inmutaría a verme de otra forma. Pero eso se va a acabar, voy a romper con esa pared de concreto que ha formado.

–Yo no te quiero como un hermano Stefano. Aunque no te haya quedado claro tú me gustas– su rostro se relaja y es lo que más me enfada. No le afectan mis palabras. Pero no me importa porque este hombre será mío o me dejo de llamar Abby King.

            
            

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